~Armanway~parte 13

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Salimos de mi departamento para montarnos en el ascensor sin soltar el agarre de nuestras manos en ningún momento, moví el índice de mi mano contraria hacia el botón 0 y él hizo lo mismo, nuestras manos rozaron y noté como descargas eléctricas en todo mi brazo, realmente había mucha química entre nosotros. Su simple toque producía 101 sensaciones en mí.
Miré sus ojos y le dediqué una sonrisa, el ascensor llegó y bajé de él a su lado. Salimos del edificio tranquilamente para andar hacia mi coche, me abrió la puerta del conductor y me subí, él subió de copiloto.
Conducí tranquilamente hacia un Mc Donald's mirándole de reojo.
Apoyó su mano en mi pierna por lo que sonreí cálidamente y seguí conduciendo hasta llegar. Bajamos del coche para ir a por la comida. Pedimos dos Big Macs para llevar y volvimos al coche. Montamos de nuevo al vehículo para ir hacia el cartel de Vinewood.
Llegamos al cartel en un rato y aparqué el coche a un lado, y Armando bajó de él para abrirme la puerta del conductor y tenderme la mano, la cuál agarré con fuerza y entrelacé nuestros dedos.
-Gracias, caballero.-le sonreí en muestra de agradecimiento.
-De nada, Intendente.-me devolvió la sonrisa y caminó de mi mano hacia el cartel.
Nos sentamos entre algunas letras. Miré mi reloj, eran las 8 de la noche, por lo que al ser primavera el sol ya se estaba ocultando pintando el cielo con tonos anaranjados y rosas, dejando ver un bonito fenómeno, que aunque no fuera muy único al producirse todos los días cada día era diferente y no tenía desperdicio verlo, y más aún si lo ves al lado del amor de tu vida.
Apoyé mi cabeza en el hombro de Armando mientras comíamos nuestras hamburguesas, observé atento los colores del cielo reflejados en los claros orbes de mi acompañante.
Terminamos la comida y pasé mi dedo pulgar por los labios de mi amor platónico suavemente y quité los restos de comida que quedaron en ellos para luego llevarlo a mi boca.
Di un suave pico al hombre de mi lado y me moví un poco para posicionarme frente a él y me sente en sus piernas.
Nos miramos fijamente a los ojos y pasé mis manos por su cuello abrazándolo. Noté sus fuertes brazos rodear mi cintura y atraerme hacia él todo lo posible.
Armando agarró un extremo de mi corbata para ir tirando lentamente de ella y por ello, acercando mi cara a la suya.
Dejó de tirar al llegar al nudo quedando nuestras caras a milímetros de tocarse.
Saqué mi lengua para lamer sus labios con una sonrisa, apoyé mis brazos en sus hombros y le di un pico.
Sonreí algo divertido y llevé mis manos a su pelo para jugar con él enrollándolo en mis dedos y terminar haciendo una pequeña coleta con algunos mechones.
Armando me observaba con una sonrisa.
-Que tierno.-me dijo.
-Yo? Ni de coña.
-Sí lo eres.
-Negativo, Grúas.
-Estás shikito.
-10-5.
-10-4, yo te cuido.
-No estoy shikito, pero si me cuidas tú puedo estarlo.-solté una pequeña risa.
-Tomaré tu palabra, Conway.
Asentí y solté su pelo, admiré sus cabellos castaños unos instantes y me levanté de sus piernas para acostarme apoyando mi cabeza en ellas y ver el ocaso, era realmente hermoso, pero Grúas mucho más, él era mi universo, mi todo, la pieza que me complementaba y llenaba en la vida.
Tomé una mano de Armando con fuerza y la acaricié entre mis dedos.
Cada momento con él era especial, hiciéramos lo que hiciéramos significaba mucho para mí y me encantaba.
Sé que no hace mucho que estamos juntos, pero simplemente ya no me imagino una vida sin él.
Miré su bello rostro desde abajo, ¿cómo podía ser tan atractivo este hombre fuera desde la perspectiva que fuera? Me embobé admirando su belleza. Sus ojos brillaban por el reflejo de las luces de la ciudad, sus labios estaban ligeramente arqueados en una pequeña sonrisa inconsciente que me encantaba sobre nada.
Cerré mis ojos un momento soltando un suspiro enamorado.
El cielo ya estaba bantante oscurecido y en ese punto alto y despejado se podía divisar el hermoso firmamento que nunca volvería a ver igual. Lo que antes eran estrellas para mí ahora me recuerdan a los ojos de Armando, aunque su grandeza no es comparable con nada.
Ni un astro de la naruraleza como las estrellas era digno de compararse o con Armando Grúas. Ese hombre simplemenre era un ser superior en todo.
Llevaba toda mi vida pensando que yo era God, pero ahora God admiraba y adoraba a una nueva deidad.
Ahora solamente era un simple humano a completa disposición de su Dios, el que me robó el corazón, el que me llena y sin el que no puedo vivir.
Las palabras te amo quedaban cortas si se hablaba de lo que yo sentía por Grúas.
Amor, admiración, deseo...simplemente eran palabras. Ninguna me servía para describir mis sentimientos ni a mi enamorado.
No podemos intentar describir a Dioses con palabras de mortales.

Armanway, tu media naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora