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Hinata miró con desconfianza la, aunque elegante, humilde tienda de té.

No es que a ella le molestara, le gustaba mucho visitar ese lugar con sus compañeros de vez en cuando, pero no estaba segura de que su cita pensara de la misma forma.

No quería dejarse llevar por los estereotipos, pero dudaba mucho que al hijo de un feudal le gustara la idea de conocer a su posible prometida en una simple tienda de té.

Inhaló profundo tratando de relajarse, tomó una postura recta y se decidió por entrar al lugar. El agradable olor a hiervas la llenó por un momento, haciéndola sonreír levemente.

Acomodó su yukata de color lila oscuro y agarró su cabello en una coleta baja.

Le parecía bastante formal para el lugar en el que estaba, pero su padre no le había dejado poner trabas a su vestimenta.

Recorrió con la mirada el lugar, la mayoría de las personas vestidas con ropas ninjas o simple ropas de civil.

Caminó en dirección a la única persona que llevaba una yukata como la suya, solo que de un color gris oscuro.

—Buenas tardes. —sus miradas se conectaron y Hinata no pudo evitar pensar que el chico frente a ella era verdaderamente hermoso.

—Usted debe ser Hyuga-sama.

—Y usted Toshino-san ¿cierto? Es un placer.

—El placer es mio.

El joven de cabellos lilas se puso de pie y ambos hicieron una reverencia al otro.

Se sentaron y mantuvieron en un silencio que pronto comenzó a hacerse incomodo.

De no ser por las cientos de clases de etiqueta que había recibido Hinata ya habría huido con una pobre excusa de ahí. Además podía oler la incomodidad del omega.

—Entonces Toshino-san...

—¿Me tomará esta noche? —interrumpió el chico, Hinata parpadeó confundida antes de abrir los ojos con sorpresa y sonrojarse.

Boqueó sin saber que decir y el omega la miró con los ojos llenos de miedo y preocupación.

—¡L-lo siento, no quise decirlo de esa forma! ¡Y-yo, perdoneme, no se que estaba pensando! —se levantó e hizo una profunda reverencia, Hinata se apresuró a pararse golpeando su pierna con la mesa por accidente —¡H-Hyuga-sama! —exclamó asustado el chico al ver la expresión de dolor en la azabache.

La alfa sonrió nerviosa mientras aguantaba el dolor.

—N-no se preocupe Toshino-san, no ha sido su culpa.

Se sintió culpable cuando los ojos azules del omega se cristalizaron.

—¿Está todo bien? —una joven mesera se acercó y Hinata cayó en cuenta de que estaban llamando la atención de los demás clientes.

—S-si, perdón por el escándalo, ¿le importaría traerme la cuenta, por favor? —la chica asintió, hizo una pequeña reverencia y se fue.

Hinata regresó su mirada al de cabellos lilas, quien tapaba su rostro con ambas manos y sollozaba levemente.

—¿Toshino-san?

—L-lo siento, lo arruiné ¿cierto?

La alfa miro incomoda su alrededor y con algo de duda tomo una de las manos del chico, quien viéndose descubierto la miro confundido.

Hinata sonrió tratando de tranquilizarlo —No ha arruinado nada Toshino-san, yo... —respiro tratando de darse valor y entrelazo sus dedos con los del omega —Creo que empezamos con el pie izquierdo, ¿que le parece empezar de nuevo? ¿Le gustaría un paseo por la aldea?

Las mejillas del chico se colorearon de rosa y asintió apenado, apretando el agarre de sus manos y dando un paso hacia la Hyuga, fue entonces que Hinata se dio cuenta de lo bajito que resultaba a su lado el omega, sonrió inconscientemente ante eso.

—Su cuenta. —la mesera se acercó dejando un papel en la mesa que habían ocupado y volvió a irse.

El chico se apresuró a buscar en sus bolsillos pero Hinata lo detuvo colocando ella el dinero sobre el papel.

—¡Oh! No hace falta que pague usted Hyuga-sama, solo yo consumí...

—No se preocupe, no me molesta, después de todo fui yo quien lo invitó.

—P-pero Hyuga-sama...

—Hinata. —interrumpió la mayor mientras caminaba en dirección a la salida, halándolo de la mano.

—¿Eh?

Se detuvieron en la entrada y la alfa le sonrió dulcemente.

—Mi nombre es Hinata, no hace falta que me llame por mi apellido.

El omega la vio con sorpresa y bajó la mirada sonrojado, Hinata comenzó a caminar aun agarrada de su mano.

—Mi nombre es Raisuke.

—Es un placer Raisuke-kun.

—Igualmente Hinata-san.

Y ambos sonrieron, pensando en que si resultaban comprometidos, no sería tan malo como en un principio se esperaban.

—Y Raisuke-kun...

—¿Si?

—No te preocupes, no planeo tomar lo que no me pertenece.

El omega la miró sorprendidos antes de sonreír con alegría y abrazarla, sobresaltando a la Hyuga, quien correspondió un poco dudosa.

—Gracias Hinata-san.

Y la cita siguió entre preguntas simples y gratas conversaciones, conociendo lo básico del otro y caminando por la aldea como viejos amigos.

Hinata descubrió a un humilde, tierno y tímido omega, y eso no le disgusto ni un poco.

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