IV

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Hola Hongz, he recibido tu carta y no creo que estemos lejos por mucho tiempo. Me explico, resulta que Yeosang (Sí, ese chico rubio del que tanto te hablé) ha aceptado un trabajo por esos lares y además uno de sus hermanos nos puede dejar una propiedad en las afueras por un tiempo; yo soy su acompañante, ese es el motivo.

Iré a visitarte pronto, no para el día de tu cumpleaños pero lo suficientemente pronto; más vale que compres esas galletas que tanto nos gustan, pienso atacar el bote donde las guardas. ( Que, conociéndote, has escondido en el estante más alto para que no las encuentre y tú mismo no caigas en la tentación.)

En fin, mi buzón está listo, pero probablemente será mejor que me cuentes tu día con palabras y no a través del papel.

Te quiero y esas cosas, Hyung.

- Choi Jongho.

[...]

Hongjoong suspiró ante el mensaje recibido, riendo un poco al echar una mirada hacia su bote de galletas el cual estaba exactamente dónde Jongho dijo.

Le había llegado una carta, la cual fue transportada por algún cartero de la zona que se enteró de mi ubicación actual.

Estaba utilizando una habitación que le había asignado el rey, resultándole casi acogedora pero extraña al mismo tiempo pues estaba situada en el ajetreo de la capital, súbitamente echaba de menos la tranquilidad de su taller en las afueras.

Se sentía pequeño y la estancia le era totalmente impersonal.

Su vista rápidamente se desvió a un libro que estaba a punto de caerse del estante, hizo el intento de alcanzarlo, pero falló y dichas páginas encuadernadas en cuero antiguo cayeron con un sonido seco y polvoriento al suelo.

Sus pensamientos repasaron la caída del príncipe delante de sus ojos, el cómo tampoco pudo hacer nada por él.

¿Qué clase de príncipe era, irrumpiendo así en el salón real como si nada para después desmayarse?
¡Qué desvergonzado!

Hongjoong se rió para sí mismo ante ese pensamiento, imaginando su voz como la de una señora chismosa entrada en años cuchicheando sobre el sucesor al trono con sus vecinas.

[...]

Tres días habían pasado desde el repentino accidente. Eran pasadas las tres de la tarde y mientras Yunho, el sirviente preferido de Seonghwa cambiaba la almohada de este, los párpados del heredero se apretaron y sus ojos se abrieron lentamente, a medida que se acostumbra a la intensidad de la luz.

El castaño, casi eufórico fue a avisar de inmediato de la noticia, después de todo, podría no haber vuelto a abrir los ojos. Ya que iba por el primer piso, pidió algo en las de comida a sus cocineras, y una vez estuvo lista y una charola de plata cubría el plato, el castaño subió las escaleras al vuelo.

El heredero al trono seguía desubicado, y aunque trataba de recordar los eventos sucedidos con anterioridad, simplemente era incapaz por el dolor de cabeza. Frunció el ceño en señal de frustración.

- ¿Qué hora es, Yunho?- Preguntó este con el tono tranquilo que lo caracterizaba.

- Son las 3 en punto, mi señor.- Yunho dijo, ayudando al de cabellos azabache a levantarse.- Llevas tres días inconsciente, Seonghwa. Casi me das un susto de muerte.-

- ¿Tres días?- Dijo, sin creer lo que oía. Hacía tiempo que no despertaba tan rápido. Aunque también los episodios estaban volviendo cada dos por tres así que no se quejaba.

Su cara cambió al igual que el rumbo de sus propios mar de pensamientos, Yunho al darse cuenta de esto, se encargó de apaciguar sus preocupaciones llevando una cuchara de plata rebosante de sopa a sucedienta boca.

- Y haz el favor de no poner esa cara de gato mojado, no te favorece nada, príncipe.- Seonghwa tragó y le dió una sonrisa divertida a Yunho, quien estaba sentado frente a él.

- Ni que fueras mi niñera, YunYun.- Dijo el príncipe.

- Lo soy. Y no me pagan lo suficiente como para cuidar de un bebé grande como tú; estoy agotado, hazme sitio.- Dijo el castaño, para después tirarse al lado del heredero, por poco aplastándolo.

- ¡Aish! ¡Yunho, espacio personal!- Dijo este, una sonrisa contradiciendo sus palabras.

En ese momento dos leves golpes resonaron en la puerta, Yunho se incorporó a la velocidad de la luz para luego ver a su alteza entrar; el llamar en esta siendo más una advertencia que un permiso.

- Yunho, ¿Nos puedes dejar a solas unos minutos?- Dijo, su tono fuerte e imperioso, demandante.

- Por supuesto.- Yunho bajó su cabeza en sumisión y aceptó, pasando por el lado para salir.

El mayor de los Park miró a los ojos de su hijo, decidido a decirle lo que tenía en mente, pensándolo ya por tercera vez para decirlo con el suficiente tacto.

- Verás, hijo, dado que tú condición te impide salir a conocer el exterior, he decidido que ya tienes la suficiente edad como para conocer a tu futura esposa y mantener el linaje con su ayuda; asegurar la supervivencia es vital.- Trató de sonar lo más comprensible que pudo, terminando por horrorizar a su único retoño en lugar de aliviarle.- No pongas esa cara, ya tienes edad suficiente como para hacerlo.-

- ¿Y no has pensado siquiera en consultármelo antes?- Preguntó, aunque fuera una redundancia después de estar inconsciente por más de tres días. Estaba más que indignado, pues parecía que a todos les daba igual que muriera, que estaban resignados a ello y que, por tanto, buscarán por todos los medios que trajera un nuevo heredero al mundo para que su estúpido ADN de "sangre azul" no se perdiera.

- Aún si te lo hubiera preguntado, me responderías de igual manera. Te conozco y sabía que esto no te iba a parecer bien independientemente de cómo te lo dijera.- Dijo este, poniendo una mano en su hombro.

Seonghwa lo apartó disimuladamente.

- Sal de mi habitación, por favor; debo pensar.- Sentenció, conteniendo su ira. Su corazón estaba hecho un lío; no dudaba que su padre quería lo mejor para él, pero al mismo tiempo, una impotencia tan grande como el reino que estaba destinado a dirigir batallaba por salir en forma de palabras. A las cuales no daría una oportunidad de ser pronunciadas.

- Eso no es todo.- Objetó este.

- ¿No lo es?- Respondió incrédulo.

- No; verás, hemos contratado a un modista de tu edad para que te confeccione un traje a medida con el que irás a esta reunión por tu cumpleaños. Ahora que estás completamente consciente y casi recuperado, vendrá en unos días a medirte. Tenía la esperanza de que pudieras hacer buenas migas con él, para que no te quedes tan limitado entre los muros de este castillo.- Anunció este, Seonghwa relajando su expresión por un momento para luego mostrar sorpresa a medida que su padre hablaba.

- ¿Es eso cierto? ¿Cuál es su nombre? ¿Por qué no empezaste por ahí?- Preguntó con genuina curiosidad, dejando por poco tiempo la preocupación de lado.

- Es muy probable que su nombre haya llegado ya a tus oídos a través de tus charlas con Yunho; su nombre es Kim Hongjoong.- Respondió, Seonghwa no había conocido un nombre con esa pronunciación en su vida.

Definitivamente ese era un título curioso: Kim Hongjoong "El Modista".

- ¿Vendrá el...?-

- Miércoles. Prepararemos lo que sea necesario para recibirlo, no te preocupes.-

Seonghwa sonrió por una milésima de segundo. Eso sí que eran buenas noticias.

El modista (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora