LIV. BEGINNING OF THE END

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Ver la cara de Patrick Weiss, machacada después de haberle dado la paliza de su vida, en el funeral de mi madre fue como si alguien me hubiera abierto en canal y después se hubiera divertido echándome ácido sulfúrico para alargar mi sufrimiento; mi padre me lanzó una mirada de aviso cuando los Clermont y Patrick se dirigieron a nosotros para poder hacer su papel de gente compungida.

Recordaba perfectamente lo que Amálie me había dicho sobre en qué situación se encontraba mi padre en aquellos momentos por haber salido en defensa de Genevieve después de haber estado sufriendo tanto tiempo a alguien como Patrick Weiss.

Estreché con demasiada fuerza la mano que me tendió Patrick y me entretuve lo suficiente imaginándome cómo lo machacaba de nuevo. Sin embargo, la sonrisa que me dedicó Patrick me heló la sangre.

Y lo hizo más aún cuando inclinó su cabeza hacia mí, manteniendo esa maldita sonrisa en sus hinchados labios.

-No sé dónde la has escondido, Beckendorf –me susurró, procurando que nadie más pudiera oírlo-. Pero en cuanto la encuentre se arrepentirá. Eso te lo puedo asegurar; esa zorra no va a irse de rositas. Adelantaremos la boda... y la luna de miel –su sonrisa flaqueó durante unos segundos, quizá por el dolor de mantenerla tanto tiempo-. Quizá vuelva embarazada, ¿eh?

Apreté la mandíbula y solté su mano como si su contacto me hubiera quemado. Estaba asqueado por la persona que era realmente Patrick Weiss y me arrepentía profundamente de que Genevieve me hubiera detenido a tiempo; de no haberlo hecho, habría librado al mundo de una alimaña y podría haber respirado tranquilo.

Por el rabillo del ojo vi a mi padre negar con la cabeza, advirtiéndome de que no hiciera ninguna locura, ya que estábamos en el funeral de mi propia madre y aquello, de hacer lo que Weiss quería que hiciera, se convertiría en un escándalo público.

Y mi familia no necesitaba tener ningún escándalo más.

Mi tío Jesper no tardó en acudir en mi ayuda, o la de mi padre, colocándose eficientemente delante de mí e impidiéndome ver el rostro magullado, que me producía una gran satisfacción, de aquella sanguijuela humana.

-Señor Weiss –pronunció mi tío con una leve arrogancia, como siempre hacía cuando hablaba con desconocidos-. ¿Qué le ha sucedido? Tiene un aspecto horrible, si me lo permite decir. ¿Dónde están sus padres? Espero que no haya pasado nada de gravedad.

Contuve una sonrisa de satisfacción al ver el rostro mortalmente serio de mi padre mientras se encargaba de despachar a los Clermont, cuyo cabeza de familia no paraba de lanzar dardos envenenados con la mirada hacia nosotros; Amálie nos había hecho partícipes a Genevieve y a mí de las intenciones de Marcus Clermont. ¿Se atrevería a abandonar su plan inicial ahora que nos tenía tan cerca y a su alcance?

Cuando Marcus Clermont y yo cruzamos una mirada, me quedé desconcertado al ver en el fondo de sus ojos un disimulado brillo de satisfacción. Aun cuando Marcus Clermont desvió la mirada y se llevó a su esposa e hija lejos de nosotros no pude evitar sentirme inquieto.

Mi tío me dio una fuerte palmada en el hombro, distrayéndome por completo de lo que estaba pensando en aquellos momentos; también tenía el ceño fruncido, pero miraba a mi padre, que se había reunido con un par de senadores amigos suyos.

-Veo que alguien ha heredado un buen derechazo, y no gracias a tu padre –susurró en tono de broma-. Le has dejado la cara hecha un cuadro.

Me crucé de brazos y fulminé con la mirada a Patrick Weiss, que había acompañado a la hermana de Genevieve a la zona de los sofás y ambos hablaban entre susurros. Nadie de mi familia sabía el motivo exacto por el cual Weiss había terminado inconsciente en su apartamento y yo con Genevieve en casa de mi padre; sin embargo, no me pertenecía a mí desvelar ese secreto.

LAST ROMEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora