Cría cuervos... (Parte 12)

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Desde muy temprano esa misma mañana, Gobber había está realizando la difícil, inútil y casi imposible tarea de enderezar unos clavos de hierro. Le faltaban unos cuantos para terminar de colocar los retratos de los antepasados de Berk en el gran salón, pero la dura pared de roca no le ayudaba mucho en la tarea.

Muchos de los gruesos clavos terminaron torcidos de las puntas e imposibles de reutilizar, a menos que los arreglara. Por desgracia, para llevar a cabo tal trabajo necesitaba (aparte de su enorme mazo al cual le gustaba llamar Dan) las pinzas especiales para sujetarlos en su lugar, justamente las mismas que Hiccup había pedido prestadas y no había devuelto hasta ese momento.

Así que cada vez que intentaba corregir un punta con un fuerte martillazo de Dan, el clavo salía volando en dirección contraria destruyendo parte de su herrería, o agrediendo a cualquier incauto que cometiera el error de pasar por la puerta.

–¡Gobber! –lo llamó el gran jefe vikingo de Berk a todo pulmón al mismo tiempo que el mazo chocaba de nuevo contra hierro. Por suerte para Stoick, sus reflejos de guerrero le permitieron hacerse a un lado a tiempo mientras el pedazo de metal surcó la herrería, la puerta de entrada y gran parte del centro de la aldea.

–¡Mis repollos! –escucharon los chillidos de Mildew confirmando el destino final del clavo.

–Buenas días a ti también Stoick –lo saludó Gobber con un cínica sonrisa como si nada hubiera pasado –. ¿Cómo me encuentro? ¡Maravillosamente! –agregó arrojando su mazo Dan a un lado para remplazarlo por su confiable garfio –. Trabajando como un yak en un campo más seco que mi barbilla en temporada de incendios.

–En el nombre de Thor ¿Qué rayos estás diciendo?

–Solo aligerando un poco el ambiente –bromeó el herrero guiñando un ojo.

–Gobber, deja de decir tonterías –soltó Stoick perdiendo la paciencia –. ¿Has visto a Hiccup? Tiene toda la mañana, desaparecido. No se encuentra por ningún lado, ni él, ni Honey o alguno de los jinetes.

–Tal vez necesitaban un momento para respirar –comentó Gobber con un suspiro antes de desplomar su enorme trasero sobre una barrica. La madera chirrió ante su peso –. Después de todo ha sido mucho trabajo con la semana de Bork, planearlo por su cuenta, la presión sobre sus hombros y llenar las enormes expectativas de su padre...

–Bien... –masculló el jefe vikingo suspicazmente – ¿por qué siento que estás hablando entre líneas?

–¿Te doy esa impresión? Es curioso, yo pensaba que esa era tu área de especialidad.

–Gobber te juro que por el amor a Freya, que si sigues hablando estupideces voy a terminar golpeándote en la testa con un martillo.

–Perdóname Stoick –aceptó el herrero palmeando su barriga y rascando su nuca –, pero el día de ayer Honey estuvo aquí toda la tarde con esa aura de muerto viviente que carga últimamente, y creo que me contagió como plaga su ácido sarcasmo con sus constates preocupaciones por su hermano.

–¿Preocupaciones por Hiccup? –Stoick prácticamente saltó en su puesto al escuchar eso –. ¿Cuáles preocupaciones? ¿Qué pasa con él?

–Nada importante, solo dijo algo sobre el muchacho enfrentado la presión de tener que sacar adelante los festivales de la semana, la ansiedad por la soledad de su dragón y llenar unos botas muy grandes cuando se supone que ya no es necesario...

Stoick no pudo evitar fruncir el ceño.

–Gobber... –dijo en advertencia final.

–Antes que nada debo aclarar que son las palabras de tu escuálida hija, no mías –cedió el herrero ante la mirada penetrante y casi asesina de su buen amigo –. Ella dijo y cito: Creí que papá había entendido que Hiccup ya no tenía que probarle nada a él o a la aldea.

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora