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—¿Te dejó usar su chaqueta?

Stiles parpadea, Laura se encuentra apoyada contra la puerta del baño de hombres, parece que quiere reír o mirarlo intensamente y no sabe cuál de las dos elegir. Stiles se mueve, el borde del lavado se clava en su cadera brevemente y luego se aleja. Las mangas son demasiado largas piensa mientras lucha para dar una respuesta a la evidente incredulidad de Laura. Realmente lo son, se deslizan más allá de sus muñecas y sobre sus dedos, Stiles las empuja hacia arriba pero luego vuelven a caer.

Maldice a Derek por ser tan alto.

—Uh, sí... —tartamudea Stiles. Los labios de Laura se contraen.

—No te preocupes, te queda bien. Solo estoy sorprendida, ya sabes, Derek no es muy bueno compartiendo.

Por un momento, un viejo recuerdo le viene a la mente y logra contener su sonrisa antes de responder. —Gracias —dice en voz alta, un poco sonrojado por el cumplido de Laura, ella nunca los daba. Su voz suena forzada y se encoge internamente. Esta noche ha sido... extraña.

Es la nueva chaqueta del club de básquetbol de Derek la que cuelga sobre sus hombros. Es suave, roja y huele ligeramente a colonia, pero también como el jabón con el que Derek se ducha luego de sus prácticas, y es enorme, deslizándose sobre sus extremidades más cortas. Parece como si usara una sudadera de gran tamaño.

Stiles siente que se ahoga en ella.

Pero Derek había insistido en que la usara, generoso y salvaje a la vez.

Hace unos días atrás había dicho una cosa, una pequeña queja sobre como hacía demasiado frío en el gimnasio durante sus partidos. Lo había dicho con una sonrisa, una pequeña excusa para negarse a ir. Para no tener que soportar verlo jugar con esa sonrisa que hacía que sus ojos brillaran y que sabía que su pobre corazón no podría soportar más. Derek insistió en que fuera, le dijo que era su amuleto de la suerte y Stiles nunca había aprendido a decirle que no.

Había llegado al gimnasio unos diez minutos antes de que empezara el partido. Derek lo estaba esperando afuera, sus manos moviéndose nerviosamente sobre sus brazos, le dio una sonrisa apenas lo vio. Se quitó su chaqueta mientras acortaba la distancia entre ellos y, sin previo aviso, se la entregó.

Stiles ni siquiera había tenido tiempo para negarse, él ya se había ido, sus largas piernas subiendo los pocos escalones antes de entrar al gimnasio para comenzar a calentar. Y si las personas que estaban esperando afuera lo miraban más de una vez luego de que Derek se fuera, bueno, Stiles fingió no darse cuenta. Pero cuando entró y se sentó en las gradas junto a la familia de su amigo, fue imposible ignorarlo. John y Cora se veían como dos lobos observando a su próxima presa, un brillo travieso nadando en sus ojos.

No había planeado usarla. Realmente no lo había hecho pero luego había estado solo, en el baño de su escuela secundaria, porque de alguna manera logró convencer a la familia Hale de que necesitaba ir al baño y que podía perderse unos minutos del partido, que a Derek no le importaría. Así que estaba solo, con la suave chaqueta entre sus manos y se había sentido natural probársela.

Había estado enamorado de Derek desde que tenía diez y ahora, tres años después, nada había cambiado. Se sonrojó cuando se vio al espejo, se sentía como el torpe adolescente que su profesora siempre había dicho que era. El hecho de que Derek lo haya invitado a sus partidos desde que comenzó a entrenar, solo porque lo trata como un igual a pesar de ser dos años mayor, y le prestó su chaqueta, no significa nada, él solo está siendo amable. Está actuando como un buen amigo.

—Puedo verte pensando desde aquí.

Sus pensamientos vuelven al presente. Un presente donde la hermana mayor de Derek le está sonriendo de una manera que lo hace sentir inquieto de nuevo. Como si ella supiera algo que Stiles ignora.

Leaving my love behind - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora