Epílogo

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Everest.

25 de julio.

Esta semana ha sido tan triste y emocionante, las dos cosas en una, hace unos meses las semanas eran únicamente tristes. Desde el primer día en que lo vi supe que iba a tener un problema interno con ese chico, porque se veía tan inocente y todo lo que podría buscar yo en un chico, esa ternura y transparencia me atrajeron desde un principio, incluso cuando yo misma tratara de entablar distancia. No quiero estar lejos de él. Estoy agradecida de que mi torpeza me haya hecho conocerlo a él, después de todo, él ha sido quien ha puesto pintura a este lienzo blanco y aburrido.

Bajo las escaleras con absoluta cautela, siento que si hago cualquier brusco movimiento van a señalarme, siento que ella va a señalarme por la sola razón de ser yo.

Cuando entro a la cocina, ella está cortando ciertos vegetales, su simple acto de presencia me hace querer irme y dejar todo atrás, pero no puedo, al menos no sabiendo que hay alguien allá afuera que sí me quiere, y por él, quiero seguir, porque él también me hace querer seguir por mí, o al menos eso estoy aprendiendo.

—Estuvo aquí ayer —sé a lo que se refiere, está hablando de Blee, mi estrella. Escuché todo lo que se dijeron desde el balcón—. Vino a verte —contesta sin quitar la vista de lo que está haciendo.

—¿Por qué no me dijiste nada al respecto?

—Porque no importa cuantas veces te hable, nunca escuchas. ¿Seguiremos en lo mismo? ¿siempre? Ya no encuentras otra manera para llamar la atención. No quiero que te juntes con...

—Con gente que me hace feliz, lo entiendo, tú quieres hacerlo a esa manera, Aubrey —noto cómo la mano en la que está el cuchillo se tensa y lo agarra con fuerza. La furia es visible en sus ojos, y eso me aterra, quisiera decir que no estoy acostumbrada, pero lamentablemente lo estoy, y ahora me siento tan extraña porque nunca he visto tanta furia en su expresión, o tal vez no lo recuerde, quién sabe, han sido muchas veces sus enojos conmigo.

—¡Escúchame, Everest! —dice entre dientes, acercándose a mi tal cual toro viendo rojo— ¡Ya me tienes harta! —su mano libre rodea mi cuello y el cuchillo roza espontáneamente mi brazo, cortándole ligeramente, y la sangre brotando fuera del corte con lentitud. Todo pasa rápido cuando un punzante dolor atraviesa mi estómago, ni siquiera me dio tiempo para pensar con claridad lo que pasaba. Simplemente caí. Caí al piso desparramándome en él y sintiendo un líquido en mis manos. Mi mente da vueltas y prontamente mis ojos se cristalizaron.

Duele. Agh, sí que duele. Traté de compararlo a uno de los cuantos golpes que he recibido de parte de mi madre, pero nada, esto es incomparable a todo lo demás.

—¿Everest? —aunque sé que está cerca, su voz se escucha lejana, como si sus palabras se ahogaran bajo el agua. Mis manos se apoyan en la grave herida y trato de impulsarme contra la pared detrás de mí.

Sus ojos no expresan preocupación, sino, desesperación y molestia, sé que mi madre no sabe cómo manejar el error que ha cometido, entonces se aleja, se aleja corriendo, histérica y alarmada por encontrar una salida, cuando por fin escucho el impacto del cuchillo cayendo contra el piso y el sonido de la puerta cerrándose, soy capaz de moverme, me arrastro en el piso, tardé muchos segundos en alzar mi brazo con todas mis fuerzas y tomar mi teléfono que está arriba del taburete, pero al menos pude hacerlo.

Las lágrimas salían ferozmente de mis ojos, mi vista borrosa por las lágrimas, y mi mano torpemente indaga entre los pocos contactos que tengo.

—¡Hola! —no respondo, siento un nudo en mi garganta, y ahogaba mis sollozos y respiración agitada en los suspiros que daba para tranquilizarme— ¿Hola?, ¿qué pasa?

—Blee —sollozo, respirando pesadamente.

—¿Eve? ¿Q-qué pasa?, ¿estás llorando?

—Corre —salió más como un susurro cuando hablé—, ven conmigo, te... te necesito.

Mamá me amenazó con quitarme mi cámara si no dejaba de verlo por el tiempo que ella decidiera, esa cámara me la dio mi hermano Fred, él trabajó mucho para poder dármela porque sabía que me encantaba la fotografía, no podía perder esa cámara.

Por una Taza de Té [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora