Capítulo Treinta y Siete: Visitas desagradables

133 5 1
                                    




Hannah

Enero 6, 2018.

Beverly Hills, California.




Nunca me he sentido intimidada por ninguna mujer. Soy del tipo que piensa que cada una es bella a su manera, que la inteligencia es igual de aterradora que la belleza y que a una mujer no se le debe medir su valor por buena apariencia física posea.

Pero admito que es la primera vez en mis veintiséis años que me siento intimidada. Sigue causando el mismo impacto que en el momento de la boda de Amber y Steven.

Francia Bennet es la figura de la elegancia.

Su larga melena negra azabache me hace querer esconder la mía, y yo amo mi melena rubia. Estoy orgullosa de decir que le hace competencia a la de Charlotte.

Luego está su rostro. Sus cejas son perfectas, ni gruesas ni delgadas, en la medida de lo normal. Sus ojos color café y sus labios, casi tan carnosos como los de Amber.

Todo su rostro está conformado por un perfecto tamaño, no dejando que ninguno sobresalga más que otro. Y todo, gracias a su piel.

Esa piel chocolatada. Me recuerda a la de Amber y Kelly.

Recuerdo que cuando la vi en la boda de Amber, maldije que no fuera lesbiana, porque entonces habría intentado algo.

Soy completamente heterosexual ahora, siempre lo he sido, pero admito que una mujer como Francia haría replantearte tu sexualidad.

Sin embargo, cuando miro al hombre a mi lado, estoy segura de quién soy y lo que soy.

Debería preocuparme, porque a la mejor wedding planner de Los Ángeles, le gustan los hombres. Y mi prometido es uno, uno por encima de los estándares.

—Aquí tienen — aceptamos las tazas de café que su secretario, si un hombre, nos ofrece.

Quizás debería cuidarme el doble. No me perdí lo rojo que se puso cuando entrego su taza a Sean.

—Qué suerte he tenido estos meses. Primero la boda de tu hermano y ahora la tuya ¿Debería prepararme para Sasha?

—No en un tiempo próximo. O quizás sí. Con Sasha nunca se sabe.

—Cuando le pregunte a tu hermano, quien creía él que sería el siguiente en casarse, me dijo que tú tenías un mayor porcentaje, porque con Sasha nunca se sabría — rie, una risa suave —. Ahora veo que no lo dijo de broma.

—¿Por qué Steven creía que yo?

—Bueno, no se lo pregunte — me da un vistazo —. Pero tenía razón. Antes de comenzar, quiero agradecerles por confiarme algo tan importante.

—Gracias a ti por aceptarlo.

—La boda del mejor mariscal de la NFL no se puede rechazar. He escuchado mucho de usted, señorita Myers. Sus trabajos en la revista Washington eran de mis favoritos. Es una lástima que no estuviera ahí cuando me entrevistaron, supe que fue usted en quien insistió desde que comencé a ser más reconocida.

—Seguí su trabajo desde la boda que organizo de una amiga de la universidad. Me gustó mucho.

—Se lo agradezco.

Ella ha hecho grandes trabajos.

La boda de Annie y Adam Jeffrey, la de Dexter y Miriam Morgan, Axel y Melody Bonner, y la más reciente Amber y Steven Collingwood.

Descifrando el Juego (Completa) (#1 San Diego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora