(Armando)
Jack reposaba entre mis brazos. Ya habían pasado unas cuantas horas y yo no había pegado ojo. Estaba bastante preocupado por lo que Conway me contó así que tampoco me entraba el sueño, en beneficio para mí.
Besé la frente de mi Superintendente con cariño y saqué mi móvil para ver la hora. Eran las 3 de la mañana.
Noté a Jack moverse entre mis brazos, acaricié su espalda para tranquilizarle y le apreté sin llegar a dañarlo contra mi pecho.
Dejó de moverse tanto y se despertó agitado con un pequeño sobresalto. Saltó un poco sobre mí pero le agarré bien.
Mire sus ojos con una expresión tranquilizadora y le di un pico. No tardó en abrazarme fuerte por los hombros y aspirar mi aroma, calmándose de inmediato.
Sonreí levemente al ver que se había calmado y le besé la coronilla.
-Jack, son las tres de la mañana.-susurré en su oído.
Miró la hora en su teléfono móvil y asintió.
-Yo no tengo sueño, quieres hacer algo? Aunque si tienes sueño puedes dormir. No tiene pinta de que lo hayas hecho.-susurró cerca mío con una voz que me hizo morderme ligeramente el labio inferior.
Le miré. Estaba algo despeinado y su voz estaba algo más ronca de lo normal. Jack ya era una obra de arte fuera de la forma que fuera. Un verdadero dios griego, God. -¿Cómo puede ser tan jodidamente sexy?- Me pregunté a mí mismo, supuestamente en un susurro bajo, pero sin querer, al estar embobado con su belleza, elevé el tono más de lo debido y me escuchó.
-Muchas gracias, guapo-dijo en un tono seductor que me hizo sonrojar de inmediato y me guiñó un ojo.
-Emmm...de n-nada.-le sonreí algo nervioso.
Se acercó a mí y besó mis labios haciendo que yo correspondiera a su beso.
El tema es que Conway a veces si que era un hijo de puta, pero era mi hijo de puta y me encantaba ese hijo de puta.
Por mucho que a prácticamente toda la ciudad no les gustara la forma de ser de Jack, a mi parecer simplemente era perfecta.
-Quieres tomar algo?-me dijo, sacándome de mis pensamientos a lo que asentí.
(Conway)
Me levanté de encima de Armando y le tendí mi mano para ayudarle a levantarse.
Él, como buen capullo de mierda que es, tomó mi mano pero no se levantó, sino que entrelazó nuestros dedos y se puso a acariciarla con una sonrisa.
Me irritaba tanto...pero a la vez joder, menudo hombre.
Tiré de su mano para levantarle yo mismo y al levantarse de golpe se agarró en mi cintura para no caer.
Puto Grúas.
Por el impulso se cayó, pero al tenerme agarrado se cayó encima mío en el suelo.
Solté un pequeño quejido al entrar en contacto con el puto y frío suelo de mierda.
-Me cago en tu puta estampa.-le miré a los ojos con el ceño un poco fruncido.
Él se limitó a sonreírme entre pequeñas risas, tomó mi rostro entre sus manos y dejó un suave beso en mis labios.
-Lo siento, cariño.~
Esa palabra, cariño. Me hacía sentir algo muy cálido en mi interior, me sonrojé un poco cerca de la nariz, por lo que acomodé bien mis gafas tapando el sonrojo. Casi se forma en mi cara una pequeña sonrisa, pero me aguanté, debía fingir que me la sudaban sus palabras.
-Anormal.
Sonrió y me besó la mejilla.
-Sé que te ha encantado, Conway.~
Negué algo divertido para sonreír levemente.
-Te amo, Jack.-susurro contra mis labios.-Cariño.
Sonreí algo más para sacar mi lengua y darle una lamida rápida a sus labios.
-Y yo también te amo, capullo de mierda.
Rió levemente y me dió un beso corto.
-Pero soy tu anormal.~
-Exactamente. Y solo mío, Grúas, solamente mío. Cada puto átomo de tu cuerpo es mío, Armando, tu puto culo es mío, todo. ~
Agarré su cintura posesivamente y miré sus ojos de la misma manera.
-Solo tuyo, Conway.~
-Solo mío, Grúas.~
Rompí la poca distancia que había entre nosotros para besar sus labios de una manera posesiva. Lamí sus labios varias veces y los mordí hasta que los abrió. Introducí mi lengua entre ellos para meterla en su boca recorriendo cada rincón y explorándolo muy bien. Acaricié su lengua con la mía de forma territorial, determinando que todo eso tenía un dueño y ese dueño era Jack Conway, solamente él, Jack Conway.
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Armanway, tu media naranja
FanfictionArmando Grúas y Jack Conway siempre se habían llevado mal, pero después de una noche juntos se dan cuenta de que tenían más cosas en común de lo que se creían. Eran tan iguales y distintos a la vez...estaban hechos el uno para el otro. El dibujo de...