~Armanway~parte 34

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(Conway)
-A-armando...Jaleos?
Asintió ante mis palabras jugando con sus dedos nervioso.
-Grúas?
-Conway.
-Joder...
Le miré sorprendido y procesando toda la información mientras me acercaba a él.
-Cómo cojones has conseguido ser sheriff? Tenías las mismas posibilidades de serlo que Leónidas...no puede ser...y...cómo coños estás vivo? Tú tendrías que haberla palmado...
Suspiré fuerte mareándome un poco por todas las emociones que se me venían encima.
Me apoyé en la pared llevándome una mano al puente de la nariz sobándolo.
-Es...imposible...
Me miró algo preocupado acercándose a mí, a lo que me alejé.
-Responde! Cómo coño estás aquí?-le miré acusador.
-Sobreviví y llegué a un trato con el gobierno...si me ponía de su lado me iban a dejar vivo y libre...y aquí estoy, soy policía..ahora ambos somos marionetas, Conway.
Se puso frente a mí mirando mis ojos con expresión sincera, pero lo exaltado que me encontraba en esos momentos no me permitía actuar con claridad.
-Tú! Por tu culpa tantos de mis agentes ya no están, por tu culpa y la de tu puta mafia los míos han sufrido tanto...llevo años fuera de la ciudad por tu puta culpa, sin ver a los míos y ahora...no se dónde está mi puta malla...a mí ya no me quedaba nada en la vida...no tenía una familia, ni tenía amigos, solo tenía a mi puta malla y tú la jodiste, si no fuera por ti estaría ahora midmo ahí, siendo su Superintendente y no es esta mugrosa comisaría viéndote la puta cara. No puede ser!
-Yo...lo siento de verdad, me arrepiento mucho, pero ahora tenemos que trabajar juntos, no podemos estar así, somos compañeros.
-Ni compañeros ni pollas! No me hables, no me mires, aléjate de mí! Anormal de mierda! Me niego a llamarte compañero habiendo sido por tu culpa que tantos ya no están!
Respiraba agitadamente recargando mi espalda en la pared, estaba pasando mis manos por mi cara con nerviosismo, esto no podía ser real...
-Conway...-dijo con su noto tranquilo de siempre, no se le veía lo mínimo de exaltado.
-Conway mis cojones, gilipollas!
-Conway, escúchame...
-Negativo, me niego, déjame! Tenemos que estar a cargo de estos capullos ambos, pero a mí ni me hables, me niego! Ni para cosas de trabajo! No quiero escucharte, no quiero verte! Que te follen, Grúas! Parece que solamente te han creado para joderme la puta vida! Yo ya estoy muy viejo para estas mierdas, no crees que ya has hecho suficiente?! Déjalo ya...
Me miró algo apenado y avergonzado al darse cuenta de que mis palabras eran verdad y se alejó, sentándose de nuevo en la mesa en la que estaba para permitirme el paso.
Salí casi corriendo de esa sala para ir a beber al Yellow.
Me emborraché demasiado para olvidar aunque fuera por un rato, el día siguiente tenía que volver a trabajar.
Estuvimos trabajando juntos durante meses sin tener el mínimo contacto, por suerte para mí, pero a mí no me terminaba de convencer ese hombre, por loq ue pedí reunirme con el gobierno para investigarle.
Me dijeron que estaba limpio, pero me negué y les propuse seguirle para investigarle, propuesta aceptada para que me callara la puta boca debido a mi demasiada insistencia.
En comisaría me acercaba un poco más a él, aunque él interpretó eso como que me apetecía llevarnos vien e hizo lo mismo.
Quería mandarle a la mierda y que no se acercara a mí, pero me di cueta de que así sería mucho más fácil conseguir información.
Y así empezó todo, un día siguiéndole en el Yellow bebimos juntos y terminamos como terminamos.
Puede que en el pasado haya sido muy duro con él, pero no dejaba de ser un exmafioso y de haber terminado con las vidas de mis agentes.
Pero ahora no podía reprocharle nada, estaba limpio, era simplemente un sheriff que hacía demasiado bien su trabajo, puede que en una vida pasada haya sido policía incluso.
De hecho Armando se había afeitado la barba y ahora llevaba su volor natural de cabello, era Armando Grúas, Miller para los demás, pero para mí siempre sería Grúas.
La cosa es que todo eso ya no me importaba en lo absoluto, yo le amaba. El amor que sentía hacia él era como una manta que había tapado toda la mierda, para mí todas estas ocurrencias ahora eran una simple anécdota. En mi corazón ya no había rastros de rencor hacía Grúas. Le amaba demasiado.
Tanto tiempo peleándonos para al final ser el uno para el otro...

Armanway, tu media naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora