Capítulo Cuatro

43.3K 3.7K 2.2K
                                    


Tengo que agarrar el brazo de Sebastian porque sé que su intención al haberlas reconocido es ir a saludarlas de forma directa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tengo que agarrar el brazo de Sebastian porque sé que su intención al haberlas reconocido es ir a saludarlas de forma directa.

No puede hacerlo, tiene que pensar que no es una persona desconocida, que antes de ir a hablar con alguien hay que comprobar si hay peligro o no.

Últimamente se pensaba más ese tipo de locuras, sobre todo cada vez que se acercaba más su boda con Lena, pero creo que su reacción es más para que yo esté contento que por su inconsciencia.

Sin embargo, no estoy preparado para ese encuentro, ha sido todo demasiado rápido. Tengo que pensar qué decir, cómo hacerlo y un plan...

¿Por qué tiene tanta suerte? Las posibilidades de que las hubiéramos encontrado eran mínimas, pero no, Sebastian parece que en estas cosas tiene una flor en el culo.

—James, ¿qué pasa? —se burla con una sonrisa traviesa y en sus ojos zafiro hay ese toque divertido tan suyo—. ¿Por qué no quieres que vayamos a saludarlas? —Al ver que no digo nada, frunce el ceño, como si lo acabase de entender—. Estás nervioso.

—Sebastian, no es el momento.

Claro que estoy nervioso y no entiendo el motivo. ¿Qué es lo que me está pasando con esta chica?

No es la primera ni la última mujer que me resulta atractiva al conocerla, tampoco soy un adolescente que no sabe controlar sus emociones.

Y justo tiene que sucederme al lado de Sebastian, se va a reír de mí durante toda la vida, es más que capaz. Si aún se acordaba de la primera vez que me sucedió...

—Eso es un sí —asume y en lugar de seguir mofándose de mí, su expresión se suaviza y me mira intentando transmitir calma—. Hablando en serio, si no quieres, nos vamos. No quiero forzarte a nada.

—Muy considerado de tu parte...

Sé que lo dice de verdad, que cuando se trata de algo importante y nosotros, se centra y es responsable. También sé que no va a tardar en añadir algo más, ese toque tan característico que a veces amo y otras odio, alguna pullita que va comentar como si nada.

—Mucho, lo sé. —Asiente con la cabeza y me guiña un ojo—. Aunque no sabía que te habías vuelto tan... así.

—¿Así? —repito con una ceja alzada.

—Sí, tan... soso —afirma y reprime una carcajada—. Quizá Estocolmo te está atontado, antes eras más directo y no tenías miedo o nervios de conocer a una chica que te atrae... El frío te ha afectado, James. Estoy muy preocupado.

Pongo los ojos en blanco al escucharlo, sé lo que está haciendo. Parece que se le olvida que lo conozco muy bien, que sé lo que hará antes de que él mismo lo piense.

No se va a rendir, va a seguir insistiendo, tanto de forma directa como indirecta, para que nos acerquemos a ellas antes de que sea demasiado tarde y las perdamos de vista. Así que acabo por acceder a sus locuras.

La verdad tras su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora