El gélido calvario de una doncella irascible (Pt. 2)

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Las semanas pasaron rápido por Berk, como el hidromiel en la garganta de un Berserker borracho

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Las semanas pasaron rápido por Berk, como el hidromiel en la garganta de un Berserker borracho. Los días se tonaron más fríos de lo habitual, las noches largas y el astro celeste rara vez daba la cara. Pero el poblado en lo más alejado del archipiélago barbárico no solo había cambiado en temporal, sino también en sus habitantes y actividades diarias.

Con la llegada de los días fríos implicó el arribo de viajeros de las tierras heladas del norte en busca de comerciar ante la inminente congelación del mar. El muelle de Berk pronto se llenó de navíos nuevos aparte del recurrente mercader Johan, exhibiendo e invitando a todos los habitantes de la isla a revisar sus mercancías.

Los visitantes eran raros en Berk, pero rostros nuevos, historias sorprendentes y extraños artilugios siempre eran bienvenidos ante la curiosidad innata de los hooligans. Solo que, por recientes razones, a los visitantes no se les permitía deambular por el poblado, principalmente ante la presencia de los dragones, que ya eran habitantes rutinarios de la isla. Aunque por igual, el jefe Stoick "the Vast" había prohibido a los dragones cerca del muelle o vuelos sobre este.

Los rumores sobre los dragones Berk cada vez cobraban más fuerza y el gran líder vikingo temía que esto atrajera atención indeseable. Pensando principalmente en sus hijos y los demás jinetes de dragones; los atentados de Alvin contra los gemelos Haddock todavía seguían frescos en la mente del jefe.

Pero no era solo él que tenía muy presente las acciones del bandido outcast.

–¿No crees que ya les has sacado suficiente filo a tu hacha, Astrid? –le preguntó Fishlegs a la joven rubia ausente en sus pensamientos. Astrid se encontraba sentada en uno de los pesados barriles llenos de agua de la herrería de Gobber, mientras pasaba continuamente una piedra de afilar por la hoja de su hacha.

La chica tenía ya más de una hora acompañando en silencio al joven rubio en su nueva labor en la herrería. Hacia apenas unos pocos días que, por casualidad, Fishlegs había descubierto el hierro de gronckle, producido en los estómagos de estos dragones al alimentarlos con una combinación específicas de rocas.

El metal era la mitad de pesado que hierro común y tres veces más resistente. Tal descubrimiento pronto generó interés en Gobber y en Hiccup, que iniciaron una producción en masa del metal, así como armas y artilugios a base de ello. Pronto atrajo la atención de los habitantes de la aldea y de los comerciantes visitantes que estaban dispuestos a todo con tal hacerse de la receta secreta.

Para eso Fishlegs y Meatloug realizaba jornadas secretas en la herrería fuera de la vista de la mayoría de los habitantes de la isla, para evitar así problemas con los clientes. Aquel día en particular, resultaba ser otro día en la forja para obtener la mayor cantidad posible del metal.

Regresando a la escudera rubia, Astrid soltó un respiro de resignación al percatarse de su comportamiento.

–Tal vez estas en lo correcto –dijo ésta dejando a un lado su hacha con su nueva y filosa hoja de hierro de gronckle. Pero eso no evitó que soltara un gruñido de frustración.

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora