XIII

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Se observaron en silencio, sentadas una frente a la otra. Hinata no se sentía con ánimos para iniciar una conversación y la omega frente a ella parecía rechazar la idea de hacerlo.

La detalló con la mirada. Era bonita, aunque eso no le interesó en absoluto. Tenía ojos grises, un largo cabello rosa y la piel ligeramente bronceada. La luz del atardecer chocaba con ella y la hacía ver realmente hermosa.

Entre sus brazos estaba el ramo de flores que le había regalado.

—Me gusta su aroma. —la escuchó decir de pronto. Hinata la miró desconcertada. —Me recuerda a la primavera, pero al mismo tiempo al invierno. Es atractivo.

La Hyuga se sonrojó levemente ante el cumplido. Se mantuvo un momento más en silencio, solo observándola curiosa. Tenía una voz linda, aterciopelada y agradable. Inhaló disimuladamente el aire, el aroma a chocolate y cerezas le llegó a su nariz.

—Gracias. —dijo por fin. —Su aroma también es agradable.

—Me parece familiar, ¿acaso nos hemos visto antes? —los ojos grises la observaron con fijeza, al punto en que Hinata se sintió incapaz de apartar la mirada. La Hyuga parpadeó confundida ante la mirada anhelante de la mujer frente a ella.

—No lo creo. —titubeó.

—¿Realmente? —Natashi Ryosuka se inclinó sobre la mesa y colocó el codo sobre ella, alzando la mano. Hinata apartó fugazmente los ojos de los contrarios para mirar aquella mano que parecía gritarle que la tomara. —¿No le parezco ni un poco familiar, Hyuga-sama? —la mano de delgados dedos fue estirada aún más cerca, dudosa, Hinata llevó su mano a ella, chocando palmas.

El delicado ceño de la Omega se frunció apenas un poco. Entrelazó los dedos, Hinata se removió incómoda por no saber que era lo que pasaba por la mente de la mujer. La esperanza comenzaba a esfumarse de los bonitos ojos grises.

—¿Nada? —preguntó en un susurro apenas audible.

—¿D-disculpe?

—¿No puede sentirlo? —su mano fue apretada y se preocupó cuando la mandíbula de la omega se movió temblorosa.

—¿Se encuentra bien, Ryosuka-san?

La mencionada sonrió levemente antes de contestar. —S-si, supongo que me he confundido, pido disculpas por mi atrevimiento, pero... —Hinata espero algunos segundos a que la mujer pudiera pasar el temblor de su voz —¿Podríamos, por favor, estar solo unos momentos más de éste modo?

Asintió levemente preocupada porque los bonitos ojos se volvieran cristales, sin saber que hacer, devolvió el apretón a los delgados dedos de la mujer.

Realmente le hacia costoso el respirar saber que aquella omega podría estar sufriendo. No quería verla llorar, por alguna razón sentía la obligación de quitar cada dolor de la bella mujer frente a ella.

«¿Qué es lo que pasa?» el tiempo pasaba y Hinata no podía hacer más que dar pequeños apretones a la mano de la hermosa omega que parecía derrumbarse frente a ella.

—¿Así que ni siquiera Kino me recuerda? —apenas alcanzó a escuchar el dolido susurro su cuerpo se tensó por completo.

Hinata deshizó el agarre de manos y se levantó de inmediato. Miró a Natashi Ryosuka con los ojos bien abiertos mientras la omega subía el rostro asustada por el brusco movimiento.

«¿Quien demonios es ella? ¿Cómo sabe tú nombre?» exigió saber a su lobo sin apartar la vista de los ojos grises que brillaban por las pequeñas lágrimas que querían salir.

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