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Solté un suspiro mirando el techo de mi habitación donde estaban las calcomanías de estrellas y mordisqueé mi labio inferior, llevaba rato así, quizás más de veinte minutos y estaba en una posición cómoda con los pies sobre la pared y mis manos entrelazadas sobre mi abdomen que pronto pediría algo de comer, me encontraba sumamente aburrida porque había rechazado la idea de ir a una reunión en casa de Dean, preferí pasar de la invitación de Ash por hoy para descansar.

Escuché mi teléfono sonando en una llamada, ugh, estaba hasta la otra punta de la cama y si me movía para tomarlo perdería la posición cómoda en la que me encontraba, sin embargo, la insistencia de quien llamaba me obligó a moverme.

En el identificador de llamadas apareció el nombre de mi mejor amigo, deslicé mi dedo por la pantalla y coloqué el altavoz.

—-Hola —chasqueé, apoyando mis codos sobre el colchón.

Lexs.

Saludó, pero hubo un silencio al otro lado de la línea. ¿Para que me llamaba si se iba a quedar callado?

—¿Qué haces, Heinrich? —le pregunté después de un momento.

Estoy pensando en como robar el perro de mi vecina.

—Uy, que escandaloso. ¿Puedo ayudarte?

—¿Quieres ser mi compañera de crimen?

—Siempre, mi papá nos sacaría de la cárcel —presumí bromeando.

Su risa llenó la línea telefónica.

Perfecto, en ese caso… asómate por la ventana de tu habitación, tengo pizza, donas y es una buena noche para observar las estrellas —canturreó con voz sutil, en un intento de sonar relajado pero su voz desprendía un deje de emoción que era imposible no notar.

—¿Qué? —me apresuré en levantarme de la cama, casi caí al suelo por un mal paso y me detuve junto a la ventana para correr las persianas de la cortina.

Le miré.

Luke estaba apoyado del Cadillac, llevaba una chamarra de cuero y miraba hacia mi ventanilla con el teléfono sobre su oreja, me estaba observando.

—¿Vas a bajar o tengo que subir yo?

Su voz llenó el silencio en la llamada, fue un reproché cargado de jocosidad y diversión.

—Voy, deja… dame un minuto.

Finalicé la llamada y aventé mi teléfono sobre la cama sin preocuparme por como caía, iba con pantalones de pijama que tenían dibujos de Bob Esponja y un hoodie negro que le había robado a él, pero eso realmente no me importó. Luke ya estaba acostumbrado a verme en mis peores facetas, así que solo me reacomodé el moño malhecho en el que se encontraba mi cabello recogido, tomé el teléfono después de calzar mis viejas vans y me fui de mi habitación escaleras abajo.

Mi padre estaba sentado en el sillón de la sala mirando una película cuando me miró pasar frente a él, y su voz me frenó antes de abrir la puerta.

—¿A dónde vas, Lexi? —indagó un poco desconfiado, y viendo mi atuendo hizo una mueca.

—A ningún lado, papá. Solo estaré afuera con Luke que acaba de llegar.

—¿Y por qué no tocó el timbre? —frunció el ceño.

Me encogí de hombros dándole a entender que no sabía porque no lo había hecho y abrí la puerta apresurándome en salir. La noche era fría, de eso me percaté apenas cerré la puerta y bajé el pequeño pórtico, por suerte llevaba un hoodie tres tallas más grandes que yo. Miré a mi mejor amigo apoyado de su impecable auto clásico, conduje mis pasos en su dirección. Él sonreía mirándome, y arrugó el rostro con latente diversión al ver mis pantalones de pijamas.

 Noches De Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora