Capítulo 15 parte 2

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Nadie entendía muy bien lo que estaba pasando, pero aun así estaban del otro lado del lago disfrutando del día fresco. Elsa y yo habíamos congelado el agua para practicar.


Aunque yo tampoco entendía cómo íbamos a practicar, probablemente nos pondríamos a hacer figuras de hielo o algo así.


-¿Y cómo piensas enseñarme a controlar mis poderes? –le cuestioné mientras patinaba junto a ella.


-¿Dijiste que no los podías controlar? –dijo sorprendida. –Pensé que querías que te enseñara a usarlos correctamente.


-Un poco de las dos cosas. –admití. Ella suspiró y se detuvo, me detuve también.


-¿Qué quieres que te enseñe?


-Lo que sea está bien. –respondí encogiéndome de hombros.


-Eso no es una respuesta. –se quejó. Me volví a encoger de hombros y ella volvió a suspirar con fuerza.


Ella hizo una casa de hielo de su tamaño, cuando terminó me señaló las manos, dando a entender que yo tenía que hacer una.


Jamás había hecho una casa, y no sabía si podría hacerla, tampoco sabía por dónde comenzar, intenté hacerlo como Elsa lo había hecho, desde el piso y luego hacia arriba, pero no me salió. La escarcha se expandía y no podía darle forma.


Traté de hacer como el muro que había hecho pero tampoco funcionó, no sabía cómo poner el techo, además no me había salido tan grande como esperaba.


¿Eso significaba que Elsa tenía mucho más poder que yo? Si era así, entonces no sabía quién había creado el muro o la detención del tiempo.


Pasé el día tratando de hacer la casa como Elsa, pero no lo lograba, y no le dejaba que me ayudara. Mientras tanto ella hizo muñequitos de nieve y jugó con ellos en la casita. Por un tiempo olvidé que los demás también estaban con nosotros.


Cuando me desesperé totalmente, botando todo, me tiré y me quedé ahí frustrado. Hiccup me gritaba del otro lado para que no me rindiera:

Era un muy buen amigo.


Hiccup...

Cuando nos conocimos hice un conejo en la ventana. Tal vez si...


Dibujé la casa tan larga como quise y luego, con mis manos, la atraje a mí para que se levantara, y lo hizo. Grité  y salté de la felicidad.


-¡Elsa, Elsa! –gritaba emocionado y dando volteretas en el cielo.


-¡Lo hiciste, Jack! ¡Lo lograste! –me felicitaba desde la tierra con una gran sonrisa, los demás también celebraban.


Desde ese día y los demás fuimos al lago a practicar, para poder hacer las cosas a mi manera.


En mis memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora