XXXI

381 69 55
                                    

A medida que la mañana y tarde avanzaban, la tensión de Seonghwa aumentaba.

Ya ni siquiera podía comer normalmente, estaba consternado.

Yunho trataba de ayudarlo como podía, siendo un apoyo firme cuando era necesario y una débil voz como estrella polar, guiando a Seonghwa en la oscuridad de la incertidumbre.

Al caer la noche, un nudo se presentó en el estómago del príncipe.

Su rutina diaria había cambiado drásticamente, permitiendo esperar al pelirrojo pasada la medianoche.

Atendía al exterior por la ventana con cautela, cubriendo su acechante mirada con las cortinas.

Al reconocer una oscura figura cubierta por una capa color azabache caminar a paso ligero, supo que se trataba de Kim Hongjoong.

Cerró las cortinas de un empujón.

Dió una corta mirada al espejo, preguntándose si realmente se veía cansado o si parecía una persona decente antes de que el pelirrojo llegara.

Intentó peinarse con su mano, para luego darse cuenta de que no tenía sentido alguno lo que hacía y terminar resoplando, revolviendo de nuevo su cabello con un puchero.

Oyó la puerta abrirse sutilmente, el más bajo revelando su fino rostro al tirar por su capucha.

Seonghwa se levantó al instante.

— Tengo algo que decirte.— Susurró a su oído, acercándose a él.

Hongjoong se dejó acorralar, apoyándose contra la pared actuando con desinterés.

— Pareces alerta. ¿Es algo que te quite el sueño?— Preguntó, tocando inocentemente con sus dedos la mejilla del heredero, percatándose de la fatiga en sus ojos y la preocupación en su postura.

Un sonoro chirrido hizo que ambos se tensaran súbitamente.

— Aquí no, vayamos a la biblioteca.— Concluyó, tomando la mano del modista para guiarlo.

Decidió llevarlo allí porque en aquella sala repleta de libros, papel y olor a tinta siempre había encontrado una tranquilidad especial.

Y aquel día no fue diferente.

Ambos se escabulleron por los pasillos hasta llegar a la puerta y cerrarla tras de sí. Con el corazón en la garganta se detuvieron a escuchar para comprobar que no había más actividad en palacio a aquellas horas.

Tras verificar que era seguro, ambos se miraron, alejándose de la firme madera de la puerta.

Seonghwa suspiró.

El pelirrojo lo miró interrogante, preguntándole sobre ello con su mirada inquisitiva y una mano en su hombro.

Seonghwa la tomó entre las suyas, tragando saliva, buscando las palabras correctas para expresar su malestar.

— Escucha… Necesito decirte algo importante.— Dijo el príncipe, susurrando apenas con un hilo de voz.

Hongjoong lo miró en silencio, expectante.

— Padre quiere casarme con la heredera de la familia Kang, con la que bailé el primer vals. Sé que ella no quiere reinar, y ella sabe que yo no quiero casarme con ella. La ceremonia se celebrará pronto, demasiado: Dista una semana.— Soltó de golpe, como si liberara parte de su carga directamente en el otro, sus ojos abrumados sobre él le indicaban que tenía razón.

Seonghwa pasó una mano por su cabello, estresado y continuó hablando.

— Sin embargo, por mucho que quieran casarme, yo sólo quiero llegar al matrimonio si es contigo.— Dijo con un tono bajo e íntimo, besando aquella mano entre sus dedos.

El modista (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora