...y te sacaran los ojos (parte 11)

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La tarde había caído sobre la arena de entrenamiento de los bandidos outcast, cubriendo la piedra de un triste gris con tono rojizos y sombras. Una luz casi perfecta para completar la batalla entre el líder de los bandidos, Alvin the Treacherous, y la joven doncella guerra de Berk, Astrid. Los espectadores y secuaces del outcast rodeaban la arena en lo que vitoreaban burlas y palabras altisonantes a la chica rubia.

Astrid no se dejo amedrentar.

Rotó un par de veces el hacha en sus manos, deseando que fuera la suya en lo que trataba planificar una estrategia de combate contra el bandido. Alvin era vikingo de gran tamaño y fuerza, además de ser muy diestro en el combate. La joven rubia tenía muy presente su último enfrentamiento contra él, pero tampoco debía de olvidar que outcast era precisamente un embustero. Haría trampa para ganar.

Astrid debía ser astuta, ágil y estar enfocada si deseaba superar a Alvin en su propio juego, ya que derrotarlo sería casi imposible.

Pero de algo estaba segura, daría un gran espectáculo que mantendría la atención de todos los bandidos en ella, que ni siquiera el vigía se percataría de la armada de Berk acercarse por las aguas. Astrid solo necesitaba algo de tiempo y un plan para pedir ayuda.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios de Alvin invitando a Astrid a dar el primer golpe. Y así fue. La rubia se lanzó directamente contra el bandido con fuerza haciendo predecibles cada uno de sus movimientos.

–¿Qué? ¿Eso es todo? –se burló Alvin al bloquear cada uno de los ataques de la chica con gran facilidad.

Pero esa había sido su intención desde el principio.

–Menos charla... –dijo ella liberando su hacha y girando para dar un repentino ataque por la derecha –. ¡Y más pelea!

Con agilidad, Astrid lanzó dos golpes a cada costado de Alvin, que este muy apenas logró bloquear a tiempo. Y antes de que pudiera responder un tercero, la chica aprovechó un movimiento en falso del bandido, para acertarle una buena patada en la rodilla que lo hizo tambalear un poco. Ante su tamaño y peso, las piernas resultaban ser el punto más débil de vikingo.

–Has mejorado desde nuestro último encuentro, niña –la alabó Alvin recobrando la compostura. El resto de los bandidos que observaban el espectáculo, abuchearon a la joven rubia en venganza.

–No sabía que podías hacer cumplidos –fue el turno de Astrid de sonreír maliciosamente, en lo que caminaba alrededor del bandido como si de una presa se tratase.

–Solo cuando le veo una ventaja –volvió a sonreír Alvin como si guardara algún secreto malicioso –. Será bueno tenerte bajo control como tus amigos y Heather.

–¡Ni en tus sueños! –bramó Astrid antes de arrojarle su hacha al bandido, la cual Alvin rechazó con un movimiento de su propia arma. El hacha rebotó en dirección de la rubia que la atrapó con destreza para lanzar otro golpe.

Con sus movimientos rápidos, la doncella guerrera arrojó el filo de su arma contra el bandido una y otra vez, pero por igual, Alvin logró bloquear cada uno de ellos. Así fue hasta que Astrid dio un movimiento en falso que su contrincante aprovechó para sujetarla de la trenza de su cabellera y arrojarla contra el suelo. Solo los reflejos rápidos de la chica fueron los únicos que la salvaron de terminar bajo la bota de Alvin.

Los bandidos gritaban con más intensidad emocionados con el combate, la mayoría ellos burlándose de la joven rubia y el resto animando a su líder. Solo los padres de Heather eran los únicos apoyándola con gritos que eran opacados por la multitud.

–¡Lucha! ¡Pelea! ¡Resístete! –gruñía Alvin en brama mientras contra-atacaba cada uno de los movimientos de Astrid –. ¡Me encanta ver como mi oponente pierde la esperanza poco a poco!

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora