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Entonces, él siempre supo que el tiempo que tendrían para estar juntos sería escaso a medida que los meses pasaran, en especial ahora que su último año había empezado hace poco. Realmente lo sabía. Lo conocía desde que tenía cinco años y Derek recién había cumplido siete, conocían a sus familias, tomó su mano entre las suyas cuando su madre murió y sus padres le ofrecieron un hogar cuando su padre cayó en el alcohol.

Stiles siempre ocupó sus tiempos libres para estar junto a él. Dejó muchas cosas, oportunidades, para pasar unas horas más juntos.

No había secretos entre ellos.

Y ahora Stiles mira los pétalos que vuelan frente a él, su mano aferrada a su celular, esperando algún mensaje que explique el por qué Derek aún no ha llegado a la cita que han planeado por más de dos semanas. Él espera cuarenta minutos más antes de levantarse y dejar atrás los pétalos de jacinto púrpura.

Lo volvió a olvidar, piensa.

Oculta sus manos en la antigua chaqueta de Derek, las mangas no han sido un problema desde que creció. Ya no es de un rojo brillante, el pasar del tiempo y el uso constante hizo que perdiera su color. Stiles quiere llorar. Camina no más de seis metros cuando su celular suena, debate por unos minutos si es que vale la pena leer lo que ya sabía.

"Lo siento, el entrenamiento se alargó más de lo esperado".

Y Stiles se ríe como una de esas cosas afiladas que parece que no terminará hasta que sea una cáscara hueca.

Tú eres mi prioridad.

Ya no cree que el destino se haya equivocado. Siente las flores incluso antes de toser, como si fuese un veneno que corre por sus venas, que lo entumece por unos segundos antes de hacer efecto y dañar cada parte de su alma. Él se niega a mirarlos una vez que caen de su boca, harto observar con detalles cada pétalo para luego recordar su significado.

Llama a Scott esa noche, nervioso por hablarle luego de semanas en silencio. La foto en su escritorio resaltando más que ninguna otra; en ella se puede ver a sí mismo, con una sonrisa radiante, su pelo más corto de lo normal y entre sus brazos se encuentra un chico moreno, la sonrisa que tiene es un poco frágil pero no menos sincera. Ese había sido el último día que estuvieron juntos antes de que Scott se mudara por temas de trabajo de sus padres.

Cuatro meses después había conocido a Derek.

Scott contesta al tercer timbre, su voz suena confundida, probablemente no esperaba la llamada. Tal vez incluso se había olvidado de él, como todos lo hacen últimamente.

—¿Stiles?

Se aclara la garganta, su ritmo cardíaco se acelera ya que lamenta lo que está a punto de hacer pero, a la mierda. Cualquier cosa es mejor que guardar esto dentro de su pecho.

Entonces... él le cuenta.

Le habla sobre cómo se enamoró de su mejor amigo, sobre las noches que pasó en vela preguntándose si era correcto amar a otro hombre. Le cuenta sobre la primera vez que Derek lo besó, cuando tenía trece años y estaban frente a toda una multitud.

Stiles llora sobre cada momento de su relación. —Éramos perfectos —dice, e incluso él puede escuchar el titubeo en su voz.

Le dice que Derek ya no siente lo mismo, que los casi tres años de relación que tenían se fueron al carajo de un momento a otro. Sobre la falta de brillo que tenía cada vez que lo miraba y como las sonrisas ya no eran dirigidas hacia él, que entrenada más y pasaba menos tiempo entre sus brazos. —Derek ya no me ama.

Stiles no le cuenta sobre el brillo labial que tenía en su mejilla la última vez que lo vio, y no lo hace porque una pequeña parte de su alma le grita, le suplica, que tal vez fue culpa de una de sus hermanas y que está viendo cosas donde no las hay.

Tampoco le cuenta sobre las flores.

Cierra los ojos y respira hondo. Se sentía emocionalmente agotado. —¿Qué voy a hacer?

—No lo sé —dice Scott, Stiles podía escuchar los pasos que daba y como su respiración se hacía cada vez más forzosa, como si estuviera aguantando las ganas de llorar. —Pero no dejes que te lastime. No quiero oírte herido de nuevo. A mí también me duele.

Stiles abre los ojos y mira su celular antes de soltar una débil sonrisa que sabe que nadie verá. Ha pasado mucho tiempo desde que alguien se preocupó por él en realidad. No podía prometerle eso a Scott y su amigo lo sabía, así que solo dejó escapar un pequeño sonido. El silencio se absorbió entre ellos cuando Stiles suspiró temblorosamente.

—Me siento solo.

Scott pareció dudar por unos segundos.

—Has pensado... Stiles, ¿has pensado en volver a jugar voleibol?

Leaving my love behind - SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora