Capítulo 10

20 2 0
                                    




—Las nubes se ven lindas.

Se recostó boca arriba con ambas manos en su abdomen, yo para no quedarme ahí sentado, la acompañé he hice lo mismo, acostándome a su lado, así como en las películas o libros, nuestras cabezas quedaron al mismo nivel, y yo me adapté a lo mismo que estaba ella haciendo, con mis manos en mi abdomen y mi mirada perdida en las nubes.

El silencio habitaba entre nosotros, entonces ella habló:

—Blee.

—¿Mhm?

—De verdad me gusta estar a tu lado —mi menté tardó unos segundos en procesarlo, pero le contesté.

—A mí también.

Blee, basta, di algo, así como en las cosas que escribes, plasma esas palabras a tu mente.

Aún con mi voz temblorosa, y en duda, logré articular algunas palabras.

—Hay miles de razones por las cuales... —sigue Blee, no te calles—, por las cuales me gustaría pasar mucho más tiempo del que podría contigo, pero una de las principales es que —vamos, dilo—, es que siento que me entiendes, que puedo ser yo a pesar de que somos... de que somos diferentes, qué puedo decir yo, te conocí hace poco, pero al fin y al cabo somos diferentes, y no tanto, sólo en algunos puntos supongo, de todas formas, contigo, contigo estos días han cambiado, mi sonrisa ha cambiado, y... no sé por qué, es que —me reí irónicamente por lo siguiente que iba a decir—, te conocí hace unas semanas, y, siento que parte de mí... siento que nos pertenecemos, y no quiero abrumarte, es mucha información en tan pocos segundos, sin embargo, aunque no te sientas de la misma manera, lo entenderé, trataré de entenderlo, porque no me quiero alejar..., no me quiero alejar de la única persona con la cual me he sentido mejor casi en... toda mi vida, y en tan poco tiempo, Everest.

Silencio, eso fue lo que hubo después, no obtuve respuesta de su parte, pero sí percibí su mirada en mí, por lo mismo me volteé hacia ella, nuestros rostros frente a frente, nuestras miradas conectándose, diciendo palabras sin ni siquiera abrir nuestras bocas. Acercándonos los unos a los otros, hicimos que nuestros labios quedaran a únicamente unos cuantos centímetros, al acercarnos más, nuestros labios hicieron un leve roce, ella cerró sus ojos lentamente y como ella lo hizo, yo la imité, nuestros labios sólo se rozaban entre sí, como caricias que aparentaban ser etéreas. Nunca nos besamos, pero si nos quedamos así por unos minutos, acariciando nuestros labios, y en un momento pusimos nuestras manos a cada lado de nuestras cabezas, rozando nuestros dedos de manera juguetona.

Cuando nos alejamos, abrimos nuestros ojos y nos admiramos mutuamente, no supe qué estaba pensando, pero en esas circunstancias, realmente no me importó. También nos quedamos callados después de eso, mirando el cielo y todavía jugando con nuestros dedos, riéndonos disimuladamente de... nada, disfrutábamos el momento mientras perdurara, disfrutábamos de la paz que se sentía cuando estábamos juntos.

Qué tiempos.

Pese a que todo era muy lindo, ya era hora de irse, ya tenía que volver a casa.

—Te veo luego, Everest.

—Adiós, Blee.

Nos despedimos con un abrazo acogedor y dándonos sonrisas, sonrisas verdaderas, que bien se sintió.

Al llegar a casa, pude sentirme en paz, mi madre no estaba, entonces supuse que estaba en el supermercado o con sus amigas, mi padre casi nunca estaba en casa, pero no me hacía falta su presencia.

Por una Taza de Té [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora