GENEVIEVE.
-La limusina nos espera fuera -me informó Bonnie, dando brinquitos sobre la punta de sus zapatos de tacón de aguja de quinientos dólares.
Había llegado el día de mi fiesta no tan sorpresa como Bonnie hubiera querido y mi mejor amiga se había presentado puntualmente en mi casa para comenzar con el ritual que siempre hacíamos cuando teníamos pensado salir; Bonnie había traído consigo un armamento de maquillaje para poder ponerme a punto. Mi mejor amiga había elegido para la ocasión un atrevido mono de color negro y con un pronunciado escote en forma de pico y se estaba mirando en el espejo desde distintos ángulos para ver si le favorecía o no; yo, por el contrario, había encontrado en el fondo de mi armario un vestido de color crema que me pareció el adecuado.
Estaba inclinada sobre el espejo, tratando de hacerme una raya más o menos decente, cuando vi que Bonnie me miraba fijamente; apenas unos momentos antes me había dicho que la limusina estaba allí y estaba dándome toda la prisa posible para que no llegáramos tarde.
-¿Crees que ha llegado el momento de confesarme qué es lo que te pasó ese fin de semana tan misterioso que pasaste con Dios sabe quién? -inquirió Bonnie, mirándome fijamente.
El lápiz de ojos se salió debido al espasmo que me dio en la mano por aquella pregunta tan directa. Bonnie sonrió con satisfacción y se acercó para quitármelo de las manos y coger un poco de algodón para arreglar el estropicio que yo solita había montado; le dejé hacer, ya que no sabía muy bien cómo comportarme. ¿Cómo había conseguido adivinar que no había sido Patrick la persona con la que había estado?
Obedecí cuando Bonnie me dijo que cerrara los ojos y contuve el aire mientras buscaba una excusa creíble que darle. Odiaba tener que mentirle, pero no creía que Bonnie viera con buenos ojos lo que estaba ocurriendo en realidad.
-Soy tu mejor amiga -me dijo, hablando con seriedad mientras pasaba el algodón sobre mis ojos-. Sabes que jamás en mi vida iría contando tus cosas.
Se me escapó un suspiro.
-Es difícil de explicar -le confesé sin entrar en muchos detalles.
Escuché a Bonnie chasquear la lengua.
-Vamos, Vi -me animó-. Te prometo que no me escandalizaré.
Bonnie era mi mejor amiga. Siempre había estado en cada paso importante que había dado en mi vida, al igual que yo para ella; no podía negar que me había separado de Bonnie en estas últimas semanas debido a que mis padres habían insistido en que saliera con Patrick, pero ella no me lo había reprochado. Ahora me estaba comportando como una auténtica desagradecida al callarme algo que Bonnie tenía que saber porque, en el fondo, ella era la única que me comprendería.
Yo había estado allí cuando el antiguo novio de Bonnie le había hecho tanto daño.
Ella no me abandonaría ahora, si le contaba mi historia, ¿verdad?
Le pedí a Bonnie que dejara las cosas y abrí los ojos, tomando una decisión. Mi mejor amiga me miró con un brillo de confusión, creyendo que había sucedido algo realmente malo.
Pero no me dio oportunidad porque Michelle irrumpió en mi baño en ese preciso momento con su sudadera favorita y un moño improvisado. Me quedé sorprendida de verla así, ya que creía que iba a acompañarnos.
-Mamá me ha pedido que os dijera que es hora de marcharos -nos explicó a ambas y yo la miré con desconcierto.
Aún seguía sin poderme creer que mi hermana hubiera decidido no asistir a mi fiesta de cumpleaños y, más aún, que no me hubiera dicho nada; miré a Bonnie, que parecía tan descolocada como yo, y me aclaré la garganta.
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LAST ROMEO
Romanzi rosa / ChickLitCondenados a odiarse. Destinados a amarse. Desde pequeños, tanto Genevieve como R han visto cómo sus dos familias intentaban deshacerse la una de la otra. Siempre han convivido desde niños con un único mantra: "esa familia no nos conviene; esa famil...