Capítulo I

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Estúpida escuela, jodidos profesores y malditas asignaturas. Era todo lo que podía pensar mientras iba con el semblante más serio por el corredor. 

Todos riéndose como estúpidos con sus grupos, y yo caminando en dirección al salón, pues no le veía razón en quedarme por el pasillo haciendo nada. Janine, mi única amiga, estaba ya sentada en un banco, y claro, me había guardado asiento. Creo que era la única persona que me agradaba de aquí.

—¡Moni, Moni! —dijo en tono melódico — Ven aquí, pequeña grinch

Si, así me decía siempre. Ella, y quiénes me tenían confianza.

O sea, solo ella.

—Cierra la boca, o dejarás de ser con la única que me llevo bien —gruñí 

—No decía yo...¡grinch! —sonrió—. Siéntate mejor

Le hice caso, y me ubiqué en la silla de madera a su lado

—Janine... no quiero volver a esta cosa —hablé desganada—. Fue como en un abrir y cerrar de ojos que pasaron las vacaciones

—No exageres floja, además no puedes hacer nada contra esto —sacó su celular y miró la hora—. Están por tocar el timbre

—Que aburrido, otro año aburrido —dije por lo bajo

Entonces, como señal de comienzo de mi rutinaria y horrible vida escolar, sonó el timbre. Todos comenzaron a entrar y acto seguido entró el profesor.

Que alegría verlo de nuevo. Si, claro.

—Buenos días, queridos estudiantes, espero que hayan disfrutado de su descanso y les doy la bienvenida al nuevo año escolar —parloteó el profesor, el discurso de todos los años —Bien, a esta clase se integra solo un alumno nuevo, y...

Algo lo interrumpió.

El sonido de la puerta abrirse de forma poco delicada. Un chico entró por la puerta de golpe, haciendo que toda la clase lo quedara viendo.

El profesor, volteó sorprendido por la abrupta interrupción

—...Que acaba de llegar, por cierto. Señor Santorski, tome asiento por favor —añadió el profesor

El chico lo miró con indiferencia, y a todos a decir verdad, y dirigió su mirada a los puestos. Parecía examinar todo a su alrededor, y al final optó por sentarse a la orilla de las dos sillas vacías que estaban atrás de Janine y de mí. Es decir, se sentó solo y lo más apartado de todos, pero es comprensible, siendo que era nuevo.

Todos lo observaban, y el chico los miraba con desagrado, como si le molestara la presencia de cada persona aquí. Era extraño, quizás siendo que yo tenía un carácter del asco, creía ver esa actitud en él y solo era una impresión errada.

Al sonar el timbre de recreo, varias chicas se acercaron a "Señor Santorski" ( no tenía ni la menor idea de su nombre, el jodido profesor no sabía ni presentar bien a las personas). Y yo siendo tan intrusa, oí las conversaciones.

—Hola —sentí la voz de Katia, la odiosa "Soy guapa, popular y no me superas" de la clase—. Te vez muy simpático chico nuevo —dio una corta, y tonta, risa—. ¿Cómo te llamas?

—Eres muy guapo, de seguro tu nombre debe ser lindo —habló otra chica

Es impresionante el tiempo récord que han demorado en ir a lanzarse al nuevo

Luego de unos largos segundos habló el chico.

—Si soy guapo, no necesito que chicas como tu me lo digan —oí como el silencio invadía la escena—. ¿Y mi nombre? No les importa, no es necesario que lo sepan —sonó el arrastre de la silla, y luego vi al chico dirigirse por la puerta del salón, al pasillo.

—Demonios, que antipático —chilló una chica, estaban atrás aún.

Definitivamente no era mi imaginación. Realmente odiaba a todo el mundo. O quizás, solo su día estaba mal y actuaba desquitándose con todos, también era una opción.

●●●

Tras unos minutos, en los que Janine me contaba de sus vacaciones con sus abuelos, sonó nuevamente el timbre. Llegó el profesor y todos tomaron los lugares que habían ocupado la clase anterior.

—Como saben, los puestos serán asignados por mi — si, hacían eso todos los años, por cuestión de poner más atención a la clase—. Así que daré los nombres y se irán sentando donde les indique

Fue señalando nombre por nombre, llenando los puestos de a poco por toda la sala, hasta que mencionó mi nombre. 

—Señorita Monika Alonso... —el profesor me miró y señaló un puesto—. Allí, en los puesta de allá —me dirigí y me senté a la orilla de los puestos que señalaba—. Y al lado... Dominik Santorski

Ajá...con que ese era su nombre.

El chico se acercó, pero cuando estaba apunto de sentarse a mi lado, se dirigió al profesor

—No podría sentarme...¿solo?

Éste lo quedó mirando con cara de pocos amigos, y le respondió;

—No, siéntese allí. Acá no se hacen excepciones con nadie —habló duro el profesor

Resignado, y como conteniéndose a seguir discutiendo, el chico se sentó a mi lado, en la silla que daba al pasillo.

—Quiero la orilla —me habló bajo pero con voz dura, sin dirigirme mirada.

—¿Qué? —pregunté extrañada

—¿Estás sorda o qué? que me des la orilla, no me gusta sentarme hacía el pasillo —seguía sin mirarme

—En ese caso...pídelo de buena forma —respondí un poco cabreada

—No, solo dame el puesto y ya —reclamó

—¿No oíste? con buenos modales se consiguen muchas cosas —hablé con tono arrogante—. Vamos, te escucho

El chico pareció estar entrenándose mentalmente para poder ser educado, y finalmente me dirigió una mirada fría, a decir verdad a mi mesa porque no me miraba a mí, y habló;

—¿Puedes darme... tu puesto? —dijo con el peor intento de no sonar grosero y fingido

—Con ese tono nadie te lo cree —solté una pequeña risa

—No me jodas, ya te lo pedí, ahora salte de ahí 

—Faltó el "por favor" y mirar a los ojos —dije con el tono más fastidioso

— Ok —respondió fastidiado—. Por favor, ¿me das el maldito puesto? —me lanzó una mirada de odio.

—Hum... déjame pensarlo...—fingí pensar—. No, no quiero dártelo—arrugué el gesto, mientras me reía mentalmente

—¡Maldita sea, dame el jodido puesto! —exclamó un poco más cabreado

—Oblígame —respondí desafiante

—Los dos, ¡fuera de la sala! —exclamó el profesor, y todos voltearon a vernos

—¿Y que hicimos? —fingí inocencia

—Hablar toda la clase, fuera, a detención.

Toda la clase, si claro. 

Mierda, jodido profesor, y jodido Dominik. 

Salimos de la sala y cuando estábamos por llegar a detención miré al chico nuevo y le hablé;

—Bien hecho, Dominik

—No me hables —contestó frío

—No me ordenes —respondí apresurando el paso

—Solo déjame en paz —se alejó

—¡Eres un antipático! —exclamé lo suficientemente fuerte para que me oyera.

Él sin detenerse, levantó su brazo y me señaló el dedo de en medio.

Bien, este sería un largo año escolar. 

Te odio y te amo |Dominik Santorski ☢RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora