Tooth y Yo

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Cuando desperté, Tooth me veía fijamente. Me paré de mi asiento y recordé que estaba en su palacio.


-Esos son, Jack. –habló despacio. –Los que no te devolví.


-Pensé que todos mis recuerdos estaban en los dientes. –mientras la miraba fijamente, las alas de Tooth batían más rápido.


-Los recuerdos de antes de que fueras Jack Frost. –especificó acomodándose las plumas detrás de la oreja (la única cosa que no había dejado de hacer Tooth era eso).

Temía decirle que no tenía oreja y que sus plumas no se acomodaban.


-¿Y estos recuerdos de cuando son?


-Antes de que quedaras enterrado en la nieve hace años.


-No entiendo. –seguía confuso.


-Cuando todos tus amigos murieron, te quedaste solo en aquella montaña. Una de mis hadas te vio y me informó. Quité todos los recuerdos que tenías sobre ellos para que pudieras ser el mismo de siempre.


-¿Y por qué se te ocurrió dármelos ahora? –contesté molesto, nuestra primera misión como guardianes había sido hace mucho tiempo. Tooth negó con la cabeza sin saber qué responderme. –Odio cuando no contestas.


-Lo lamento. Era por tu bien. –dijo con un tono muy dulce, tal y como lo hacía antes.


-¿Sabías todo eso incluso después de que me volviera guardián?


-Sí. –confesó bajando la cabeza apenada.


-¿Y fingiste acabarme de conocer?


-Sólo lo hice por los otros.


-Eres impresionante. –escupí molesto.


-¿Cuántas veces tengo que decirte que lo lamento para que me perdones?


-Olvídalo, bromeo. –quise arreglar lo que dije.


-Sinceramente no creo que bromees.


-Cambiando de tema...


-¿Sí?


-¿Elsa también murió? –la pregunta hizo que la expresión de Tooth cambiara.


-Sí. Estoy segura que también te devolví el recuerdo de su muerte.


-Sí lo hiciste, pero pensé que ella era igual que yo.


-No, también era mortal. –asentimos con la cabeza.


-¿Crees que algún día la volveré a ver? ¿A todos?


-Creo profundamente en la reencarnación. –reímos. La miré fijamente a los ojos, púrpuras y bellos.


-Te extrañé. –le confesé.


-¿Aunque no recordaras que existía? –dijo sarcástica.


-¿Por qué te fuiste en primer lugar?


-Pertenecía aquí, Jack. Y te dejé varias pistas para que me recordaras.


-Nunca las vi. –confesé apenado. Ella sólo sonrió.


-Jack. –pronunció mi nombre con delicadeza. –Me fui esperando a que me buscaras.


 Sonreí.


–Bueno, ya te encontré.






Fin.

En mis memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora