Jueves 26 de Marzo

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Querido diario:

¡Hoy han taponado el casillero de Blair Wagner con esquelas de mensajes románticos! Fue una treta para hacerme sentir mal, por supuesto. Al menos, eso es lo que Moira ha dicho. Cuando Moira me lo ha contado, mi primer pensamiento fue "debe ser algo normal para Blair, recibir esquelas románticas," sin estar consciente de mi pecho oprimido en ese momento. Solo cuando Moira me interrogó al respecto, entendí qué era lo que sentía.

—¿Me estás diciendo que la acompañaste a enfermería?

—Sí —le contesté, y enseguida añadí—: No se veía muy bien.

Pensé que si decía esto, ella no me preguntaría el porqué del estado de Blair.

—Vaya, qué crueles son —comentó, moviendo la cabeza de un lado a otro en signo de rechazo.

Enseguida, Moira cambió de tema poniendo uno de sus audífonos en mi oreja. Tenía una canción que quería que yo escuchara, de modo que la escuchamos en nuestro descanso de diez minutos antes de la última clase de la tarde.

Observábamos a nuestro alrededor en silencio por todo lo que duró la canción.

—Es buena —le dije.

—¿No es cierto?

Pero, entonces, agachó la cabeza, se mordió el labio por un minuto, y entonces dijo:

—Son tan estúpidas. Se han puesto celosas de que la chica nueva haya tenido una oportunidad sensata de estar con Blair.

Lo que no lograba comprender era qué tenían que ver las esquelas conmigo.

—¿Acaso Blair no recibe confesiones regularmente? Ella es la más popular de la escuela.

—Supongo que lo hacen para molestarla y hacer que se distancie de ti. No tengo idea de cómo debieron verse ustedes dos ante los demás.

¿Parecía que me estaba esforzando demasiado? Fue entonces cuando comprendí lo que mi pecho apretado estaba tratando de decirme. Estaba angustiada porque eso significaba que, si Blair se enojaba conmigo, no me hablaría normalmente, como lo hizo hace unos días. Tal vez, esto era justamente su objetivo. Pero, ¿por qué me sentí así? ¿Y por qué necesito tanto hablar con ella? Es cierto que he hecho amigos, y los he perdido también, pero nunca me he sentido de este modo. ¿Por qué me parece tan importante?

Durante el resto de la tarde, me sentí muy extraña. Me sentía paranoica, y tenía la impresión de que pudo haber sido por cualquiera. Moira no había especificado quién lo había hecho. Blair Wagner tiene un séquito muy grande de fanáticas, y chicas de todos los cursos piensan en ella como un ídolo escolar. ¿Qué pasará si se llegasen a enterar que Isabel me ha prestado sus apuntes? ¿Me acorralarán? Tenía un poco de miedo.

Al comenzar la clase, incluso antes de que pudiera notarlo, Alex se acercó con mi cuaderno de Francés en sus manos. ¿Porqué ella...?

—Toma —me dijo—. Alguien intentó hacer una travesura.

La observé, desconcertada. Era mi cuaderno de Francés. Sentí que otra pequeña parte de mi corazón se rompía. ¿Qué otra cosa sucedería este día? Suspiré, abatida, mientras tomaba mi cuaderno de vuelta.

Al finalizar la última clase, cuando llevé mis cuadernos a mi casillero, un grupo de chicas de tercero me quedó mirando de arriba abajo desde la otra pared. Una de ellas me habló.

—Hola, ¿cuál es tu nombre?

—Noelia.

—Noelia. No me gusta ese nombre —y, entonces, hablándole a su amiga, le preguntó—, ¿Y a ti, te gusta?

—No, es muy feo. Recuerdo que Blair Wagner pensaba lo mismo...

Sentí que el alma se me caía al piso. Me congelé, pero entonces sentí la mano de Moira en mi hombro, y ella les gritó:

—Buena suerte que no es tu nombre, idiota. Vete de aquí.

Las chicas se rieron, miraron a Moira, y se preguntaron a modo de burla: ¿y esa quién es? A medida que se alejaban, nos miraban por encima del hombro y reían. Me sentí muy avergonzada, sobre todo porque Moira había tenido que interferir.

—Lo siento, Moira —le dije, con un nudo en la garganta—. Gracias por defenderme.

—No te preocupes. No es tu culpa. ¿Sabes? A las chicas siempre se nos subestima. Los hombres usan la fuerza para violentar. Pero las mujeres usamos nuestras palabras. El resto del mundo piensa que somos tontas, pero podemos ser tan peligrosas como los hombres. Deberíamos protegernos a nosotras mismas, no pelearnos. No dejes que ellas te vean llorando. Se detendrán cuando vean que no te afecta. Si te hablan, por mucho que te inciten con sus palabras, ni las mires. No dice nada de ti, pero mucho de ellas.

—Gracias, Moira.

—Vámonos a estudiar. Ver a Alex Delaney nos refrescará.

Solté una risita. Era cierto. Ver a Alex Delaney estudiando nos motivaba mucho cuando nos bajaba la modorra a media tarde.

El aura armoniosa de Alex inundaba nuestra porción de la biblioteca durante la hora de estudio. Todas están en lo cierto, ella es la estrella de nuestra academia.

Eso no fue lo único que ocurrió hoy. En la biblioteca algunas chicas me miraban demasiado. Había un poco de ruido en la biblioteca, sobre todo murmullos, pero todas nos sobresaltamos cuando Alex dejó caer una gruesa enciclopedia de historia sobre la mesa, y entonces nos dirigió una mirada recriminatoria a todas.

—Qué parlanchinas —comentó con irritación.

Aunque las miradas no cesaron, sí lo hicieron los murmullos.

Me pregunté si acaso Alex sabía de los rumores. De ser así, ¿qué pensaba? La verdad es que dudo que le interese. Ella no parece ser esa clase de personas y es por eso que Moira y yo la admiramos.

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