Happy Birthday... to me

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Definitivamente, era más difícil de lo que se podían imaginar.

Tan solo había pasado un día desde la partida del grupo de búsqueda encabezado por el jefe Stoick the Vast y la mayoría de los adultos, y ya la aldea parecía una zona de guerra. Ni siquiera cuando fue invadida por los Outcast alcanzó ese nivel de caos.

Por todas los caminos de Berk los jóvenes vikingos brincaban y jugaban causando destrozos. Los animales de granja corrían libres entre las casa, mientras lo dragones intentaban comerse algunos de ellos. Las cosechas había dejado de ser recolectados y las provisiones para la temporada de invierno se encontraban esparcida por todos lados.

Mildew como el cascarrabias de costumbre, marchaba por la aldea quejándose de todo, la única diferencia que radicaba en esa ocasión, es que sus quejas finalmente estaban bien fundamentadas. Los chicos gritaban, los dragones comían todo, los animales ensuciaban y el caos reinaba en Berk.

Esos eran las primeras horas del gobierno de Hiccup Haddock III.

El anciano de Mildew no solo era el único en desacuerdo con aquel desorden, Gothi prácticamente se había refugiado en su casa olvidada en la alta colina y evitaba toda visita. Algunos adultos rezagados o que quedaron atrás, no eran de gran ayuda con la situación, ya que los que se quedaron en la aldea eran aquellos con el poco temperamento para lidiar con los problemas, pero igualmente se quejaban absolutamente todo. Muchos de ellos (incluido Mildew) ya tenían una lista larga y llena de decepciones que mostrarle a Stoick sobre el desempeño de su hijo.

Pero no todos eran tan crudos en sus opiniones, incluso existían aquellos que disfrutaban del nuevo orden. Ruffnut Thorston por ejemplo, no encontraba nada más maravilloso que caminar por la aldea una mañana mientras el pandemónium reinaba a su alrededor.

La joven gemela rubia tenía fuerte razones para estar feliz. Finalmente había llegado el día en que cumpliría quince años. Y toda aquella locura que gobernaba en la aldea era como música para sus oídos.

-No les parece una mañana mágica -comentó dirigiéndose a su zippleback que la seguía de cerca -. ¿Barf? ¿Belch?

Como un acto irónico, tomó una florecilla que crecía entre unas rocas, en lo que una oveja prendida en llamas pasaba corriendo dejando una estela de humo detrás de sí.

-El dulce olor -agregó después de pasar la flor por su nariz - a piel quemada, mi favorito.

Ambas cabezas del dragón intercambiaron una mirada antes de encender en conjunto una llamarada que prendió en fuego la carreta de coles de Mildew.

-¡Mis coles! -gritó el anciano a lo lejos, mientras Ruffnut continuaba su marcha en compañía de su reptil volador.

Sus pasos por fin la llevaron hasta su casa, donde abrió la puerta de una certera patada.

-¡Mamá! ¡Ya regresé! -se anunció a todo pulmón aunque sin recibir respuesta.

El hogar de los Thorston podría ser confundido con una zona de desastre al igual que las calles fuera de ella, pero no había que engañarse, ya que ese era el aspecto que tenía la vivienda la mayor parte del tiempo.

-¡Mamá! -volvió a gritando Ruff sumergiéndose en las sombras de su desaliñado hogar -. ¡Mamá! ¿Mamá? -el camino de la joven la llevó hasta uno de los sillones de paja apiñados dentro de la casa, donde la señora Thorston dormitaba profundamente.

La alta y delgada mujer, se encontraba extendida a lo largo del mueble como si su cuerpo fuera simple gelatina, su rostro estaba cubierto por un vestido viejo que parecía haber estado remendando antes de caer dormida, y los pies del sillón, una gran cantidad de botellas la rodeaban. Ella y su amado esposo, habían tenido una divertida despedida con alcohol la noche anterior.

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora