Me quedé observando la pantalla de mi móvil hasta que se apagó, incapaz de poderme creer lo que había sucedido. La conversación había ido bien en un principio, R había bromeado conmigo y yo había sido tan estúpida de decirle que había notado un cambio en Patrick, que no era el chico que había creído en un principio. Había descubierto que sus sentimientos eran reales y que había sufrido mucho con una anterior relación; eso me había hecho sentir culpable, pero no había hecho que mis sentimientos por R cambiaran ni un ápice. Sin embargo, R había dado por supuesto que sí. Y no me había dado ninguna oportunidad para poder explicárselo.
Volví al dormitorio y me quedé mirando a Patrick dormir; había conseguido acaparar todo el espacio para él solo. Me deslicé con cuidado de no despertarlo y su brazo me rodeó la cintura, mientras se me acercaba y hundía su cabeza en parte de mi almohada.
Intenté acomodarme lo mejor posible, dadas las circunstancias, y cerré los ojos.
Algo me rozó el hombro y me incorporé de golpe, sin saber bien si había sido real o no. Parpadeé varias veces hasta que vi a Patrick, frente a mí, ya vestido y sonriéndome. De forma automática me subí las mantas hasta taparme con ellas la barbilla y lo miré fijamente. La conversación que había mantenido la noche anterior con R volvió y no pude evitar sentirme culpable. Había descubierto que Patrick no era la persona que me había imaginado y que quizá podría quererlo… como amigo. Sí, veía a Patrick como un amigo, pero nada más. Sin embargo, no había sido capaz de explicárselo como yo hubiera querido a R y él me había malinterpretado.
No quería perderlo.
-Buenos días, Bella durmiente –me saludó Patrick, sentándose a los pies de la cama-. He pensado que podríamos hacer algo juntos antes de llevarte a casa.
-Claro –fue lo único que pude responder.
Patrick me dio un par de palmaditas en la pierna y se puso en pie. Parecía estar pletórico de emoción y yo, por el contrario, lo único que quería era que me llevara a casa para que pudiera meterme en la cama y no salir de allí en una buena temporada.
-Te espero fuera –se despidió él mientras se salía de la habitación-. Ah, y Genevieve… -alcé la mirada- gracias por lo de ayer. Creo que necesitaba hablar un poquito del tema, ya sabes.
Cerró la puerta tras él y yo me dejé caer de nuevo sobre la cama. Sabía que se refería a Nancy, la chica que se marchó y lo dejó destrozado, pero él me había hablado un poco de ella. Quizá fuera la primera persona a la que había decidido contárselo, no lo sabía. Pero sus palabras me hicieron que me sintiera aún más culpable si cabía.
Me quedé unos momentos más en la cama, pensando en qué debía hacer; una buena opción sería la de pedirle a Patrick que me llevara a mi casa con alguna excusa y podría llamar a R para intentar arreglar las cosas.
No había podido dejar de darle vueltas al asunto durante toda la noche, después de haber colgado. R me había malentendido y no me había dado oportunidad de poder explicárselo.
Se me había formado un nudo en la garganta.
Al final decidí salir de la cama. Entré en el amplio vestidor y cogí a toda prisa mi ropa; me encerré en el baño y me miré al espejo. Vaya, tenía unas ojeras terribles… Me quedé mirándome un par de minutos más, pensando en qué debía hacer en aquellos momentos. Necesitaba ver a R para poder explicarle que, lo que le había dicho ayer sobre Patrick no era exactamente lo que había pensado, que había sido una malinterpretación. Quería decirle que él era el único y que estaba contando los días para poder irnos de allí los dos.
Abrí el grifo y me empapé bien la cara de agua fría. Eso me ayudaría a despejarme y a pensar con claridad. Además, quería quitarme el maldito pijama y tirarlo lo más lejos de mí. Me dolía que mi madre me hubiera escondido que estaba al tanto de todos los planes de Patrick y que le había echado una mano con mi nuevo vestuario. Querían acelerar las cosas entre nosotros. Estaban ansiosos de que pasáramos al siguiente nivel, pero aquello era imposible. Y eso sin decir que era precipitado. Demasiado precipitado.
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LAST ROMEO
ChickLitCondenados a odiarse. Destinados a amarse. Desde pequeños, tanto Genevieve como R han visto cómo sus dos familias intentaban deshacerse la una de la otra. Siempre han convivido desde niños con un único mantra: "esa familia no nos conviene; esa famil...