XXI

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Hinata secó el sudor de su frente con la manga del suéter que ya se había quitado por el calor del esfuerzo. Observó a Sakura tomar agua apresurada e igual de sudada que ella, tirada en el suelo con las piernas extendidas.

El día anterior aún seguía presente en su cabeza, recordaba cada cosa hablada y la sensación de sus dedos entrelazados. También podía sentir el bonito y dulce aroma marearla, y la textura suave de los delgados labios contra los suyos. Hinata se mantuvo en las nubes incluso después de llegar a la mansión Hyuga.

Irónicamente, fue la misma Sakura quien le puso los pies sobre la tierra de nuevo. La omega, con sus mejillas coloradas, la frente sudada y los ojos brillosos, le miraba como si no hubiera nadie mejor, como si la hubiera escogido sin detenerse a observar alrededor, sin interesarse en nadie más.

Hinata jamás había sentido tanto poder en sus manos como en ese momento, en el que sentía que podría mover al mundo entero si Sakura se lo pedía.

—¿Estás bien?

La azabache asintió, acercándose a la omega y tendiendole una mano. —Quiero mostrarte algo. —la omega no tardó en apoyarse de ella para ponerse de pie. Ladeó la cabeza con curiosidad, su respiración comenzaba a estabilizarse.

—¿Qué cosa?

—Es sorpresa.

Sakura sonrió mientras intentaba soltar su mano, Hinata se lo prohibió ajustando mejor el agarre que mantenía. —¿Ahora? Ya está obscureciendo. —al ver a la azabache insistir, continuó. —Déjame darme una ducha primero.

—No hace falta, puedes bañarte ahí.

—Pero no tengo ropa.

—Yo puedo prestarte. —insistió la alfa, rogando con la mirada que no se apartara de ella, porque dudaba volver a tener el coraje de hacer lo que tenía planeado. —Por favor, no quiero estar lejos de ti en ningún momento hoy.

Sakura frunció el ceño. —¿Qué pasa? Estás muy rara.

—¿Puedes solo seguirme?

La omega aceptó a regañadientes, agitando su mano libre para echarse aire. —Bien, pero regresemos temprano, aun tengo que entrenar para mañana.

Hinata apretó los labios asintiendo. —No te preocupes por eso.

...

Caminaron a través del bosque que rodeaba la aldea, sin alejarse demasiado, Sakura supuso que aún seguían en los territorios de Konoha, pues no se habían encontrado con nada que indicara lo contrario.

Hinata se había negado a soltar su mano, de vez en cuando intercambiaban pequeñas frases, pero Sakura no podía dejar de pensar en que algo le aquejaba a la alfa, en primera instancia supuso que se trataba de la pelea en la que sería partícipe mañana, pero parecía ser algo mucho más grave por la expresión angustiada y derrotada que no abandonaba el rostro pálido de la chica.

No fue hasta que visualizó una pequeña pero bonita cabaña escondida entre los árboles que decidió interrogar a la azabache.

—¿Dónde estamos, Hinata?

La Hyuga mordió su lengua y se encogió de hombros, jaló de ella hasta estar frente a la puerta de madera y comenzó a exculcar dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Antes de que Neji-nii-san muriera, me dio un regalo. —susurró sacando una llave que Sakura no pudo apreciar bien, un poco sorprendida de que la mujer decidiera hablar de alguien que ya era un tema taboo entre sus amigos por el dolor que simbolizaba para algunos. —Construyó esta cabaña en secreto, solo yo sabía de ella, ahora, aparte de mi, solo tú. —abrió la puerta, escuchando el chirrido que hacía esta.

»Le gustaba escaparse por las noches, a veces yo venía con él. Era su escape, su pequeño lugar para ser libre. —Sakura entró, el lugar era silencioso y se notaba un poco abandonado por los años, a pesar de que estaba perfectamente amueblada y la calidez aun se sentía a través de las paredes. —La última vez que vinimos antes de la guerra... Él me confesó que quería morir.

La omega contuvo la respiración sorprendida, se giró para poder ver a la azabache y así asegurarse de que no se trataba de una broma, pero Hinata le daba la espalda, manteniendo la vista en la puerta.

