Miércoles 3 de Junio

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Querido diario:

Hoy me he acercado a Alex en la biblioteca. Le pregunté si acaso Blair estaba en casa, y cómo se encontraba.

—Creo que necesita unos días. No estoy muy segura de qué ocurrió exactamente. ¿Tú estabas ahí, no es cierto? —Asentí con la cabeza—. Me imagino que debió haber sido abrumador...

—Yo... dejé algo de comida en la puerta de su casa. Me pregunto si...

—Oh, ¿fuiste tú? —Extrañamente, Alex suspiró con alivio—. ¡Ah! ¡Gracias a Dios! Me asusté un poco, pero luego pensé que había visto esa lonchera en alguna parte...

—¿Entonces ella comió?

—Sí, aunque no mucho. Pero lo hizo.

Sentí que una oleada de alivio me invadía. Me sentí tan tranquila en ese instante que casi lloro.

—Espero que se mejore pronto.

—Creo que lo hará. Le diré que has preguntado por ella. Gracias por la comida.

—¿Podrías decirle que...

—¿Se alimente? —me atajó Alex.

—¡Sí! Por favor...

—Ya lo sabe.

Querido diario, no había mucho que pudiera hacer, pero estaba tan feliz de que Alex hubiera estado allí y la hubiera visto, y se hubiera asegurado de que estuviera comiendo y de que se sintiera acompañada. No había nada que pudiera hacer por ella excepto prepararle algo delicioso...

Cuando me fui, no podía dejar de pensar en volver a verla. No pude concentrarme bien durante el resto de la hora de estudio, y en el autobús de regreso a casa su rostro sonriente llenaba mis pensamientos. Puedo decir, diario, que la extrañamos profundamente.

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