Querido diario: algo muy extraño me ha ocurrido hoy. Me desmayé cuando caminaba hacia nuestro salón en busca de uno de mis libros. Fui sola porque Moira estaba en la biblioteca e ir a buscar el libro era más rápido. De pronto, no sé cómo, he perdido la consciencia. La cosa es que terminé en enfermería, con Moira sentada a mi lado, muy preocupada por mí.
Sin embargo, mientras permanecía inconsciente, creí soñar algo. Generalmente hay algo en los sueños que te hace sentir segura que, en el fondo de tu mente, estás soñando. Tal vez se trató de mi imaginación desenfrenada, pero creo que me desperté por un minuto mientras dormía y vi la silueta inconfundible de Blair a contra luz. Estaba inclinada un poco sobre la cama y lo que podía recordar de su expresión era el ceño fruncido y sus labios ligeramente abiertos. ¿Por qué estaba allí, y por qué lucía tan preocupada?
Cuando desperté, Blair no estaba allí, por supuesto. Solo había sido un sueño. Supongo que en algún lugar de mi subconsciente ella estaba deambulando, y dándole el contexto adecuado—los terrenos de la escuela—terminó llegando a mis sueños.
En su lugar, estaba Moira. Estaba sentada en una silla al lado de mi cama. Alguien debe haberle dicho que me encontraba allí...
—Alguien te encontró en el piso hace una hora y te trajo aquí. Adivina quién era —fue lo primero que dijo, luego de preguntarle por qué estaba en la enfermería. Sus ojos estaban muy abiertos y brillaban de la emoción y la impaciencia.
¿Blair? Ella pudo haberme encontrado y me llevó a la enfermería, pero luego se marchó.
Tras verme luchar contra mi confusión, decidió darme la respuesta.
—Alex te trajo aquí —su sonrisa se ensanchó a medida que hablaba—. La enfermera le preguntó si te había encontrado cerca de las escaleras, pero estabas justo en medio del pasillo. Probablemente te desmayaste. ¿Crees que el hecho de que asistas a una nueva escuela te está causando estrés? ¿Has comido bien en casa? ¿Has dormido bien? ¿Estás tomando algún...?
Permanecí con Moira en la enfermería un rato más, mientras me ponía al tanto de lo ocurrido. No me sentía estresada, había comido bien, dormía bien, despertaba con la alarma, realmente no ocurría nada malo conmigo.
Mientras caminábamos con los brazos enlazados hacia la salida del colegio, Moira me recordó que debía darle las gracias a Alex tan pronto como la viera mañana, y enseguida dijo que debía agradecerle de algún modo, por lo que decidimos hornear galletas este fin de semana y llevarle unas cuantas a Alex. Mañana intentaremos conversarle como lo hacen las otras chicas para sonsacarle su tipo de galleta favorito, luego buscaremos una receta, y el fin de semana las hornearemos. Me pregunto si acaso Alex es la clase de personas a quien realmente tienes que rendirle tantos honores, porque en clases se comporta de lo más normal, excepto que el resto de las chicas lo hacen parecer como si fuese un dios que ha bajado del cielo. Nadie habla cuando ella habla, todas se enderezan cuando ella nos lo ordena, y todas la observan cuando los profesores la envían al pizarrón. Todas miran su cuaderno al final de la clase para tener los mismos apuntes que ella, y algunas tienen el atrevimiento de pedirle sus apuntes para copiarlos, aunque Alex más bien se muestra reticente a esto, no porque no quiere compartir sus apuntes, sino porque le gusta estudiar sus apuntes el mismo día que los toma. Aun así, no deja de ser una chica común y corriente. Aunque sí parece gustarle mucho la comida, porque tiene colación para cada recreo y descanso. Tal vez Moira lo haga porque quiere la atención de Alex, pero bien, no le estaremos haciendo ningún mal a nadie.
Cuando me puse de pie, sentí un poco de vértigo. Moira me ayudó a levantarme, murmurándome "lento, lento", sin separarse de mí. Desde que me puse de pie hasta que me senté en el autobús, me sentía aún como en un trance. Moira me sentó en la butaca, y le dio las gracias al conductor, pero se bajó enseguida porque ese bus no era el que debía tomar. Mi simpática amiga Moira. Creo que seguiré su idea solo porque quiero ayudarla a obtener la atención de la persona que más admira. ¿No es eso algo que harían las buenas amigas?
En casa, le he contado a mamá lo que me ocurrió, y me hizo ir a la cama enseguida, pero una vez que papá llegó del trabajo, ya me sentía mucho mejor, y me entretuve ayudando a mamá en la cocina y escuchando a papá hablar acerca de su trabajo. La sensación de vértigo ya se ha esfumado por completo, pero, querido diario, no puedo dejar de pensar en la silueta de Blair... ¿sería un sueño o no?
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Ingénue
RomanceNoelia es una estudiante de dieciséis años que ha sido transferida a segundo año en el instituto privado Nuestra Señora de los Dolores. Desde ese momento, cae en un mundo de rivalidad femenina, amor, obsesión y corazones rotos. Después de un inciden...