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Jackson creía que Stiles Stilinski estaba triste, siempre se veía triste cada vez que lo veía, en los entrenamientos, conversaciones o cuando jugaban. Siempre se veía triste pero nunca lloraba.

No podía recordar la última vez que lo había visto sonreír de manera honesta, incluso ahora cuando lo veía en las calles de la ciudad, caminando junto a su novio, se veía... distante. Como si una parte de él se hubiera ido.

Él recuerda la última conversación que tuvieron, hace años atrás, cuando pensaba que eran amigos más allá del voleibol. Stiles estaba sentado contra la pared del gimnasio, el entrenamiento aún no comenzaba, el balón giraba entre sus dedos, una botella de agua estaba colocada a su lado, y llevaba el uniforme del equipo. —Me recuerda a mi madre, ¿sabes?

—¿La extrañas? —preguntó Jackson cuidadosamente, todos se habían enterado que la señora Stilinski había muerto hace un año atrás.

Stiles siguió girando el balón entre sus dedos. —Ahora sabes por qué estoy aquí —Jackson recuerda haber examinado su rostro. Se veía más feliz que otros días, más extraño. Su sonrisa no lo tranquilizó en lo absoluto.

—Sé que la extrañas, yo también extraño a mi madre —se sentó junto a él, sin dejar espacio entre ellos. Stiles lo miró atentamente con sus ojos color avellana. —Es bueno encontrar algo que te haga recordar a ella.

Él recuerda todo de Stiles ese día, recuerda lo cansado que se sentía en el partido de cuatro contra cuatro que estaban teniendo de práctica. Recuerda haberlo visto, listo para sacar, sonriendo de esa manera que hacía que Jackson se sintiera inquieto y ansioso. Él quería ser quien recibiera ese poderoso saque y hacer que Stiles sintiera frustración, quería ver alguna emoción verdadera en su rostro.

Jackson lo había visto saltar y por un momento se alegró de lo talentoso que era, ambos tenían once años pero Stiles parecía sobresalir entre todos. Era como si tuviese un talento natural. Recuerda haberlo visto saltar pero algo cambió cuando estaba en el aire, perdió el balón y cuando aterrizó sus piernas se sacudieron, una tembló y se rindió por completo. Stiles había caído sin gracia, aterrizando sobre su rodilla ahora inútil. Él gritó de dolor.

La cancha nunca había estado más silenciosa.

Recuerda haber visto a un alumno de otro grado correr hacia la figura dolorida de Stiles, lo reconoció como su mejor amigo, quien lo había levantado en sus brazos y dijo que lo llevaría al hospital.

Jackson aún recuerda cuando ellos pasaron a su lado. Stiles, con su voz débil, temblorosa y un poco cruel susurró: —Ya no quiero recordarla.

Él no había vuelto a ver a Stiles, el entrenador había dicho que no volvería a jugar.

Han pasado cinco años desde ese entonces, Jackson está jugando un tres contra tres en la cancha, él sabe que su equipo va perdiendo pero aún así disfruta cada momento. Es su turno de sacar, aunque sigue sin estar acostumbrado a ello, sus compañeros lo alientan cuando lanza el balón al aire y justo alguien abre la puerta. El balón cae al piso de manera estruendosa.

Jackson no se da cuenta de que está corriendo hasta que siente que sus brazos atrapan a otro cuerpo, su respiración es agitada y unas manos se aferran de manera insegura a su espalda.

—Me gustaría volver a jugar.

Leaving my love behind - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora