~Armanway~parte 11

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(Conway)
Me separé del beso y me moví un poco más mis caderas de manera provocativa para mirarle a los ojos fijamente y susurrarle al oído.
-Vaya, que es esto, Grúas? Menuda sorpresita.~
Sonreí de lado para morder el lóbulo de su oreja levemente.
-E-eh n-nada n-nada.-me respondió con cierto nerviosismo.
-Joder, con que no es nada? Ya quería yo solucionar tu problemilla, pero si dices que no es nada supongo que no hará falta.~-rodé mis ojos y le lamí la oreja.
Asintió ante mis palabras.
-S-sí es algo~
-Y el qué es?~
-Sabes perfectamente lo que es, joder.-respondió perdiendo un poco los nervios, entre la excitación y mis provocaciones tampoco me extrañaba, yo ya le habría soltado una hostia con toda la mano abierta.
Sonreí de lado, haber conseguido alterar a ese hombre de temperamento siempre calmado me causaba una satisfacción demasiado grande.
-Vale, vale, no te me pongas nervioso, Grúas~-le sonreí levemente para dejar un pico en sus labios.
(Armando)
Ese hombre me irritaba demasiado. También me encantaba, pero le odiaba.
El amor-odio que sentía hacia él era una sensación demasiado rara.
Jack nublaba mis sentidos de todas las formas posibles. Puto Conway.
Tenía unas ganas de darle una hostia terribles, pero a la vez me encantaría comerle entero a besos.
Suspiré para mirar sus ojos fijamente y acariciar sus mejillas con mis pulgares, me lancé a sus labios tomando la iniciativa por primera vez para darle un beso apasionado.
Noté como succionaba entre sus labios mi labio superior y bajé mis manos de nuevo a su cintura, la acaricié delicadamente.
(Conway)
Realicé movimientos circulares con mis caderas sobre su miembro ya bastante despierto.
No podía quejarme de ello, de todas maneras el mío ya estaba como la clavícula de un transformer igualmente, palpitando por la falta de atención entre nuestros abdómenes.
Bajé mi mano hasta su amiguito para acariciarlo tentamente y llevarlo hacia mi entrada.
Pensaba en montar al puto jefe de los mecánicos allí y ahora.
Moví un poco mis caderas para rozar la punta de su miembro y así hacerme desear más.
(Armando)
Me estremecí de inmediato al notar como acariciaba el extremo de mi segunda cabeza con su caliente entrada. Las ansias de entrar en él cada vez crecían más y que se hiciera desear no me ayudaba. Estaba demasiado exitado.
Llegué a la conclusión de que si quieres hacer algo hazlo tú mismo, por lo que agarré bien las caderas de Conway y moví mis ingles hacia arriba lentamente e introducir simplemente un poco la punta en él.
Me mordí el labio al escuchar sus jadeos, se dejó de hacer de rogar y colocó sus manos en mis hombros apretándolos fuerte.
Abrazó fuerte mis hombros para unir nuestros labios de nuevo y bajar lentamente hasta introducirme con completo en sí mismo.
(Conway)
Nunca había hecho esto. A mí siempre me habían guestado las mujeres, pero había algo en Grúas que me atraía demasiado, él era la única excepción.
En mi vida pensé hacer esto con un hombre, pero ahí estaba yo, siendp agarrado fuertemente por las caderas por mi acompañante mientras saltaba lentamente sobre sus muslos, embistiéndome en el acto y produciendo un sonido húmedo demasiado placentero para mis oídos. Si el sonido de sus labios pasar por mi piel me encantaba el de nuestros cuerpos chocar simplemente era superior.
Cada vez iba aumentando el ritmo al notar que me iba acostumbrando a tenerle en su interior.
El vaivén de nuestras bocas no paraba en ningún momento.
Arañé sus hombros con algo de fuerza y le mordí el labio inferior.
Sus manos enrolladas en mi cintura la acariciaban, al igual que su miembro mis paredes.
Era una sensación maravillosa y más aún siendo con ese mecánico que me causaba tantos suspiros.
Noté mis piernas flaquear y comenzar a temblar al embestirme en mi punto dulce.
Armando lo notó y se separó del beso, me acostó hacia atrás en la bañera, a lo que rodeé su cintura con mis piernas para que no se alejara de mí en ningún momento.
Comenzó a embestirme duramente. De mi boca solo salían gemidos y jadeos con su nombre.
Llevó sus labios nuevamente a mi cuello para morderlo.
El placer era demasiado, me abracé fuertísimo a Armando mientras le veía.
(Armando)
Comencé a concentrarme en darle estocadas fijas en ese punto que tan loco le volvía. Acaricié sus costados mientras le embestía con fuerza.
Dejé más marcas por su cuello mientras escuchaba atentamente el sonido de las embestidas junto con sus gemidos. Mi nombre saliendo con este tono de sus labios era mi sonido favorito.
Noté un cosquilleo en mi abdomen bajo, sabía lo que venía ahora, por lo que miré sus ojos preguntándole con la mirada si quería que me apartara para no mancharle. Entendió a la perfección mi mirada y negó con la cabeza para besarme de nuevo.
  Agarró mis mejillas entre sus manos para profundizar el beso.
El cosquilleo se hizo más grande y me corrí en su interior, escuchando un fuerte y algo agudo gemido salir de la boca de esa persona que tanto amaba.
No tardó en correrse también entre nuestros abdómenes, por lo que agarré sus fluidos con mi dedo índice y lo lleve a mis labios para probarlo. Lamí mis labios saboreando el líquido que estaba en ellos.
-Realmente sabes muy bien, Conway.~-susurré en su oído y le besé la mejilla.
Se sonrojó un poco y escondió su cara en mi cuello, por lo que acaricié su cabeza, saliendo de su interior cuidadosamente.
Le abracé y aferré a mí todo lo posible, no quería que se fuera de mi lado nunca, nunca jamás. Llevaba unos simples días al lado de ese hombre y ya se había convertido en una necesidad básica para mí, tanto como el agua o el  oxígeno mismo.
Besé su coronilla para ver que levantó su cabeza de mi cuello y me miró a los ojos.
Me dió un suave pico que causó una sonrisa enamorada de oreja a oreja en mí y posé mis labios en su frente.

Armanway, tu media naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora