~Armanway~parte 22

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(Conway)
Fuimos hacia la cocina para ver lo que había, por suerte nos habían dejado varias cosas y sino, por si acaso había pedido que me dejaran algunas cosas que corrían por mi cuenta y por suerte me habían hecho caso, a veces ser del gobierno si que tenía ventajas.
Abrimos el frigorífico para sacar leche de él, junto con el cacao, algo de azúcar, los malvaviscos y unas galletas para acompañar de los armarios.
Armando colocó la leche en una cazuela para calentarla y agregarle los demás ingredientes mientras yo preparaba las galletas y las tazas junto con algunos platos.
Estaba preparando todo mientras tarareaba una canción cuando decidí tocar un poco los cojones. Me giré para ver a Armando preparando el chocolate con tramquilidad, me acerqué a él sigilosamente con un huevo crudo en cada mano. Le abracé por detrás con cariño para que no sospechara y en cuando se acomodó en mis brazos...PUM. Subí rápidamente mis manos a su cabeza para estampar los huevos en ella y ver como la pegajosa sustancia se movía por sus cabellos. Me alejé un poco entre risas para no mancharme, con la mala suerte (para mí) de que me acerqué a la pared, permitiendo así que Armando me acorralara. Pude distinguir como llevaba de munición un grande saco de harina que no tardó en exparcerse por todo mi cuerpo.
Me sacudí y me abracé a él para mancharle también de harina, pero movió su cabeza hacia mí manchándome de huevos.
Miré a ambos lados y corrí a la encimera para coger la leche, dar un pequeño salto, enrollarme en su espalda cual koala y vacíar ese frío líquido del tetrabrick encima.
Comenzó a caminar hacia algún lugar el cuál no sabía, pero me agarré fuerte a su espalda para no  resbalar, aunque con todas las mierdas que teníamos encima me era difícil.
Salió de la cabaña conmigo y caminó hacia una orilla que estaba cerca de ahí. Me moví un poco entre risas al notar sus intenciones, pero al final me dejé.
Armando se acercó al agua y me dejó caer en ella.
Me reí un poco y le miré, él estaba sonriendo.
-Anda, ven.-palmeé un poco el agua entre pequeñas risas.
Se tiró al agua para nadar hacia mí y abrazarme.
-Menudo capullo de mierda estás hecho.
-Empezaste tú, Conway, permíteme recordártelo.
-Entonces puede que yo también sea un capullo de mierda.
-Exacto, pero eres mi capullo de mierda.-me sonrió.
-Bueno, al menos nos hemos limpiado toda esta mierda.
-También es verdad, pero el tema es que hay que estás shikito, jugando con la comida, muy mal, Conway.
-Joder, Grúas.
-Eres un pan de Dios.
-Pues tú eres mi Dios.
-Pero Dios no eras tú?
-Eso pensaba hasta que te conocí.
-Que bonito, Jack. Pero entonces, si yo soy un Dios y tú eres un pan de Dios te puedo comer?
-Cuandp quieras, guapo.-le guiñé un ojo.
Reímos juntos un poco para darnos un pequeño y corto beso con mucho cariño.
-Vamos a la bañera, anda, no valla a ser que pillemos un resfriado. Como alguien la otra vez que hizo el capullo.-rodó los ojos divertido.
-Oyee que fue porque te di mi camisa.
-Pues yo te doy todas las camisas mías que quieras.
-Me parece correcto.-sonreí un poco.
-Pues vamos.-me devolvió la sonrisa.
Armando me cargó en brazos para salir del agua conmigo, me llevó hasta casa y caminó hacia el baño para meterme en la bañera.
-Te voy a bañar yo, que estás shikito.
-No estoy shikito, Grúas.-me crucé de brazos e hice un puchero.
-Lo que tú digas.-rió un poco y llevo sus manos a mi ropa para comenzar a quitarla.
Una vez haberme desvestido, colocó el tapón en el desagüe de la bañera y comenzó a llenarla con agua calentita.
Se quitó su propia ropa mientras la bañera se llenaba, por lo que me puse a observar su hermoso cuerpo, deleitándome con su belleza.
Me sonrió y se sentó fuera de la bañera, llevó sus manos a mis hombros para darme un placentera masaje, y más aún si me lo hacía él, que me hizo soltar algún suspiro debido a lo tenso que siempre estaba.
Al ver que la bañera se había llenado agarró gel de ducha para hechar un poco en el agua y que tuviera espumita.
Agarré un poco de espuma con mi índice y se la puse en la nariz, la cual cayó y se quedó en su barba. Sonreí y le heché más jabón en la barba hasta que la llené por completo.
-Armando abuelo.
-Oye, y quién lo dice?
-No decías que estoy shikito, biejo puto?
-Pues sí.-rió bajo.
Me acerqué a él y le besé en la mejilla.
Agarró champú y comenzó a enjabonarme cuidadosamente el pelo mientras yo lo veía muy embobado.
-Ven, y es una puta orden.
Asintió con una sonrisa y se metió  a mi lado en la bañera, por lo que me senté en sus piernas para que hubiera más espacio y para que mentir, porque me encantaba.
Agarró más gel para enjabonar mi pecho y mi abdomen mientras me observaba con atención.
Yo, me estaba dedicando a agarrar mechones de su pelo entre mis dedos y hacer coletitas con ellos, gesto que a su parecer fue muy tierno.
-Eres muy mono.-me sonrió
-Negativo, Grúas.
-Lo que tú digas, Conway.
Me agarró por la cintura para aferrarme a él y darme un pequeño beso de pico, el cual acepté gustoso.

Armanway, tu media naranjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora