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❝ Michelle, ma belle, esas son palabras que van bien juntas. Mí Michelle. ❞
—Michelle, The Beatles.

El sol de la mañana se colaba por los ventanales, brillante, cálida. Minsoo tecleaba unas cuantas cosas en el computador, agendando las citas de los próximos días y avanzando en el montón de informes que tenía que preparar, su trabajo como asistente era pesado pero ahí estaba ella al pie del cañón como todas las mañanas, excepto en los fines de semana que eran sus días de descanso.

Él entró más tarde, imponente y robando los suspiros de la mayoría de las empleadas, Minsoo volteó a mirarlo mientras se levantaba, pendiente de lo que hacía para encontrar el momento preciso para hacer su saludo como dictaba la costumbre, con una leve reverencia y un informe rápido de lo que estaba sucediendo esa mañana. Aunque en sus acciones siempre estaba esa pequeña pero muy marcada -por ella- distancia. Su jefe era un hombre guapísimo y, precisamente por eso, se reservaba cualquier espacio para romper la formalidad.

Ella, con sus anteojos de culo de botella y su nariz pequeña y plana, con sus ojos de un sólo párpado que la hacían una mujer poco agraciada a pesar de estar bien vestida y maquillada. Saludó como siempre, y él le dedicó una sonrisa, como siempre también, sonrisa que ella nunca devolvía, temerosa de las interpretaciones de los demás. Y es que con sólo verlos se podía notar la gran diferencia y Minsoo que había vivido una vida llena de malos entendidos por su apariencia física y su condición de género, sabía de propia mano que en cuanto una mujer fea era un poquito amable con un hombre apuesto la gente empezaba a hacer especulaciones. Aunque esto también era común en las mujeres bellas, pero no se comparaba puesto que en ellas era bien visto ese coqueteo que sólo existía en el imaginario colectivo, mientras que en su caso sería bochornoso y muy mal visto.

A esto se le sumaba lo mucho que apreciaba su trabajo, al vivir en un lugar como Corea donde la imagen era lo que determinaba tu valor, despertar una duda terminaría con su carrera en la empresa y ella no podía permitírselo. Por más exagerado que esto sonara.

Cuántas puertas tocó, pidiendo una oportunidad hasta que el señor Son se la dio, fijándose en el currículum espectacular que Minsoo le mostró en una carpeta amarilla. Tal vez por eso no se perturbaba con la presencia de su jefe, cuando una vive tantos años con la etiqueta de fea aprende a hallar su lugar, Minsoo lo había entendido así que ya no esperaba nada y sólo trataba de mantener un perfil bajo como mujer condenada a la soltería. De hecho, a este punto de su vida, ya parecía no importarle, tal vez su destino era quedarse sola a criar gatos y cultivar las flores que tanto le gustaban. Tal vez su madre la había maldecido cuando compró aquel ramo de hortensias y las dejó en la mesa de la cocina, enterándose después del dicho que venía con esas flores.

"Hortensias en casa la hija menor no se casa".

Sonrió, retirándose el cabello de la cara y colocándoselo tras su oreja, a su hermano le encantaba molestarla con eso, aun si ella todavía era bastante joven para siquiera pensar en casarse. Apenas tenía veintisiete y no tenía un novio al cual empezar a ver como candidato para callar la boca de su molesto hermano mayor. Además que con el poco tiempo que el trabajo le dejaba y su inexperiencia sumada a su desinterés por esos temas la dejaban en el camino de la soltería. Ese que desde afuera lucía triste, con el pasto seco y las hierba malas creciendo alrededor, pero Minsoo conocía ese camino, llevaba recorriéndolo casi toda su vida y lo había visto, tenía grandes robles en donde parar a tomar el sol y un riachuelo corría en paralelo de forma que podías ver a las tortugas y los peces nadar libremente mientras andabas igual que ellos: libre. 

Tal vez Minsoo jamás conseguiría un hombre, ni siquiera uno feo, pero tampoco importaba tanto pues estaba bien de esa manera. El amor está sobrevalorado, o eso era lo que se decía a sí misma para seguir andando por su amado camino y tecleando cosas en su computador mientras saludaba a su jefe que pasaba por enfrente, saludándola también, mirándola aunque ella no despegaba la mirada de la pantalla, convenciéndose que no había nada de malo con ella y que estaba bien aferrarse a su plan de tener miles de plantas que llenarán el vacío y la soledad que esperaban a por ella cuando fuera más vieja. Ella sola en su romanticismo que la hacía llenarse la cabeza de tonterías todo el tiempo, tanto que se había quedado parada después de saludar, todavía mirando la pantalla del computador, absorta en sus pensamientos.

—Minsoo —el señor Son -aunque todavía era bastante joven para ponerle el título de señor- detuvo su camino cuando estaba a punto de entrar a su oficina—. ¿Podría conseguirme un café? Por favor.

—¿Viniendo otra vez sin desayunar? —la joven por fin dirigió la mirada a su jefe, quien sonreía como un niño regañado. Aquel diálogo era dicho casi todos los días y por más cercano que sonara, era de las pocas veces que Minsoo se dirigía a su superior para cosas no relacionadas al trabajo.

Minsoo resoplo divertida, avisando que conseguiría la bebida cuanto antes y entonces Son se adentró a su oficina de cristal, desde donde podía verlo todo y todos podían verlo a él siempre y cuando no bajará las persianas, claro. Ella se levantó, cuidando que su falda de tubo que le llegaba a las rodillas no se levantara también y dejará al descubierto áreas de sus piernas que no le apetecía mostrar.

—Escuché que ese actor está saliendo con una mujer que conoció cuando estaba grabando su otro drama —la voz de Eunri se hizo presente cuando se acercaba al área de cafetería—. ¿No es romántico? 

—Bueno, los actores se la viven del drama, obvio iba a conseguirse una historia así —rió Yuna, llevándose su taza de café a los labios—. Aunque yo no saldría con un actor...

—Tan temprano y ya estamos cotilleando —dijo Minsoo, haciéndose notar, sus compañeras le sonrieron.

Las mujeres rieron, haciéndole espacio para que la recién llegada pudiera poner el café para su jefe y, de paso, para ella también.

—Pero, ¿por qué no saldrías con un actor, Yuna?

—Es obvio, los actores son mentirosos, ese es su trabajo y lo hacen tan bien que te crees sus mentiras, la pobre chica no sabe en la que se metió.

—Yo no creo —agregó Eunri, mirando su teléfono—. En las fotos se les ve muy felices, parece que de verdad se quieren.

—A ver, a ver —se acercó Minsoo, analizando los rostros de los jóvenes en las fotografías—. Este chico es el que sale en este drama... El de la nieve, no recuerdo su nombre.

—Según las noticias se conocieron cuando grababa ese drama, ella es del pueblo donde grabaron o algo así, ¿verdad que es lindo?

—Sin dudas —suspiró Minsoo, sacando las tazas para el café que ya casi estaba—. No le hagas caso a Yuna unnie, está amargada porque ya es vieja.

—Mocosa insolente —se quejó la mencionada—. Somos del mismo año, si soy vieja entonces tú también.

—No estoy amargada, esa es la diferencia. Además tú naciste primero.

—No es amargura —se defendió la mayor, luchando con las ganas de reír, esas situaciones eran tan comunes entre ellas que se tenían la confianza suficiente para llevarse tan pesado—. Sólo no le hallo la gracia al amor, le dan mucho mérito.

—Ahí estamos de acuerdo —Minsoo apagó la cafetera con el café listo.

—Lo dicen porque no lo conocen —suspiró Eunri.

—Es que no todas tenemos la suerte de seguir con nuestro amor de secundaria.

—Sobre todo porque los hombres como el tuyo son edición limitada —bromeó Minsoo con ambas tasas en las manos—. Nos vemos luego.

—Nosotras ya deberíamos ir a trabajar.

Min soo negó con la cabeza y una sonrisa se plantó en sus labios gruesos que no iban bien es su cara plana y la convertían en alguien raro de mirar. Se llevó las tazas hasta su área de trabajo, dejando una sobre su escritorio y la otra la dejó en el de su jefe, este le dedicó una sonrisa grande que le achicaba lo ojos rasgados y profundos que parecían los de un gato por ese delineado natural que se formaba al final de éstos. Aunque el brillo en su mirada y sus facciones daban más la impresión de ser un perro, un cachorro.

—Gracias, Min soo-ssi —dijo Son—. ¿Hay algo en la agenda para hoy?

—Sí —contestó, no necesitaba su tableta donde llevaba la agenda de su jefe pues ya se la sabía de memoria—. Hoy tiene almuerzo con los inversionistas de Jeju para ver lo de la expansión. Yo le estoy avisando cuando se tenga que ir, no se preocupe.

El hombre asintió, bebiendo de su café para después agradecer, entonces Minsoo hizo una reverencia y regresó a su escritorio a seguir acomodando el desastre de informes que esperaba a por ella aunque su rol como asistente no se tratara de eso, ella, al estar sobre calificada, era capaz de realizarlos.

Can't help falling in love || Son HyunwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora