FINAL FANTASY VII RESURRECTION

CAPÍTULO 17 EN LA OSCURIDAD MÁS PROFUNDA

Los días fueron sucediéndose unos tras otros sin ninguna novedad. La vida dentro del refugio discurría con aparente normalidad. Karol y Tifa habían estrechado sus lazos como amigas al compartir largas horas en el gimnasio, al parecer esto era algo que ambas mujeres tenían en común, a las dos les gustaba hacer ejercicio y cuidar de su cuerpo, una afición que no estaba muy extendida entre los hombres, pues de entre ellos, al único que se le vio asomar la cabeza alguna vez para hacer uso de la sala de musculación fue a Roche, quien se pasaba más rato hablando con las féminas que ejercitándose.

Reno dedicaba sus horas a cotillear lo que Reeve investigaba en los ordenadores y a darle la murga cuando no estaba andando detrás de Karol, bebiendo o durmiendo. Se aburría mucho encerrado entre aquellas cuatro paredes y el tiempo se le pasaba muy lento.

Gracias a Cait Sith pudieron comprar productos frescos y cocinar así unos ricos platos dignos del mejor restaurante. El gato solía salir a deambular fuera del refugio varias veces por semana y en muchas ocasiones se llevaba una lista de la comanda, que entregaba al mesero del pueblo con los productos que necesitaba, para volver en un par de días a recogerlos; así había estado funcionando hasta el momento. Reeve y Tifa solían ser los encargados en preparar la comida, nadie más parecía tener talento para ello ni ganas.

Gracias a los ordenadores y a los contactos del ex directivo, a pesar de estar encerrados, nuestros protagonistas permanecían totalmente informados de lo que ocurría en el exterior. Había pasado ya una semana desde que Sephiroth había escapado del cráter y sorprendentemente en el mundo no parecía haber cambiado nada. Aquello era extraño. Tras tantos días de inactividad fuera, nuestros chicos comenzaron a hacerse preguntas y a hablar entre ellos, quizá esta vez había cambiado algo, toda esa aparente calma no resultaba muy normal.

Durante la comida del octavo día, en el que finalmente por el aburrimiento Reno se dignó a acompañar a su chica al gimnasio pero estuvo poco rato. Mientras mantenían una distendida conversación amenizada por el vino, Reeve escuchaba en silencio y esperaba pacientemente a intervenir, decidido a hallar la respuesta a algunos temas que desde hacía días le rondaban la cabeza y ahora que el ambiente parecía estar menos tenso que al principio, parecía ser el momento oportuno de abordar, la situación lo requería, lo que estaba ocurriendo era extraño y no podía permitirse quedarse con dudas de nada si quería ser eficaz.

Reno- Anda échame más, que hoy me siento cansado... - Dijo mirando a su chica mostrándose desganado, tirado con mala postura en el asiento y con expresión de no querer vivir, como si hubiera hecho un gran esfuerzo solo por hablar- Después de haber ido al gimnasio... - Lo dejó caer como si aquello fuera un gran acontecimiento, digno de alabanza.

La joven, amablemente, volvió a rellenar de comida el plato de aquel chico, que tenía por costumbre caer tirado sobre los sitios donde uno suele acomodarse... sillones, sofás, sillas, camas... y quedar en una posición bastante desgarbada.

Karol- ... Bueno eso de que has ido al gimnasio... Querrás decir que lo has pisado!... Pero si no has estado ni 20 minutos... Qué digo?! Mucho menos! No te habrá dado tiempo ni a sudar... Cómo te atreves a decir que estás cansado?! Si me he tirado yo dos horas y cuarto!

Reno- ¡¿Qué dices?! Y para qué tanto? Eso es porque lo haces mal... -Dijo mirando a un lado dudando por un momento si estaba seguro de lo que iba a decir... tal vez no le convenía... la chica tenía un pronto muy rápido - Mira yo! Voy tan solo 20 minutos y mira que tipazo! Voy a tener que enseñarte a entrenar!

A la joven oír aquello le sentó como una patada en el estómago, sobre todo porque era cierto. Como no podía hacer nada para luchar contra aquella injusticia divina en la que en lugar de ser premiado el esfuerzo lo que prevalecía era la genética con la que uno nacía, indignada le arreó una colleja a su novio, al menos, para que no vacilara tanto de su fortuna.