En mis memorias

Capítulo 1: Nuevas personas

El día estaba por concluir, cuando Tooth me volvió a recordar que había que unirse a un club. Los clubs antiguos no me llamaban la atención, así que decidí buscar un grupo nuevo con el cual congeniar, al parecer, Tooth ya tenía pensado en uno.

Había 20 grupos anotados en la oficina de la prefecta encargada de nuestro piso, la oficina de Caidyn, revisé con cuidado los grupos con antigüedad pero, ninguno logró atraer mi atención, inspeccioné los grupos nuevos:

1.      El Grupo del cuidado de los Animales. (aunque me gustan los conejos no me llamaba la atención)

2.      El Grupo de trabajos en Granja. (ese definitivamente no)

3.      El Grupo de la Velocidad. (ese  era una posibilidad)

4.      El Grupo de Magia. (estoy seguro de que a ese grupo se unirán muchísimos alumnos, no creo que sea para mí, aun trato de adaptarme, además, ¿qué tal si nadie me ve llegar?, tengo miedo... mejor no)

5.      El Grupo de la Moda. (estoy seguro que a Tooth le gustaría estar en ese)

6.      El Grupo de Fiestas. (definitivamente, ese es en el que me gustaría estar)

"Hoy probaré el club de animales" pensé "Tal vez pueda cuidar a un conejo".

Abrí la puerta despacio, estaba Caidyn sentada, la encargada del piso, escribiendo en una lista los alumnos que no se habían inscrito aún en los clubs, entré despacio y apartado en un folder había escrito 'Ubicaciones de los clubs', la prefecta me estorbaba, cualquier movimiento mío la aterraría pues no me podía ver.

Salí al pasillo e hice resbalar a una alumna, esta empezó a gritar, escogí bien a mi víctima, pues Caidyn salió a auxiliar a la escandalosa estudiante. En eso entré una vez más a la oficina, eché una mirada al folder y descubrí la ubicación del Club de Animales.

-En realidad no me inscribiré... quiero solamente experimentar. -susurré mientras colocaba mis manos sobre la nuca.

Bajé con cuidado las escaleras que llevaban a la planta baja, tomé el pasillo que se dirigía directo al jardín principal y pasé por la enfermería, volé hasta el patio trasero, donde se encontraba una pequeña casa con cercas y árboles llenos de nieve en sus ramas; después de las vallas que dividían la escuela, había un terreno con más árboles de diferentes a los de la escuela.

Como no vi a nadie a mi alrededor, decidí jugar mi cayado y congelar unos cuantos árboles, me adentré a el huerto sin vida y empecé a tocar los troncos huecos con la vara,  figuras hermosas se formaban y volaban por el aire frío de la tarde, volé entusiasmado por los demás árboles sobrepasando las vallas de la escuela, escarchando y congelando resbaladizamente los árboles que se encontraban muertos, volé más y más deprisa zigzagueando descuidadamente, dando vueltas y vueltas, sintiendo el aire más frío a cada minuto.

 Volé...

 Y volé...

Y traspasé a una chica con una apariencia muy peculiar, llevaba en sus manos una canasta llena de manzanas.