La realidad de la noche

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Esa misma noche, en el gran salón, dejando morir sus penas en el fondo de un tarro de hidromiel, Gobber bebía hasta el fondo gruñendo para sus adentros toda la frustración que cargaba consigo.

El viejo guerrero había visto cosas terribles en su vida, enfrentado devastadoras batallas y viajado más allá de los confines del archipiélago barbárico. Había enfrentado a peligrosos y letales enemigos, matado feroces bestias y sido acosado por otras. Su vida estuvo en riesgo muchas veces, y aún así, nunca había enfrentado una frustración tal como la que estuvo viviendo los últimos días.

No tenía tregua y rompía su pobre espíritu.

Lo único que deseaba era terminar en calma su bebida, regresar a casa y gritar incontrolablemente contra la almohada hasta quedar inconsciente.

Por desgracia, las cosas nunca podían ser tan sencillas.

–¡Gobber! Viejo ¿Por qué bebiendo tan solo? –le preguntó de repente el larguirucho Lars Thorston sentándose a un lado de él en la mesa.

–Pareciera que no quieres que te molestaran –soltó robusto Dogbreath Dubrain con una risita estúpida, ocupando el lugar frente al herrero.

–¿Tú crees? –gruñó Gobber con sarcasmo y amargura en su voz.

–Y ¿Cómo van los novatos en la arena? –preguntó Lars sin captar el tono del comentario anterior.

–Sí ¿Son tan malos como todos dicen? –dijo Dogbreath con una sonrisa tonta en sus labios.

El viejo guerrero paso su única mano por su rostro soltando un gruñido con hastía.

–¡Ja ja ja! ¿Así de malos son? –se burló Lars, mientras su amigo le daba al herrero una fuerte palmada en la espalda que casi lo hace tirar su bebida –. Sabíamos que la mayoría de ellos era unos lerdos, pero tanto.

–O tal vez Gobber es el que se está poniendo viejo –comentó gimoteando Dogbreath tratando de contener sus carcajadas.

El joven Thorston apoyó su opinión soltando tremenda risotada, la cual fue como puñaladas en la espalda para Gobber. El hombre perdió lo último que le quedo de compostura y alargó su brazo por encima de la mesa para sujetar a Lars de gaznate.

–Vuelvan a decir eso y les aseguro que les pateare el culo tan fuete que tus ancestros en el Valhala lo van a sentir –los amenazó Gobber mientras apretaba con fuerza la garganta de Lars. El joven rubio inútilmente trató de liberarse de la enorme mano del guerrero que fácilmente podía estrujarlo hasta morir. En cambio, Dogbreath saltó de su puesto y miró con miedo y horror a su viejo maestro –. Solo porque ya no están bajo mi entrenamiento, no significa que pueda darles una madriza.

–Tranquilo... tranquilo –musitó el Thorston casi inaudible y sin aire. Cuando su rostro comenzó a ponerse azul, finalmente Gobber decidió dejarlo ir. Lars se acarició el cuello mientras tocía incontrolablemente y trataba de recuperar el aliento –. Solo... teníamos un poco de curiosidad... eso era todo –agregó entre arcadas, en lo que Dubrain asentía con la cabeza enérgicamente.

–Viniendo de ustedes, debe de ser muy malo –dijo una cuarta persona que se unía a la conversación a espaldas del herrero. Los tres hombres se volvieron para toparse con la ancha y fornida Rubella "The Rude".

–Nadie te invitó, Rubella –se quejo Lars señalándola con el dedo.

–Y tampoco a ustedes, perdedores –le respondió ésta con las manos en la cintura sin intimidarse en lo más mínimo –. Porque no dejan de fregar a Gobber y se van a joder a alguien más.

Lars y Dogbreath soltaron un gruñido como respuesta, pero sus miradas se toparon con la del herrero, que los desanimó en continuar la discusión. Ambos amigos decidieron que sería mejor marcharse, pero si no antes de que Lars se inclinara hacia la joven mujer y le susurrara al oído:

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora