R
Regresé a Larssen con la sensación más devastadora que había sufrido en mucho tiempo, quizá por primera vez en mi vida. No paraba de repetirme una y otra vez la huida desesperada de Genevieve al escucharme decirle «te quiero»; siempre había creído firmemente que esas dos palabritas mágicas eran todo lo que necesitaban escuchar las mujeres. Sin embargo, yo lo había dicho porque lo había sentido… y, al parecer, la había jodido pero bien con mi inocente confesión.
Hice memoria, pero me topé con un enorme cero al intentar recordar si le había dicho en alguna ocasión lo mucho que la valoraba… que la quería. Me había comportado como un auténtico hijo de puta con Genevieve y, aun así, ella me había dado una última oportunidad.
Me prometí a mí mismo trabajar a tope en aquella oportunidad y demostrarle que podía ser posible. Tenía que serlo. Aparqué a Giulietta en su hueco y devolví las llaves al panel donde estaban todos los juegos; subí en silencio, meditabundo, y fui directo a la habitación de Ken. Le había estado dando muchas vueltas a la opción de que Ken estuviera enamorado de Genevieve y quería tener una pequeña charla con él… una charla civilizada entre dos hombres. Sin golpes. Ni gritos.
O eso esperaba.
Me encontré a mi primo terminando de arreglarse el nudo de una corbata delante de su espejo y Ken me miró con cierto interés, quizá evaluando los posibles daños de una noche con Genevieve. Sin embargo, en el fondo de sus ojos castaños podía verse un brillo de decepción.
-Podrías haberme comentado que Genevieve había decidido dejarte –comentó al cerrar yo la puerta.
Me dejé caer sobre su cama y solté un largo suspiro. Se le notaba enfadado por haber omitido ese pequeño detalle, pero mis recientes teorías no parecían encajar ese enfado al comportamiento típico. Había algo que se me escapaba, de nuevo.
-No quería pensar en ello –dije y vi a Ken enarcar una ceja con escepticismo-. No me sentó nada bien que me dejara, ¿vale? Y tampoco quería ir aireándolo por ahí…
-¿Puedo preguntar el motivo por el cual habéis decidido atender a vuestras respectivas obligaciones? –preguntó mi primo, girándose hacia mí.
Me pasé las manos por el pelo un par de veces, dándole vueltas al asunto.
-No le gustó que la dejara apartada durante estas semanas –respondí tras unos segundos en silencio.
Ken chasqueó la lengua.
-Eso es algo que a ninguna mujer con la que mantienes una relación le guste –replicó con enfado.
Sabía que tenía razón. Ambos la tenían, pero ninguno comprendía realmente lo duro que se me habían hecho estas semanas pasadas el tener que aguantar las continuas discusiones con mi padre, las miradas de desagrado que me granjeaba con poner un pie en la misma habitación en la que se encontraba él y los comentarios que, claramente, iban dirigidos hacia mí.
Estaba enfadado conmigo mismo, con mi padre y con el mundo en general. Nunca antes había tenido una relación seria y me movía como si estuviera metido hasta las rodillas en el barro, eso era algo que ninguno de ellos comprendía. Y algo que yo no les había explicado.
-Es mi primera relación seria –me defendí.
Las cejas de Ken se alzaron.
-Era, R –puntualizó con cuidado.
-Pienso recuperarla –repliqué, convencido de mí mismo. O creyendo estarlo.
No podía sacarme de la cabeza la idea de que Patrick hubiera logrado llegar hasta tal punto con Genevieve. Como tampoco podía sacarme de la cabeza mi encuentro con Elsa, que no me ayudaba precisamente. Sabía que tenía que decírselo en algún momento y que ella no tendría ningún motivo para enfadarse conmigo puesto que, técnicamente, no estábamos juntos cuando decidí… follarme a Elsa.
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LAST ROMEO
ChickLitCondenados a odiarse. Destinados a amarse. Desde pequeños, tanto Genevieve como R han visto cómo sus dos familias intentaban deshacerse la una de la otra. Siempre han convivido desde niños con un único mantra: "esa familia no nos conviene; esa famil...