»Yo se lo prohibí, solo pensé en que cómo era posible que alguien tan fuerte como él quisiera abandonarse de esa forma. Somos ninjas, estamos entrenados para no temerle a la muerte, pero.., ¿desearla?

La Hyuga negó sintiendo el nudo subir por su garganta.

»Lo sentí tan injusto, ¿cómo podía pensar en dejarme sola? Era mi mayor soporte, ¿qué haría yo sin él? Así que solo le dije que no podía hacerme eso, le dije que lo amaba, le pedí que no me abandonara, se lo exigí. —rió amargamente. —Y él solo me tendió la llave, me dijo que todo esto era mío, una pequeña parte de él que siempre pudiera mantener conmigo.

—Hinata...

—Pero yo no lo quiero. —interrumpió. —Lo que él me dió, fue su jaula, una jaula para un ave que ya está encerrado. —se volteó lentamente, dándose el derecho de observar cada rincón a su alcance. —Incluso solo estar aquí parada me duele, su olor a roble sigue impregnado en las paredes. No he vuelto desde que acabó el luto.

—¿Por qué me trajiste aquí, Hinata? —Sakura sintió sus ojos arder, soportando las lágrimas que comenzaban a acumularse en ellos. La alfa sonrió con tristeza, acercándose a ella con pasos lentos. Suavemente tomó la delgada mano femenina y después de brindar un pequeño besó en el dorso, colocó en ella la llave y la hizo apretarla en un puño.

—Él dijo “de un pájaro enjaulado, para otro pájaro enjaulado”, Neji-nii-san quería que este lugar fuera mi libertad, pero... —la miró directo a los ojos, relamió sus labios y habló sintiendo su corazón latir con fuerza. —Tú eres la única libertad que anhelo.

—Hinata, yo...

—Por eso no puedo dejar que mueras. No quiero perderte, no cuando lo significas todo para mi. —Sakura se lanzó a sus brazos, dejando que uns lágrima se desbordara de sus ojos. Hinata la apretó contra si. —Ahora este lugar es tuyo, Sakura. —susurró contra los cabellos rosas que rozaban su mejilla. —Quiero que tengas un pedazo de mi que nadie pueda quitarte.

—Dime por qué estás haciendo esto, Hinata. — la omega comenzaba a hacerse una idea de lo que la alfa quería.

—Mañana no te presentes a la pelea. —pidió apretando más el abrazo.

—¿Por qué me pides eso? ¿Cómo puedes pedirme que me rinda?

—Si te presentas, morirás.

—Ya te dije que-

Hinata la soltó y la sostuvo de los hombros interrumpiendola, la miró directo a los ojos e insistió. —Morirás. —Sakura ensanchó los ojos temblorosa.

—¿Ellos...?

—Está todo planeado, Sakura. Si mañana te presentas, no vas a enfrentarte a solo tres personas.

——Entonces...— la omega tragó saliva, analizando su situación, porque a pesar de todo, se negaba a soltar a Hinata, si no podía pelear, algo más debía de haber, lo que sea, cualquier cosa. —Huye conmigo.

—¿Qué?

—Si no podemos estar juntas aquí, entonces busquemos un lugar en el que sí. —rogó llevando sus manos a las mejillas de la Hyuga. —Huyamos de aquí, Hinata.

—No podemos hacer eso, Sakura.

—¿Por qué no? ¿Me amas? —preguntó, la Hyuga asintió sin pensarlo.

—Claro que te amo.

—Entonces nada más importa. —aseguró plantando un beso rápido en los labios ajenos. —Ni mi familia o nuestros amigos, ni siquiera la aldea, nada me importa más que estar contigo. Estoy dispuesta a abandonarlo todo por ti, ¿no puedes hacer lo mismo por mi? —cuestionó, dirigiendo su boca al cuello de Hinata, comenzando a besar y morder todo a su paso, arrebatándole el aliento a la alfa. —Solo marcame, marcame esta noche y larguemonos de aquí.


El próximo capítulo es el final. Si todo sale bien, antes de junio habremos terminado con esta historia. Tengan una buena noche.

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