Lunes 25 de Mayo

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Querido diario,

Anoche me quedé dormida rápidamente. Creo que estaba tan agotada por la fiesta, el trabajo mental y los viajes, que ni siquiera recuerdo el momento en que me metí en la cama. Tengo una visión de mí misma en pijamas, cepillando mi cabello frente al espejo del baño.

Anoche tuve un sueño. Estaba en la playa con Moira, y en ese momento paseábamos por un paseo marítimo. Un hombre se acercó a nosotras e intentó vendernos sus joyas hechas a mano, pero no eran mi estilo, así que dije "No, gracias." Sin embargo, Moira parecía interesada en las joyas, pero luego miró al hombre con sospechosa después de que él me preguntara dónde vivía. Nos alejamos del hombre enseguida. Moira me dijo: "Su francés era tan extraño que apenas podía entenderlo," lo cual me pareció raro, puesto que yo le escuchaba hablar en nuestro idioma. El hombre comenzó a seguirnos, preguntándonos dónde vivíamos, cuál era nuestra edad, por qué huíamos de él. Nos apresuramos y luego nuestra rápida caminata se convirtió en una corrida. Lo perdimos cruzando un puente rodeado de árboles. Pero, aun así, estaba convencida de que estaba por ahí, rondándonos, esperando que saliéramos de nuestro escondite. Llegamos a nuestra cabaña y Alex estaba adentro. Le dijimos lo que nos ocurría, y su primera reacción fue querer ir en busca del hombre para darle su merecido, pero luego Moira insistió en llamar la policía. El sueño terminó cuando el teléfono estaba marcando.

¿No fue un sueño extraño?

Hoy he sido testigo del siguiente intercambio en la escuela.

Todavía era la hora del almuerzo, pero hacía tanto frío al interior de la cafetería que Moira y yo decidimos entrelazar los brazos y caminar por los pasillos para entrar en calor.

Sin embargo, al pasar, vimos a Alex conversando con el jardinero.

Alex nos vio al otro lado de la ventana, colocando un lado de su mano contra su frente para poder distinguir nuestras caras. Sus ojos estaban entrecerrados mientras hacía esto, y solo cuando finalmente distinguió nuestras caras, nos saludó.

Para Moira, esta fue suficiente invitación para acercarse.

Pero, diario, ¡lo que no sabía era que Blair también estaba allí! Estaba recostada sobre un banco de concreto con un libro abierto cubriendo su rostro. Se trataba de una copia de La República, de Platón. Como el banco no era losuficientemente largo, una de sus rodillas se doblaba en un perfecto ángulo de 45grados, mientras que la otra permanecía estirada sobre el banco. Sus lustrados zapatos resplandecían. Llevaba la chaqueta escolar desabotonada, los brazos cruzados a la altura del pecho, y un mechón de cabello le caía desde el borde de la banca.

No sabía por qué, diario, pero me sentí muy tímida cuando vi su figura allí, tumbada tan tranquilamente bajo el cielo pálido. No se movía, ni hablaba. Solo aquel mechón de cabello liso se mecía suavemente con la leve brisa.

El jardinero comentó algo acerca de que ese momento era el momento perfecto para una siesta.

Bajo el libro, el registro bajo de la voz de Blair habló:

—¿No es cierto?

—Cualquiera diría que no has dormido nada —dijo Alex.

—Estás en lo correcto.

Alex puso los ojos en blanco, sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras miraba a Moira en busca de su aprobación.

A pesar de todo esto, Blair no se movió ni un centímetro.

—¡Oye, oye! ¡Puedes dormir todo lo que quieras cuando mueras! —Alex volvía a recriminar juguetonamente a Blair.

Don't mind me, don't mind me —le respondió Blair con su voz adormilada, y esta vez levantó una mano para hacer un gesto con la mano, como si alejara las palabras de Alex—. Simplemente me estoy adelantando.

¿Estaría Blair tan despreocupada como esta tarde frente al prospecto de la muerte?

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