Capítulo 22

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Después de unas semanas hospitalizado debido a su segunda operación, finalmente le dieron el alta.

Aún no podía ir a la preparatoria, tenía que estar descansando en su casa, pero seguía estudiando y realizando trabajos que enviaban los profesores.

Su padre tuvo que volver a Tokio, se había escapado esos días para estar con Reki y había dejado abandonado el proyecto, por lo que si o si tenía que regresar, le prometió venir más seguido a casa.

Y así comenzaron los días más aburridos en la vida de Reki...

Una tarde estaba en su cama pero tenía mucha hambre y fue a la cocina, se había quedado solo como para pedirle a alguien, y a Masae no le gustaba que estuviera mucho tiempo de pie y menos meterse a la cocina sin supervisión (Reki era pésimo cocinero).
Langa le había avisado que iba en camino, pero ya no aguantaba más, su estómago estaba rigiendo.

Tomó sus muletas y comenzó a caminar hacia la cocina, cuándo un mareo y lo hizo perder el equilibrio.
Justo en ese momento, como si fuera un super héroe, llegó Langa y lo logró atrapar antes que cayera.

- ¿Por qué te levantaste? Te dije que me esperaras, que venía cerca - lo regaño Langa.

- Tenía mucha hambre, además es horrible estar todo el día en cama sin hacer nada, muero por salir a andar en skate - suspiró - aunque sea al parque más cercano a caminar.

- Si apenas puedes caminar en un pasillo ¿Podrás salir al parque? - lo miraba incrédulo.

Langa llevó en brazos a Reki hasta el comedor, dónde lo acomodó en una silla y le dio un trozo de pastel que había traído, también le entregó los apuntes de la semana y nuevas tareas.

Mientras Reki comía su pastel al mismo tiempo terminaba las tareas pendientes para que Langa se las llevara a los profesores.

- Todos te extrañan, preguntan cuando volverás - le decía Langa, quien se había sentado frente al pelirrojo y lo miraba hacer sus tareas.

- Créeme que también quiero volver - dijo mientras seguía escribiendo.

Habían pasado semanas del ataque, ya no quedaban marcas visibles en Reki, excepto una cicatriz en la cabeza que llegaba hasta su frente pero Reki la cubría con su banda azul.

Mientras lo observaba, recordó que desde ese día, no habían hecho nada más que besos de vez en cuando... Langa no quería presionarlo, pero moría por tocarlo.

Se paró y se sentó a su lado y lo abrazo mientras acariciaba delicadamente su cabeza.

Lo miraba de reojos para ver su reacción y vió que el muchacho comenzaba a cerrar sus ojos, se veía tan precioso.
Tomó suave su mejilla y se acercó lentamente hasta llegar a sus labios y lo besó.

Reki de inmediato abrió los ojos y lo alejó mientras se tapaba la boca y lo miraba con la respiración agitada

- ¡Langa no! alguien nos podria ver - decía horrorizado.

- Reki... Estamos solos en tu casa ¿Quién nos verá? ¿el gato? - le preguntó desconcertado.

Reki no respondió, sólo se tocaba el pecho, le aterrazaba la idea que alguien los viera y pudieran golpear.

- Lo siento Langa - se disculpó Reki.

Langa se acercó nuevamente y lo abrazó.

- Juro que jamás dejaré que te vuelvan a hacer algo, ahora estoy yo para protegerte  - le decía mientras besaba su cabello.

- Gracias - dijo Reki, se sentía tan mal de haberlo alejado así, por lo que prefirió cambiar de tema - ¿Te has dado cuenta lo feo que son los yesos? Sin diseños, de hecho todo artículo ortopédico es horrible, falta que alguien le de estilo a las fracturas, unas fundas más juveniles - decía mientras colocaba su cara de pensativo.

Dᥱ⳽ρᥙᥱ́⳽ ᑯᥱ Ꙇᥲ toɾຕᥱᥒtᥲDonde viven las historias. Descúbrelo ahora