Letras peligrosas (Pt. 3)

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A pesar de las objeciones de los jinetes de dragón y las preocupaciones paternales de jefe Stoick, a la mañana siguientes el barco insignia de la armada "El pingüino peregrino" zarpó de la costa de Berk en dirección a la isla Meathead. Al final, como había anunciado, Stoick solo llevó consigo a los miembros de la guardia del escuadrón de Lydia, a Gobber, Gothi y Honey.

El resto protegería la isla en su ausencia, y los pobres jinetes, seguían castigados en tierra.

Después de un largo tiempo sin tener permitido abandonar la isla, para joven chica pecosa resultó algo diferente y agradable sentir el golpe del aire salado directo del mar en su rostro. Era un cambio que tal vez requería después del pésimo humor que reinaba en su hogar, isla, academia y en su propia cabeza, ante la tortura que sufrió semanas atrás a manos de Alvin The Treacherous.

El tranquilo viaje en barco hubiera resultado una medicina perfecta para ella, sino hubiera sido que su padre tenía sus propias preocupaciones en mente.

–Una vez que lleguemos a la isla, no te despegues de mi lado –le ordenó tajantemente él mientras sacudía su dedo índice con vehemencia.

–Entendido –respondió la chica casi como autómata.

–O de Gobber.

–Aja.

–O de Gothi.

–De acuerdo.

–Y no hables con ningún desconocido... –agregó Stoick nervioso ante la pasividad de su hija– mejor, no hables con nadie.

–Me parece bien.

La completa sumisión de Honey ante las órdenes de su padre resultó una completa sorpresa para los demás tripulantes del navío. Todo conocía muy bien el famoso temperamento intolerante de la chica y especialmente como se relacionaba con su progenitor. Tal comportamiento obediente resultaba tan bizarro y discordante con ella, por lo que los demás vikingos en el barco que escucharon la conversación, no pidieron evitar lanzarles a padre e hija miradas inquietadas.

–No lo sé Stoick –comentó Gobber rascándose la nuca –. ¿Por qué no le prohíbes también que no abandone el barco?

–Podría ser una buena idea –contestó el vikingo meditándolo.

–Y que no respire también.

–Ya estas siendo ridículo, Gobber.

–¿Tú crees? –preguntó el herrero ante la ironía.

Gothi, por su cuenta, interrumpió el intercambio entre ambos amigos con varias de sus señas mudas.

–¿Qué es lo que está diciendo? –preguntó Stoick.

–Que estás loco –respondió Gobber.

Sin dudarlo, Stoick le soltó un manotazo al herrero en la nuca.

–¡Hey! Sí quiso decir eso.

Gothi concordó asintiendo con la cabeza.

–Ah... bueno. No iba a golpearla a ella.

A pesar de la agresión física, la anciana continuó con su charada con más señas.

–En realidad Gothi quiere recordarles a los dos que el motivo de viaje es reunirnos con el viejo bibliotecario –agregó Honey traduciendo las señas de la mujer –. Las prohibiciones que estás imponiendo no serán de mucha ayuda para llevarlo a cabo.

–Tiene razón, Stoick –afirmó Gobber –. Al final de cuentas el saco de huesos testarudo es un anciano, tiene autoridad.

El gran líder vikingo no pudo evitar fruncir el seño ante aquella realidad, pero sin importar cuánto le desagradaba la idea, tenían razón. Estaban a los deseos del viejo bibliotecario.

Dragons: A Twins StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora