Capítulo 38

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El sol me recibió con el más irritante brillo cuando desperté. No tenía ganas de nada, a pesar de ya haber hablado con mi mamá, se sentía un poco incómodo cuando nos veíamos, nos dirigimos la mirada cuando me informó que tenía que salir por asuntos de trabajo. Nunca había sentido tanta incomodidad entre mi madre y yo como en ese día.

—Everest, hola.

Eve me llamó ese día, sin embargo, yo ya no quería hacer nada. Sentir que decepcionaba a mi madre me afectó tanto.

Hola, Blee ¿quieres venir?

—Yo... no tengo ganas ahora, perdón, no me siento bien.

Oh, ¿quieres que vaya yo?

—No, no, e-estoy bien así.

¿Seguro, Blee? es raro escucharte tan... apagado.

—En serio. Te llamo luego —no esperé una respuesta de su parte, con simpleza, corté la llamada. Luego recibí un mensaje de ella diciéndome que si mañana tenía energías, que hablara con ella, que estaba preocupada.

Sus sentimientos estaban creciendo.

Y bueno, ¿cómo puedo comenzar a describir lo que fue el día siguiente?

Mis ánimos se encontraban mucho mejor, entonces cuando ella volvió a llamar, ese día estuve más dispuesto a verla. (A pesar de que todavía no andaba bien del todo) Pero, cuando ya estaba en la puerta de su casa, apunto de tocar el timbre, ella abrió la puerta.

—¡Blee! —inquieta, lo primero que hizo fue tomarme de los hombros.

—¿Qué? ¿qué pasó?

—Tienes que irte, ahora.

—P-Pero, acabo de llegar —alcé mis cejas en total sorpresa y luego las fruncí en confusión.

—Mi mamá está enojada.

—Oh.

—Exacto, tienes que irte, nos vemos en la colina del lago ¿okey?

—S-Sí.

Esperé paciente por ella, contra uno de los tantos arboles allí, esperé muchos minutos, ni siquiera los conté, sin embargo, esos minutos pudieron haber sido casi una hora. Hasta que la vi del otro lado, en el cementerio, sentada en el banco de madera, se encontraba cabizbaja y con la mirada vacía, ni siquiera sabía si miraba un punto en específico, su vista viajó por todos lados, como si buscase por algo, pero no era eso, se veía desolada, así como si estuviese atrapada en un laberinto sin escape alguno. No sé del momento en el que corrí al cementerio, sin embargo, me detuve detrás de ella.

—Eve ¿cómo resultó lo...?

—Déjame —masculló.

—¿Qué? Si tú me dijiste que nos encontráramos aquí.

—Ya no puedo... —dejó sus palabras en el aire y a mí me dejó expectante.

—¿Ya no puedes?

—Vete sin más —pidió a secas, no me miró.

—¿Para qué? ¿Me puedes dar una razón? Estoy confundido.

—No lo entiendes, Blee —cuando digo que su voz se quebrantó en ese momento, me refiero a que a mí me dolió el simple hecho de escuchar su voz tan rota—, si no te vas ahora puede que... deje de hablarte.

—¿Qué? Necesito que me expliques, no entiendo lo que quieres decirme.

—Lo que escuchaste. No podremos vernos, o por el momento no hacerlo.

Por una Taza de Té [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora