No le cuento a nadie que regreso a Estocolmo, aunque tampoco tengo a tantas personas para decírselo, mis padres ni siquiera saben que estoy aquí, no les he contado nada de la situación, ni creo que lo haga en un futuro cercano porque es un tema delicado. Solo conocían mi situación Sebastian y Lena, y a medias, porque mi mejor amigo no había dejado de insistir hasta que le había cogido el teléfono.
Entiendo el punto de vista de Mireia, o creo que lo hago al menos, pero me cuesta mucho irme de este modo, no quiero dejarla sola una vez que ha mostrado, por fin, cómo se siente y parece que se está recuperando poco a poco. Tampoco puedo hacer más en Barcelona si ella no me quiere aquí, no puedo forzarla a que se siga abriendo conmigo si no es lo que le sale de forma natural.
Y sí, ambos necesitamos un tiempo para nosotros, para poder sanar, para poder pensar con calma sin que la presencia del otro nos nuble las ideas, porque eso a mí me ocurre mucho cuando estoy a su lado, Mireia hace que mi mundo se desmorone una y otra vez, lo que siempre me ha gustado porque me hace salir de mi zona de confort.
Pero esta vez... esta vez necesito calma, y teniéndola cerca, no voy a tenerla. No seré capaz de pensar y decidir qué es lo que quiero para mí.
Sus palabras no pueden ser más ciertas, es lo que ella ha dicho, que nos hace falta estar distanciados, que yo necesito mi tiempo, pero duelen igual que si no lo fueran porque no quiero irme, y ella no quiere que lo haga.
Sin embargo, tengo que hacerlo.
El vuelo, como el de ida, se me hace muy largo, no por impaciencia o incertidumbre, es más por mi cansancio acumulado. Mi mente no deja de darle vueltas a lo que ha pasado estos últimos días, repitiendo cada uno de los momentos en lo que he estado con Mireia, repasándolos por si se me había pasado algo, por si había podido hacer más de lo que había hecho...
No hacía tanto que habíamos pasado las vacaciones juntos y todo había ido tan bien... Me había empezado a plantear cambiar mi vida para que así pudiéramos estar juntos y poder ser una pareja más normal, sin tener que vivir a tantos kilómetros de distancia y depender de la tecnología para hablar, una que podría verse cuando le apeteciera porque estaban en la misma ciudad.
Pero me había precipitado, casi me había lanzado al vacío y si lo hubiera hecho me hubiese estampado.
Sé que Mireia me quiere, de eso no tengo dudas, sus ojos, esos que me fascinan porque por mucho tiempo que hemos pasado El problema es que nuestras formas de ver el futuro son demasiado distintas. Y puede que eso haga que el amor que nos tenemos el uno al otro no sea suficiente.
¿Vale la pena luchar por algo que quizá está condenado al fracaso?
¿Quiero seguir con ella? O mejor dicho, ¿voy a ser capaz de superar lo que ha pasado? Porque eso es muy importante y necesito saberlo, por mucho que quiera seguir a su lado, que es cierto, por mucho que esté enamorado de ella y la quiera, si no soy capaz de dejar eso de lado, nunca podremos avanzar y nos estancaríamos en algo que no tiene futuro.
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La verdad tras su sonrisa
RomanceJames tiene un flechazo inmediato, y Mireia, aunque no lo admita, es consciente de que la tensión estalla cada vez que sus miradas se cruzan. **** Para James Watson, el día a...