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Llega la noche, y Stiles desplaza su mirada de ella hacia el cielo negro iluminado por miles de estrellas.

Les toma un tiempo hablar, y cuando Claudia lo hace, su voz está teñida de asombro infantil. Levanta su mano y señala constelación tras constelación, contando historias sobre cada una, Stiles está impresionado por todo el conocimiento que posee, y pronto se encuentra pensando en que no sabe nada sobre su madre.

Eventualmente se callan de nuevo, pero él se siente feliz. Feliz por las olas que se estrellan ruidosamente en la orilla, feliz por el cielo estrellado y la soledad de la playa, feliz porque su madre no ha vomitado ningún pétalo desde que han estado juntos y por un momento piensa en que tal vez su padre volvió a enamorarse de ella. Es casi abrumador lo que siente.

Se acuesta en la arena, alejándose de su madre que parece no tener intenciones de soltar el balón que tiene entre sus manos. Deja que el aire llene sus pulmones, de una manera casi dolorosa. Apenas puede oírla.

—Me perdí esto —susurra. Stiles se pregunta si se supone que debería escuchar esto pero sus pensamientos se detienen cuando ella continúa.

—Extrañé poder sentir esa adrenalina y felicidad en mis huesos. Que mi existencia estuviese bien —una débil sonrisa se posa en su rostro, una que Stiles nunca ha visto. —Todo vale la pena contigo.

Stiles sabe que no debería estar escuchando esto, sabe que no es para sus oídos, pero no puede detenerse. Él la mira y ella le devuelve la mirada.

—Stiles... amé mucho a tu padre, ¿de acuerdo? Quiero que sepas que lo amé más que a nadie cuando lo conocí —el aliento de Stiles se detiene por completo. —Él era mi corazón, dejé todo lo que amaba para estar a su lado, dejé de ser quien era para ser perfecta para él. Me perdí a mi misma pero te tuve y eso hace que todo haya valido la pena.

Su corazón se acelera en su pecho, su respiración es demasiado rápida y desigual, sus manos tiemblan, él las cava en la arena para estabilizarse.

—No te entiendo —su voz demasiado vacilante.

—Haces que todo haya valido la pena, mi amor, pero no puedo seguir así —ella tapa su boca cuando el primer pétalo cae.

Y luego caen más.

—¿Por qué no te operas? —pregunta cuando ve que la tos ha desaparecido. Su madre vuelve a verse frágil, como si toda la tarde hubiese sido un sueño. —Lo investigué. Pueden extraer las flores de tus pulmones y vivirás. Mamá, puedes vivir...

—La amo —ella susurra.

Demasiado suave, demasiado frágil.

El corazón de Stiles tartamudea cuando comprende la situación. Sus manos se aferran a su rostro para ocultar las lágrimas que caen sin parar, a lo lejos puede escuchar que su madre vuelve a toser, esta vez más fuerte y feo. Las piezas comienzan a unirse, cada momento desde que se enteró de que su madre tenía Hanahaki pasan por su mente. Ella le habló más de su padre, de cómo se conocieron, cómo se enamoró y pensó que sería para siempre.

—Entonces por qué no te declaras —pregunta luego de secar sus lágrimas. Su voz suena ronca.

Ella no lo mira y no le responde por unos minutos, sus manos recogiendo todos los pétalos, tratándolos con tanto amor que no le sorprendió ver que eran pétalos de dalia roja.

—Prefiero que mis padres estén separados a que uno esté muerto.

Ella sigue sin responder.

—Mamá —sus manos se cierran en puños mientras se levanta para poder enfrentarla. Él se da cuenta que ella está llorando, sus ojos demasiados rojos e hinchados, y los pétalos hacen que sus manos se tiñan de rojo, es horrible. —Si te operas...

—No la quiero dejar de amar —Claudia toma su mano cuando se intenta alejar. —Preferí a tu padre antes que a ella y ahora mírame, han pasado años y la enfermedad a la que tanto temí por fin se ha manifestado.

¿Entonces me dejarás solo? ¿Tanto la amas como para preferir morir?

Él no dice eso. Es demasiado contundente, demasiado cruel, y Stiles sabe que la hará llorar más de lo que ya hace.

—Creo que deberíamos irnos.

Ellos toman el autobús de regreso a la ciudad, el balón de voleibol está teñido de rojo porque su madre lo había tomado para guardarlo. Ninguno de los dos habla camino a casa, la energía que tenía Claudia ahora ha desaparecido y los pétalos nadan en sus manos, cada vez más rojos y algunos marchitos.

Él cruza la puerta y la deja atrás, entra a su habitación y se cambia la ropa para luego apagar todo. Cierra la puerta con fuerza y puede jurar que su madre está al otro lado del pasillo, lo sabe cuando vuelve a escuchar su tos y sus pasos se desvanecen, él no mira la sangre que se aferra a sus dedos.

No se siente preparado para enfrentarla ahora.

Stiles busca sobre los efectos secundarios que puede traer la extirpación de las flores y por un momento puede entender a su madre, pero él sabe que es lo que ella más teme.

Claudia no quiere olvidar a la mujer a la que ama. Prefiere morir antes que hacerlo.

Por un momento piensa que es egoísta, que prefiere a esa mujer antes que a su familia pero luego recuerda ese día. Su madre acariciaba su cabello con tanta ternura, deseando que cada acaricia lo hiciera olvidar que ella estaba enferma, Stiles estaba medio dormido mientras ella hablaba, sus manos apretando contra su pecho el dedo que estaba herido, él cree que ella lo dijo porque pensó que no lo escucharía, pero lo hizo y nunca más volvió pensar en eso hasta ahora.

Preferí el amor antes que el voleibol y luego preferí a mi familia antes que al amor.

Es demasiado triste que las únicas dos veces que se ha enamorado su madre sean de esta manera. Haber escogido dejar el deporte que más amaba para poder estar junto a su padre y que ahora haya tenido que escoger entre su hijo y el amor de su vida.

Stiles no quiere que escoja. Él quiere que ella tenga a ambos y pueda volver a respirar.

Leaving my love behind - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora