Un día en ensenada

351 30 0
                                    

A la mañana siguiente Hiccup se levantó muy temprano, incluso antes de que el sol saliera del todo en el horizonte. Tenía como objetivo del día regresar a la ensenada para darle otro buen vistazo a ese night fury.

El muchacho no estaba tan seguro porque, pero no podía sacarse a ese dragón de ébano de la cabeza, tampoco el hecho que éste le hubiera perdonado la vida después de haberlo derribado del cielo. Había tanto que los vikingos podían asegurar sobre los dragones, pero el night fury estaba contradiciendo todos lo establecido con su extraño y enigmático comportamiento. Además, Hiccup encontraba increíblemente curioso cómo él podía descifrar facciones y expresiones en tales bestias, algo que al parecer, nadie más podía apreciar.

Así que, decidido continuar su peligrosa investigación. Hiccup salió de su cama lo más silenciosamente posible para no despertar a su hermana, quien dormía plácidamente al otro lado de la habitación. Se cambió de túnica, tomó su pequeño cuaderno de apuntes y bajo al piso inferior de su hogar, sin percatar algún cambio en el tranquilo sueño de su hermana gemela.

Hiccup estaba por salir a la fría y húmeda mañana en Berk cuando reparó que se le escapaba un detalle. Dejando la puerta abierta, el muchacho regresó sobre sus pasos en dirección a la cocina y tomó el pescado más grande que encontró en una barrica. Esperaba que fuera suficiente para distraer, aunque por unos segundos, al dragón negro como la noche y escapar vivo si la situación lo ameritaba.

Ya con la ofrenda escamosa y apestosa en sus manos, Hiccup salió de su hogar procurando hacer el menor ruido posible.

Una vez afuera encontró a Berk más solitario que nunca, inmerso en una intensa neblina húmeda que no permitía ver más allá de un metro delante de uno. Debido a que el sol aún no salía del todo, la aldea se encontraba a oscuras y solo era iluminada levemente por un par de antorchas, cuya débil llamarada estaba por extinguirse después de una noche larga. Hiccup no pudo evitar comparar el ambiente que lo rodeaba con las historias y leyendas sobre los nueve planos del universo que solía contarle su abuelo; hasta por un momento imaginó que de entre la neblina aparecería un gigante del Jotunhiem para devorarlo.

¿Cómo si ya no tuviera suficiente con los dragones?

Antes de ir directo a la ensenada del night fury, Hiccup decidió pasar primero por la forja de Gobber the Belch. En su camino, el muchacho no se topó con alguna alma y mucho menos un gigante.

–¿Gobber? –llamó el muchacho con cautela desde la entrada, a la oscuridad de su lugar de trabajo.

Estaba desierto.

Sin perder el tiempo y con la posibilidad de que su mentor sintiera la extraña y bizarra urgencia de madrugar e iniciar su jornada de trabajo (en contra de todas sus costumbres) Hiccup se apresuró a tomar un pesado escudo que yacía junto a un montón en una esquina de la herrería.

–No se dará cuenta si hay uno menos –dijo el muchacho para sí despreocupadamente. Unos segundos después se lamentó a haberlo hecho tan a la ligera, ya que sintió una intensa punzada de dolor en su hombro herido ante el peso repentino del escudo en su brazo.

A pesar de su primer impulso de dejarlo en su lugar, Hiccup necesitaba algo más que la pequeña daga que cargaba en su cintura, para protegerse del mortífero y peligroso night fury. No le quedo otra opción que llevar el escudo en su brazo sano y el pescado apestoso en el otro. Esto le dificultó el cruzar todo el bosque en dirección a la ensenada, por lo cual le tomó más tiempo de lo normal llegar a su destino.

Cuando finalmente alcanzó raven's point, el sol ya se encontraba en lo alto y la neblina había desaparecido entre los troncos de los arboles. El siguiente reto de Hiccup fue encontrar un camino que le permitiera descender hasta el fondo de la ensenada con la carga extra en sus inútiles y escuálidos brazos.

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora