Querido diario: por fortuna, hoy no ha pasado nada. Sin embargo, algunas chicas se volteaban a mirarme cuando caminaba por los pasillos.
Blair tampoco ha aparecido hoy. ¿Está enferma? Nadie ha dicho nada al respecto. Sin embargo, a la hora del almuerzo, Moira me ha hecho el siguiente comentario:
—Lo lamentable de Blair Wagner, es que independiente de cuanto falte o no, no deja de ser tan popular. Pero, quizá, si continúa faltando, menos chicas se meterán contigo.
¿A qué se refería con lamentable? ¿Acaso estaba intentando decir que, mientras alguien fuera popular, sus seguidores causarían problemas?
—¿Por qué son así?
—Porque eres nueva, y ellas son inseguras. Piensan que tal vez si Blair llegase a conocerte más te convertirás en su favorita y las demás quedarán relegadas al olvido.
—Oh. ¿Acaso ha ocurrido eso antes?
—No. No es el estilo de Blair. No creo que ella se dé cuenta de lo popular que es. Cuando la ves rodeada de chicas, no creo que sepa que eso no es normal, que solo le ocurre a ella.
No hablamos más al respecto. Yo tenía miedo de decir algo extraño, y Moira no parecía querer decir algo que los demás pudieran oír.
Me siento en una deuda muy grande con ella. Casi se mete en problemas por mi culpa.
Hoy por la tarde, cuando las clases terminaron, Alex Delaney se me acercó rápidamente y me entregó una notita, que metí enseguida en mi bolsillo.
Fui al baño, a lavarme las manos, y entonces pude leer la notita. Decía «Ve a la arboleda, hay algo que debo preguntarte.»
No sabía qué hacer con respecto a Moira, de modo que le dije la verdad. Le dije que Alex quería hablar conmigo, y si acaso podría esperar. También le enseñé la nota. Parecía preocupada. Le pedí que me esperara en la entrada. Moira nos hizo guardia lo que duró el encuentro.
Traté de no ser vista por nadie a medida que caminaba hacia la arboleda. Aunque era difícil que alguien no notara a Alex.
De pronto, sentí que alguien me tomaba del brazo y me tiraba hacia ella. Entre risas, me preguntó si alguien me vio. Alex Delaney estaba oculta detrás del grueso tronco de un árbol.
—Creo que no —le contesté, aunque me sentía un poco paranoica. Miré hacia ambos lados, y entonces dije—: ¿Qué ocurre?
—¿Podemos hablar?
En silencio, nos adentramos un poco más en la arboleda, donde la densidad de los árboles era mayor. Allí, junto a un árbol, Alex se detuvo y me preguntó por Blair. No hizo ni un preámbulo al respecto.
—Eres muy valiente —me dijo, apretando una esquina de los labios en signo de compasión—. Espero que nadie más te atosigue.
—No creo que haya podido serlo sin tu ayuda, o la de Moira.
—No te preocupes. La verdad, ayer pensé que te molestaban por ser la chica nueva, pero, hoy he oído algo más.
—¿Sí?
Alex asintió, al tiempo que se apoyaba de costado contra el árbol y palmeada la superficie rugosa a la altura de sus hombros.
—Escuché lo que ocurrió con Blair. Ahora tiene sentido. Ayer pensé que Ava estaba loca.
—¿Quieres decir que lo que hice está mal?
—Oh, no. No es nada de eso. Es simplemente que lo hizo de la nada, bueno, a mis ojos. Ahora veo que lo hizo por un motivo.
Me quedé callada. Estaba expectante a sus palabras. Tras esta pausa, Alex continuó.
—Yo no sabía que eras amiga de Blair... —dijo, entrecerrando los ojos al tiempo que sondeaba en los míos—. ¿Cómo...?
Hice aspavientos con las manos, negando de lleno su declaración.
—Oh, no. No somos amigas.
De alguna manera, mi voz sonaba triste.
—¿Cómo, entonces? —Alex aún mantenía sus ojos pegados en mi rostro, inquisitivos—. Escuché que estaban en la enfermería... buscando hielo.
—¿Cómo lo oíste?
—En el baño. Una chica de tercero dijo que te habían visto con Blair en la enfermería. Lo más ridículo es que se autodenominan señoritas. ¿Acaso no son ridículas?
Querido diario, Alex Delaney puede llegar a ser muy dura si nota alguna injusticia. Tiene esta expresión, ella pone los ojos en blanco mientras comenta con la voz ronca de la exasperación su rechazo hacia cualquier tipo de injusticia o situación desagradable.
Lo encontré inexplicablemente divertido por un momento, hasta que tuve que pensar en qué palabras usar para explicar la situación.
—Blair Wagner sentía dolor...
—¿Por qué? ¿Qué le pasó?
—Eh, mmm...
No pude encontrar las palabras. En mi mente se repetía la imagen de lo que Isabel había hecho. De hecho, no había palabra en mi vocabulario que significase que hablar de ello era inapropiado.
—Bueno, Noelia —dijo Alex, finalmente, al darse cuenta que me costaba decirlo—. Es muy noble de tu parte. Además de valiente, pareces ser una amiga leal. Bueno, No te obligaré a hablar de ello. Estoy tranquila sabiendo que hiciste lo que creías correcto. ¿Cierto?
Yo mantenía la vista en el suelo, pero aun así asentí con la cabeza.
—Dime una sola cosa —pidió, sin embargo—. ¿Es algo muy serio?
—Más o menos.
—Vaya. Está bien —Alex palmeó el tronco una vez más, y enseguida se llevó las manos a los bolsillos—. No me lo dirás pero lo respeto. Quiero que sepas que te agradezco que hayas ayudado a Blair. Tal vez no sabías qué ocurriría después. Te diré una cosa: eres nueva, por lo que no te conozco. Quiero confiar que eres una buena persona. No pareces ser mala, en todo caso. Sin embargo, si deseas ser amiga de Blair, sé una buena amiga, y no esperes mucho. Blair... ella no viene mucho a clases.
—Lo he notado. ¿Por qué?
—Asuntos particulares. Lo que quiero decir es que no pienses que ella es una persona con la que se juega. Bueno, nadie lo es, pero... bueno, ya sabes a lo que me refiero. De otro modo, no te atrevas a acercarte a ella, ¿me has oído?
—Sí —contesté, aunque sentía un nudo en la garganta. Me mordí el labio, debatiéndome si acaso ignorar mi curiosidad, pero entonces pensé que quizá preguntarlo no sería tan malo—. ¿Está enferma?
—Mi lealtad de amiga me prohíbe decirlo.
Alex levantó la palma de la mano a la altura de su cabeza e hizo la seña de los scout. Solté una pequeña risita triste.
Eso es todo lo que obtendría de Alex con respecto a Blair. Aun así, no decía nada sobre Blair, pero ahora Alex parecía más tranquila.
—No te rindas. Incluso si eres vulnerable, no dejes que nadie lo vea. ¿De acuerdo?
Pensé que era muy amable de Alex decirme algo así. Tal vez notó lo confundida que me sentía al respecto. Su mensaje me incentivó un poco, de modo que asentí enérgicamente.
Antes de irse, puso sus palmas sobre mis hombros, dobló un poco las rodillas hasta que nuestros rostros quedaron casi a la misma altura, y entonces buscó mis ojos. Cuando levanté los ojos hacia ella, me sonrió tiernamente, quizás como un gesto de apoyo.
Alex se fue primero. Al verla alejándose, traté de mantener a raya mis lágrimas de frustración. Miré alrededor para distraerme, sin realmente prestar atención a nada en particular. Respiré hondo y un minuto después también dejé el lugar.
Querido diario, ¿sabré alguna vez lo que está pasando entre Blair e Isabel?
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Ingénue
RomanceNoelia es una estudiante de dieciséis años que ha sido transferida a segundo año en el instituto privado Nuestra Señora de los Dolores. Desde ese momento, cae en un mundo de rivalidad femenina, amor, obsesión y corazones rotos. Después de un inciden...