II

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—Hinata-sama, la señorita Ino Yamanaka la busca en la puerta.

—Gracias por avisarme Kou, hazla pasar a mi habitación, iré en un momento.

El hombre hizo una reverencia y salió del dojo donde estaba entrenando la heredera.

Hinata secó su sudor con una pequeña toalla y caminó en dirección a su habitación.

Se detuvo en la puerta al captar el dulce y potente aroma a canela provenir desde dentro.

Frunció el ceño y entró. —¿Ino-san?

Arqueó una ceja divertida al encontrar a la rubia restregandose en su cama y almohadas.

—Adivina quien esta en su celo. —canturreó su amiga metiéndose debajo de sus cobijas y oliendo sus sabanas.

Hinata rodó los ojos y entró a su baño para ducharse.

—¿Qué piensa Sai-kun acerca de que vengas cada celo a invadir mi habitación? —preguntó mientras se desnudaba.

—Fue su idea en realidad. Mi beta precioso dice que durante el celo un omega tiene que estar cerca de un alfa de confianza para tomar su olor y así ahuyentar a otros alfas y no verse en peligro.

—¿No es mas fácil simplemente usar supresores? —Hinata entró a la regadera y comenzó a lavar su cabello.

—En mi familia no son bien vistos cuando tienes pareja, el que no use supresores es una muestra de que nuestra relación va en serio, si fuera un alfa me marcaría y todo esto sería innecesario, pero él no puede marcarme, es algo complicado.

—Y yo que creí que tu familia era mas libertadora.

—Oh bueno, creo que mas bien me están castigando por no escoger a un alfa para liderar a mi clan. —la rubia se encogió de hombros mientras tomaba una almohada y la presionaba contra su nariz— Me encanta tu olor, es demasiado embriagante.

—¿Gracias? A mi también me gusta el tuyo. —Hinata lavó y enjuagó su cuerpo.

—Huele a canela ¿cierto? Los rollos de canela son tus favoritos.

—Así es. No me molesta que vengas Ino-san, pero soy un alfa ¿sabes? Tu aroma me afecta aun que no lo parezca.

Hinata salió del baño enfundada en una bata de baño mientras secaba su cabello con una toalla.

Ino suspiró y la siguió con la mirada, sin salir de la cama, cubierta hasta la nariz.

—Lo sé, mi cuerpo no puede evitar soltar feromonas, pero sé que no me harás nada, confió en ti. —la voz de la rubia fue amortiguada por la enorme cobija sobre ella.

—Eres demasiado confiada. —la azabache comenzó a cepillar su cabello sentada frente al tocador, observó la figura en su cama a través del espejo.

—Pff, he pasado los últimos 4 años aquí durante mis celos, tengo la total certeza de que me cuidarás. Ahora apurate y abrazame.

Hinata rodó los ojos divertida, se vistió con un camisón lila, se metió dentro de las cobijas y abrazó a su amiga. La rubia se acomodó entre sus brazos y enterró el rostro en el cuello de la Hyuga.

—Cuando me case no podremos seguir haciendo esto, lo sabes ¿no?

Ino suspiró y se aferró a las ropas de su amiga.

—Entonces dejame disfrutarlo mientras aún puedo.

—¿Dormirás?

—Si, pero no te atrevas a soltarme o patearé tu trasero. —Hinata río y acarició los cabellos rubios con dulzura.

—Eres una omega muy atrevida.

—Y tu una alfa muy sumisa, así que callate y continúa mimandome.

La Hyuga apretó un poco más a su amiga entre sus brazos y sonrió al escucharla soltar un suspiro de satisfacción.

—La persona que se case contigo tiene mucha suerte, nadie mima tan bien como tú.

—Sai-kun se pondrá celoso si te escucha. —Ino bufó al escucharla.

—Sai no es de ese tipo, es como si no le importara.

—Sai-kun te ama mucho, confía en ti.

—Lo sé, y se lo agradezco, pero a veces, solo a veces, me gustaría que fuera mas como tu.

—¿Cómo yo?

—Eres como la alfa perfecta ¿sabes? Todos los omegas se derriten por ti.

—Eso no es cierto. —murmuró la azabache, sin dejar en ningún momento de acariciar la cabellera rubia.

—Claro que si, no sabes la cantidad de golpes que ha repartido Sakura por eso, fuiste una de las razones por las que se hizo la discípula de Tsunade-sama.

La voz de Ino se fue haciendo más y más suave, hasta que quedó dormida, Hinata miró al vacío con dolor.

Supo de inmediato que hablar de aquella omega le iba a costar cada vez más.

La quería, realmente la quería, y era una mierda saber que no la tenía ni podría tenerla nunca. Le habría gustado al menos confesarse una vez mas, decirle cuanto le gustaban sus enormes ojos verdes, su extravagante cabello rosa y su dulce aroma a cereza.

Decirle una vez mas que su corazón le pertenecía y que daría cualquier cosa porque fuera suya. Que quería darle todos los lujos que se merecía y recibir todo el amor que otros rechazaron.

Quería tanto decirle que la amaba como nunca había amado a alguien.

Pero no podía, ya no podía hacerlo, tendría que tragarse cada una de sus palabras y evitar cada una de sus miradas, ignorar sus sentimientos y encerrarse en una caja.

Porque se casaría, y el omega que la acompañaría al altar no sería la dueña de su corazón.

Cerró los ojos y abrazó más fuerte a su amiga, aspiró el aroma a canela y se dispuso a dormir, sin poder evitar soñar con la sonrisa de labios delgados y rosas.

Realmente le habría gustado decirle una vez mas cuanto amaba su sonrisa.

AceptameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora