Capítulo 4 parte 2

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Muy temprano, Mérida se levantó sorprendida por el frío que había en la habitación, había un poco de nieve en los extremos del cuarto y estalactitas en el techo.


-¡Al fin te levantaste! -dije mientras me ajustaba la corbata verde. -Vamos llegaremos tarde.


-¡Tarde! ¡Ahh! ¿¡Por qué no me levantaste antes?! –gritó mientras salía desesperada de las sábanas del suelo.


-No quería que tu cabello me comiera. –bromeé.


-¡Agh, te odio! -dijo mientras saltaba de su cama poniéndose su uniforme de color rojo, mi ideología de su cabello se había confirmado, nunca se lo cepilla, tal vez sí tenía vida.


-¡Inútil! –estaba poniéndose sus zapatos delante de la puerta de madera rota y cuando trató de abrirla me gritó:

-¡Oye esta cosa no se abre!


-Es que no se sale de ahí. –le expliqué con aburrimiento.


-Las personas normales salimos por puertas.


-¡Pero yo salgo por la ventana! -dije mientras la jalé hasta la ventana y volé con ella gritando, su caballo Angus que estaba cerca nos siguió, luego de cansarme un poco la solté y cayó en su caballo.


-¡Eres un mounstro!-dijo mientras se sentaba en Angus y me regañaba como si fuera de las viejitas que si pisabas el jardín te perseguían.


-¿Una carrera? -le grité desde lo alto.

-¡Genial, vamos Toothless! -gritó Hiccup que estaba más atrás de nosotros, al parecer también llegaba tarde, aunque noté que Tooth no estaba con él.


Volamos muy rápido y casi me alcanzaban, pero gané. Al llegar, Tooth nos recibió e Hiccup y Mérida se peleaban por el segundo lugar, una vez más, Mérida le torció el brazo a Hiccup dejándolo en el suelo.


En el primer receso Flynn y sus admiradoras comieron conmigo, siempre eran chicas diferentes, me cayó bien la de los ojos claros, y había una de cabello gris que me ponía nervioso.


-¿Qué tal? Tú y Tooth arreglaron lo suyo ¿verdad? –dijo con una gran sonrisa en sus labios.


-Sí, ya todo está bien. -contesté feliz comiendo mis waffles con miel y mantequilla.


-Fuiste tan dulce y lindo cuando le diste el abrazo a tu novia. -mencionó una chica.


-¡Qué no es mi novia! –grité, sentí que se me ruborizaban las mejillas.


-Guau, me encanta cuando te ruborizas, ¡eres tan lindo! -dijo otra niña.


No dije nada y seguí comiendo.


En la clase con Hiccup me dijo:

En mis memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora