El night fury

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El llamado de la bestia se escuchó con fuerza en cada rincón de la aldea, causando temor en sus habitantes. ¿Qué clase de dragón podría producir tal efecto en un grupo de seres humanos incivilizados que llevaban generaciones luchando con enormes lagartijas escupe fuego hasta el punto de volverse rutinario?

Eso era el night fury. Un dragón desconocido y muy poco comprendido, rara vez visto con claridad, siempre oculto en las sombras. Caracterizado por su gran velocidad, su increíble puntería y su sorprendente inteligencia. Era una bestia de la oscuridad que solía llenar los sueños de los niños con pesadillas.

Es parte de ser humano que lo desconocido sea lo que más nos aterrorice.

Las cualidades de ese dragón también lo habían convertido en el máximo premio vikingo. Honor y gloria esperarían al valiente y loco que se atreviera a matar uno; canciones se cantarían en su honor, y si aún se escribieran libros, muchos serían sobre tal héroe. Por generaciones muy pocos dementes lo intentaron, y ninguno lo había logrado.

La bestia de la noche sigue invicta y en esa en particular, buscaba una nueva victoria.

–¡Night fury!

–¡Night fury!

–¡NIGHT FURY! –se escuchaban los gritos de advertencia.

Los vikingos de Berk estaban acostumbrados a tal llamado y automáticamente, se arrojaban al suelo cubriéndose las cabezas, ya que siempre a los gritos era seguida una terrible explosión.

El dragón oculto en las sombras, con una puntería casi demoniaca, destruyó de dos tiros la principal catapulta de la aldea. Los guerreros que la protegían y guiaban contra sus enemigos, alcanzaron a escapar del fuego y la destrucción antes de que fuera demasiado tarde, entre ellos el mismo jefe Stoick.

La batalla se estaba intensificando, más y más dragones llegaban a cada minuto, y los vikingos de Berk comenzaban a verse superados cuando las terribles bestias escupe fuego hacían cenizas sus principales armas. Los dragones descubrieron las vitales reservas del poblado y en cuestión de segundo, arrasaron hasta con el último pescado. Pero no iban a terminar ahí, las ovejas eran las siguientes en su lista.

Los guerreros necesitaban toda la ayuda que pudieran conseguir para detener a las bestias, inclusive si esta venía de personas sin manos.

–La situación se está empeorando –soltó Gobber mirando a través de la puerta de la herrería el fuego que se esparcía por Berk –. ¡Malditas bestias del Helheim! –maldijo el hombre alzando su único puño al cielo, mientras que cambiaba su mazo por una filosa hacha –. Me necesitan ahí afuera.

El feroz guerrero estaba por lanzarse a la batalla cuando recordó que tenía a dos pequeños adolecentes problemáticos a su cuidado. Gobber se volvió para encontrarse al par de hermanos mirándolo con sus grandes ojos verdes, expectante por su próximo movimiento.

–Oh, no –se apresuró a decir el hombre señalándolos con su único dedo índice –. Ya sé que están pensando –agregó identificando un brillo en sus miradas –, así que quítense cualquier idea descabellada que tengan dentro de sus peludas cabezas.

–No sabemos de qué estás hablando, Gobber –se apresuró a decir Hiccup con una leve sonrisa y fingiendo completa inocencia.

–Saben bien de que estoy hablando –continuó el guerrero dando leves pasos hacia atrás en dirección a la salida –. Quédense adentro. Ahí. Quietos, como buenos chicos.

Y con un fuerte grito de batalla, corrió sobre su pata de palo a la guerra.

–¡No tienes de nada de qué preocuparte Gobber! –gritó Hiccup sacudiendo en alto su mano –. ¡Honey y yo cuidaremos de la forja!

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora