Capitulo VIII

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Estaba enfadado. Furioso. Desenfrenado, y no creo que alguien que este con esas emociones vaya a hacer algo inteligente en esos momentos. Esperé unos segundos a que todos dejaran de mirar asombrados por la repentina salida de Dominik, y me levanté a pedirle permiso al profesor para ir al baño. Accedió, y salí en su búsqueda.

Lo busqué en varias partes pero no lo encontré. Hasta que llegué al baño de varones. Dude bastante en si entrar o no... Pero tomando en cuenta que no había nadie a mi alrededor, y que escuché muchos ruidos al interior, solo entré.

Dominik estaba hecho una furia golpeando la puerta de uno de los cubículos del baño, y exclamando cosas.

—¡Dominik detente! —exclamé, a lo que él agachó la mirada apoyándose en la misma puerta a la que estaba golpeando y se detuvo.

Miré a un lado, y estaba su celular, o más bien las partes de su celular desparramadas por el piso. De seguro lo había estrellado minutos antes.

Lo miré atónita. Jamás lo había visto así. No es que lo conociera desde hace mucho, tan solo unos meses, pero en ese tiempo nunca se enfureció de esa manera. Y lo que es peor aún no comprendía nada.

—¿Qué te está pasando? —pregunté en voz baja

—Déjame solo, no quiero hablar con nadie —dijo sin alzar la mirada

—No me importa, tenemos que hablar —lo miré amenazante

—No lo sé... —respondió titubeante

—Dominik, vamos a hablar ahora —dije con voz firme—. Y no aquí.

Él volteó, me miró con la misma mirada fría que me había dirigido en todo el día, y se acercó a mí.

—¿Y dónde pretendes hablar? ¿En la sala? —su tono era sarcástico, pero seguía con el aire de enfado

—Pues no, salgamos un rato del colegio, no creo que lo noten

Suspiró

—Bien —me miró resignado

Salimos por el portón del patio, que estaba entre abierto, y nadie se dio cuenta. De seguro el tipo que regaba el pasto de afuera del colegio había salido sin cuidar la puerta. Y de hecho estaba afuera, regando, pero corrimos en dirección contraria y no nos vio.

Caminamos en silencio por varias cuadras. El clima estaba extraño. A ratos se veía el sol, y a otros volvía el cielo a ser gris, y parecía que en cualquier momento se pondría a llover.

—Dominik... —le miré, y seguía con expresión de enfado. No me respondía—. ¡Maldita sea, no te cuesta nada responderme!

—¡¿Y qué quieres que te responda?! —exclamó casi gritando—.¡Habla ya lo que querías hablar!

Su actitud terminó por enfadarme a mí misma.

—¡No tienes porque estar tratándome así! —exclamé con su mismo tono—. ¡No entiendo que te he hecho para que estés así!

—¿Sabes? Me hartas, deberías darte cuenta sola de las cosas

—¡¿Qué demonios te sucede?! —exclamé alterada—. ¡Me confundes con una frase que ni siquiera terminas, luego te enfadas sin razón y te comportas como un loco!

—¿Tan lenta eres? —me preguntó con una sonrisa fingida, y llena de amargura—. ¡Ve con Damian, a que te lleve a casa, te pase su poleron y se besuqueen por ahí! ¡Maldita sea! —pateó con furia una lata que había en la calle

—¿De qué estás hablando? Y además, ¿De qué te enfadas si no somos nada? —lo miré enfadada

—¡¿Por qué me enfado?! —dijo irónico y alterado—. ¡Pensé que sentíamos lo mismo!

Te odio y te amo |Dominik Santorski ☢RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora