Capítulo 6

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"Quiero ser sincero, pero tengo que averiguar qué pasa en mi interior para serlo, quiero estar a tu lado, pero no puedo si crees que esto no es lo indicado, quiero hacerte sonreír, pero no puedo si no me dejas entrar a tu corazón, quiero hacerte feliz, pero no puedo si no me das la fórmula para hacerlo"


"Puedes ser cerrada con el mundo, pero no quiero ser parte de ese mundo, quiero ser parte del tuyo, quiero ser la persona en la que finalmente puedas sentir paz, en la que finalmente puedas confiar, sin dudar o vacilar, sin recitar tus miedos o detallar esos posibles defectos que hagan que ya no me gustes, cuando no es así, cuando son incluso tus defectos los que más quiero, porque te hacen ser quién eres, déjame entrar a tu mundo"


Lo que sea que estaba teniendo con Eve en ese entonces, me inspiró a escribir esos dos poemas, antes de ella, escribía porque me complementaba y me ayudaba a reflexionar mis cosas, después de ella, escribía con fervor, sentía más cada palabra.

Toda la tarde estuve ahí, en mi habitación, pareció a esos días en los que me quedaba encerrado entre esas cuatro paredes, y por momentos sentí que no era mi espacio.

¿Cómo se sentía cuando no estaba con Everest?; se sentía como si faltara una parte de mí, y mientras más pasaba el tiempo, más se incrementaba ese sentimiento en esas situaciones.

El día siguiente en la preparatoria fue como todos los otros, aburridos y no albergaban nada interesante, las miradas que recibía de parte de todos los adolescentes en los pasillos nunca eran agradables, pero yo no les hacía nada malo, en verdad no había razones para ciertas cosas.

Nunca fui ese chico super inteligente y nerd, me iba bien, pero no era el mejor, y claramente sabemos que no popular, más bien era de esos que pasaban desapercibido, y no me molestaba en lo absoluto, llamar la atención de las personas no era una necesidad, y de todos modos las personas me miraban mal, como si fuese un fenómeno.

Siempre fui un bicho raro comparado a otros chicos de mi edad, la mayoría hablaban sobre chicas, sobre con quienes se quieren acostar, incluso los que tenían parejas, de los defectos de sus novias, ¿por qué unos chicos de catorce años hablarían de eso?, y sabía todo eso porque antes pertenecía a un grupo, pero como ya saben, el Blee de dieciséis era un solitario. Y gracias a ese Blee, las palabras de mis poemas, salían como si fueran una cascada llena de emociones.


"Soledad. Te he recibido como una amiga, pero no te pongas celosa porque ya he encontrado a otra amiga, ya que eso no quiere decir que dejaré de visitarte. Mi vieja amiga, eso eres tú soledad, pero eso no significa que dejaré de necesitarte"


Mis padres pasaban por mi habitación de vez en cuando preguntando si me encontraba bien, pues como ya sabían ambos sobre la existencia de Eve y no me veían salir otra vez, claramente supusieron que pasaba algo.

Casi una semana sin ver y sin hablar con Everest me hicieron bien, siendo sincero. Número 1: me hizo darme cuenta de que en serio estaba solo. Número 2: me hizo darme cuenta de que lo que estaba sintiendo por ella era más fuerte de lo que pensaba, y que era una realidad, una que tenía que enfrentar. Aunque no se notara tanto, sentía miedo por todo lo que estaba desarrollando hacia ella, eso quiere decir, una persona, yo nunca me había sentido así con alguien, y no eran mis sentimientos los que más me daban miedo, sino que eso fuese temporal y ya, porque se sentía muy bien. Así que cuando decidí ir a su casa, sentí que las cosas iban a mejorar desde la última vez que nos vimos.

Estaba diferente, su cabello no se encontraba rizado como solía tenerlo siempre, su cabello natural, no, estaba liso. Se veía hermosa, como todas las veces que la miraba, pero siempre me gustó más su cabello rizado.

—¿Por qué me miras así? —era sábado por la tarde, seguro esa mañana salió a correr, pero no llevaba su ropa deportiva, llevaba unos shorts azul oscuro jean, y una blusa suelta blanca, con unos converse también blancos.

—¿A-así cómo?

—Tan... sorprendido.

—Es que, te ves... te ves muy linda, siempre estás linda pero, hoy te ves bien, y no es que otros días no te hayas visto bien pero... te ves diferente.

—¿Gracias?

—¿Por qué alisaste tu cabello?

—Porque quería cambiarlo un poco —mentira, no era eso—. ¿Te gusta?

Todo sobre ti.

—Claro. Aunque me gusta más tu pelo rizado —su expresión cambió y frunció el ceño como cuestionándome qué estaba mal con su nuevo estilo—. Digo, me gustas como sea, ¡digo! ¡tu cabello! y sí, tú también pero me gusta más la tú... natural —la palabra natural me salió más aguda de lo normal. Hablaba tan rápido que no me daba tiempo a tomar aire—. Y repito, eres hermosa como sea, pero tu cabello natural se siente más como tú —su ceño todavía fruncido me analizaba y eso me puso más nervioso—. Everest, por favor no me mates, eres la única amiga que tengo.

—Cálmate, Blee, entiendo, no tienes por qué alterarte.

—¿Está todo bien? —pronuncié cada palabra pausadamente.

—Por supuesto.

Everest jamás quiso alisar su cabello, pero en su hogar alguien no pensaba lo mismo.

—¿Puedo abrazarte? Te extrañé.

—S-Seguro —acudió a mis brazos y yo a los de ella, acurrucando nuestros cuerpos en un tierno y cálido abrazo, yo era más alto que ella, por eso, su cabeza reposaba de lado en mi hombro—. Yo también te extrañé —murmuré.

Y te sigo extrañando.

Esa fue la primera vez que nos abrazamos, y fue tan... fue simplemente hermoso, su respiración en mi cuello, su cabello lacio rozando mi brazo, los latidos de mi corazón acelerado al tenerla tan cerca de mí, mis manos rodeaban su espalda, así mismo como las de ella la mía. Ese abrazo duró unos minutos, quedándonos de esa manera por un muy largo tiempo, sintiéndonos el uno al otro.

—Me siento tan agradecida de que hayas venido, lamento si la última vez te hice sentir presionado para decirme lo que sentías, pero, soy tan insegura en cuanto a la moral de las personas que a veces es complicado de evitar.

—Yo también me disculpo, por no hablarte en todos esto días.

—Yo tampoco lo hice, no es la gran cosa.

—¿Entonces, estamos bien los dos?

—Sí, siempre lo estaremos.

¿Ah, sí? Entonces, ¿Por qué te fuiste?

—Me alegra escuchar eso.

—¿Quieres entrar?

—Por supuesto.

Por una Taza de Té [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora