Capítulo 35

15 1 0
                                    




A la mañana siguiente alguien tocó a mi puerta.

—¿Sí?

—Buen día. ¿Cómo estás? —cerré el libro en mis manos.

—Estoy bien, ¿pasa algo?

—Sí, quiero conversar contigo.

—Ah. ¿Sobre qué?

—Háblame de lo que pasó entre Everest y tú, de eso quiero hablar —arrastró la silla cerca de la cama y se sentó.

—Oh, bueno, no sé lo que te haya dicho mamá, pero no es cierto, no hicimos nada que sobrepasara los límites, aunque... no hubo tanta ropa en el proceso... —chistó y lo interrumpí— pero, no pasó nada fuera de lo normal, o eso supongo —rasqué mí nuca, nervioso y evité su mirada calculadora.

—Blee —analizó cada parte de mí, sus dedos de ambas manos se juntaron y arrugó sus cejas como pensando algo—, ¿estás seguro de lo que sientes por esta chica? Es muy importante que tengas en claro tus sentimientos hacia ella y que no sea por puro morbo y tentación.

—Estoy seguro, sé que la quiero, y no quiero que piense que soy como cualquier otro chico básico y común con las hormonas vueltas un desorden —susurré lo siguiente—: Je, algo así.

—Entiendo. Si le demuestras que en verdad la quieres puede que obvie tus... impulsos. Trata de no verte tan desesperado por tener algún tipo de contacto sexual tampoco, no es que la quieras repelar.

—Ese es mi problema, no tanto en... lo sexual, es simplemente el hecho de demostrarle de más, ¿crees que yo mismo terminaría alejándola?

—No, claro que no, también puedes tomarlo como un punto a tu favor, hoy en día no hay chicos que demuestren sus sentimientos, eres uno de los pocos que quedan, sólo ve dándole una porción de ti con calma.

—¿Gracias?

—Simplemente no le des el indicio de que lo que más te importa es... acostarte con ella, porque no es así ¿supongo bien?

—Ajá.

—Bien, creo que todo está perfecto entonces. Si quieres hablar conmigo de alguna otra cosa o quieres algún consejo, puedo ayudar.

—En realidad, sí quiero mencionarte algo.

—Oh, Claro, cuéntame —se removió en la silla y estiró sus piernas delante de él, sus manos en la misma posición.

—Eh, pues sabes que ayer estuvimos aquí y... cuando estábamos a punto de salir de la habitación, me pasó algo... vergonzoso.

—¿Puedes ser más específico?

—Es... es que —ya podía sentir la sangre ardiendo en mis mejillas—, ya sabes lo que nos pasa a... los chicos cuando... —aclaré mi garganta y mordí una parte de mi labio— eso.

—Ah, sí, sí, ya veo a dónde te estás yendo, mmm ¿qué hay con eso?

—¿Sabes cómo puedo evitarlo?

—Hijo, siento decirte que no es algo que puedas evitar a menos que tengas la mente despejada de lo que esté pasando en el momento, y conociéndote, será un trabajo difícil, lamento romper tus expectativas.

—Ay, no puede ser, no quiero que me pase de nuevo, y menos con ella ahí.

—Es normal, no te agobies.

Resoplé, resignándome a sus palabras.

—Bueno, creo que eso es todo, a menos que quieras contarme algo más.

Por una Taza de Té [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora